En la búsqueda por el endulzante más saludable para incorporar al plan de alimentación, la miel tiene gran cantidad de adeptos, en especial por el origen natural y el mínimo procesamiento que supone tenerla en casa.
Aunque el perfil nutricional varía según el tipo, una cucharada sopera (21 gramos) de miel generalmente tiene 64 calorías y 17 gramos de carbohidratos con poca o ninguna grasa, fibra y proteína. También contiene varios micronutrientes, como potasio, hierro y zinc, pero en pequeñas cantidades,(menos del 1% de la ingesta diaria de referencia) así que no se le considera una fuente significativa de estos elementos.
Asimismo, la miel de alta calidad es rica en varios antioxidantes importantes, como los ácidos fenólicos y los flavonoides, compuestos que ayudan a combatir los radicales libres que causan enfermedades, reduciendo así el riesgo de daño celular oxidativo.
En un estudio de 30 días que comparó los efectos del azúcar de mesa y la miel en 55 personas se encontró que la miel ayudó a disminuir los niveles de colesterol LDL total y "malo" mientras aumentaba el colesterol HDL “bueno" y también fue capaz de reducir los niveles de triglicéridos hasta en un 19%.
Por su parte, en algunas formas de medicina tradicional, como el Ayurveda, la miel se aplica directamente sobre la piel para ayudar a la cicatrización de heridas, gracias a sus propiedades antibacterianas y su capacidad para disminuir el crecimiento de microorganismos que podrían causar infección. Mientras tanto, otras investigaciones sugieren que también puede ser un tratamiento útil para afecciones de la piel, como psoriasis, dermatitis y herpes.
Sin embargo, la miel también tiene un alto contenido de azúcar (fructosa) que se digiere rápidamente y puede hacer que sus niveles de azúcar en la sangre se disparen, lo que resulta en un aumento del hambre y un posible aumento de peso a largo plazo. Así que como en otros casos que he recopilado en esta columna, lo ideal es que aprenda a moderar el consumo, entrando el paladar el de su familia a sabores menos dulces para que en cualquier caso, la necesidad de “endulzar” sea mínima.
Otro aspecto relevante en torno a la miel, tiene que ver con el origen y la calidad del producto que usted compra. Algunas marcas de baja calidad a menudo se mezclan con jarabe en un esfuerzo por reducir costos y maximizar las ganancias.
Si bien puede ser un poco más costoso, optar por una marca de miel cruda de alta calidad es una forma simple y efectiva de garantizar que obtenga el mejor rendimiento por su dinero. Una miel cruda no se pasteurizan, filtran ni procesan, lo que les permite conservar sus potenciales propiedades naturales promotoras de la salud.
Con esto en mente, tenga en cuenta que la miel cruda nunca debe administrarse a niños menores de un año debido al riesgo de botulismo infantil, una enfermedad grave causada por toxinas de una cepa específica de bacterias llamada Clostridium botulinum. Después del primer año, el sistema digestivo comienza desarrollar su propia defensa ante la presencia de algunas bacterias patógenas, así que sin dejar de ser peligroso, se van haciendo menos vulnerables. Tenga en cuenta que las intoxicaciones alimentarias son multifactoriales, así que todos estamos expuestos.