Prieto tuvo mucha devoción por el anecdotario margariteño
Por Evaristo Marin: “Si estuviera muerto no te lo negara”, le dijo un famoso loco a la madre del educador y político, Luis Beltrán Prieto...
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Fundador de AD y del MEP, gran orador y educador, abogado, ministro, parlamentario, escritor, poeta, Luis Beltrán Prieto Figueroa tuvo mucha devoción por el anecdotario de nuestro pueblo insular. Muchas ocurrencias lo presentan como protagonista. Cuando Chinta Requena, chusca margariteña de El Mamey, con un as de leña en la cabeza, lo encontró en el dique de La Asunción, con Luis Lander y otros funcionarios de la Junta Revolucionaria del 45, tras preguntarle, “Luis Beltrán, ¿es verdad que tú eres Ministro?”, comentó muy sarcástica: “¡Cómo será ese gobierno…!”. No se exagera al decir que Prieto fue uno de los grandes ministros de Educación de la Venezuela del siglo XX.

En días de la división de AD y del surgimiento del MEP, en 1967, una maestra de Paraguachí lo interrumpió en un mitin, gritando airadamente, “Abajo Prieto, abajo Prieto” y entre risas y aplausos, la hizo callar con esta sibilina frase: “Esa que grita ‘abajo Prieto, abajo Prieto’ no sabe lo sabroso que es un Prieto arriba”.

De Betancourt y Leoni no habló más después de la división de AD. “Tuve dos hermanos y ambos murieron”, fue lo único que dijo alguna vez. Dentro y fuera del Congreso, en cualquier tribuna, en campaña electoral o fuera de ella, Prieto hizo de la anécdota y de la frase hiriente y humorística, una característica. Muy anciano, escalando con dificultad los peldaños del auditorio de la UDO en Pto. La Cruz, para dictar una clase magistral sobre Miguel Otero Silva, sobraban los brazos para ayudarlo cuando se le oyó decir, entre risas : “La vida termina como comienza, yo estoy gateando”.

En su vejez, cuando eran muy pocas sus apariciones públicas, fue frecuente en Puerto La Cruz, en casa de su nieta –la siquiatra Olivia Biasini– en divertidas partidas de dominó con Ovidio González y su primo Jesús Salazar Figueroa. Lo vi muy diestro, eufórico, cuando lograba una tranca. Con Salazar Figueroa hacía una pareja imbatible.

En una cena con Edmundo Barrios, Pedro Manuel Vásquez y el poeta Efraín Subero, en San Antonio de Los Altos, nos confesó que su amistad con Jóvito Villalba fue inalterable, a pesar de las diatribas políticas (él en AD, Villalba en URD). “Lo que Jóvito nunca me perdonó fueron las pelas que le di en el dominó”.

El Maestro Prieto siempre hizo mención de los muchos dementes que deambulaban en la Margarita del siglo 20. A Jobino, un famoso loco de La Asunción de su juventud, le dedicó una crónica completa. “Cierta vez, Jobino se desapareció y mi madre, Josefita Figueroa, al verlo, exclamó, sorprendida: “Jobino ¿y tú estás vivo?”. La respuesta de Jobino no pudo ser más cuerda. ¡Fita, si estuviera muerto no te lo negara!”.

Siempre contaba la historia de un loco de San Juan que anduvo por días con una piedra en la cabeza hasta que sorprendió, echado frente a la casa de Lizongo Millán, a un perro que lo había mordido y tras descargarle aquel peñasco y verlo huir, entre alaridos, le gritó a todo pulmón “¡El que tiene enemigos no duerme!”.