La historia que concluyó ese primero de diciembre de 2011 se había iniciado meses antes en la ciudad de Guanare, estado Portuguesa, cuando Yellinot Rocirit González Quevedo, mamá del pequeño Dayan González, de apenas cinco años de edad, lo dejó bajo el cuidado de Anney del Carmen Montilla Oropeza (25).

Ella viajaba a Porlamar, en el estado Nueva Esparta, para trabajar. Sus otras dos hijas se las había encargado a su madre. Aun cuando el viaje, era laboral, al parecer Yellinot quería separarse de Anney, ya que habían terminado de mala manera.

Yellinot ponía tierra y agua por medio y dejaba en manos de su ex al pequeño, quien terminaría convirtiéndose en quien se descargaría todo el odio y frustraciones de la mujer y de su círculo más cercano.

Pero la violencia contra el pequeño no era nueva, el niño era reprendido de manera brutal, tal como lo reseñan las investigaciones que se realizaron tras el crimen y que arrojaron que cuando se encontraba junto a su mamá era maltratado. Una maestra descubrió el abuso y los denunció, pero el caso no pasó de una citación al representante, cita a la que nunca acudió.

En manos de Anney Montilla, su madre Valentina del Carmen Oropeza de Montilla (50) y su tía la comerciante Doris Oropeza (37) el pequeño vivió el infierno y para colmo de males al trío de mujeres se le unió el enfermero Yure Hernández, quien atendió al niño en varias oportunidades, así pasaron los días.

El grupo torturó al pequeño, abusó sexualmente de él, lo quemó, ató, golpeó en los genitales y se los quemaron, fotografiaron los vejámenes a los que era sometido el niño y enviaban las imágenes a su mamá, para que regresara… ella nunca denunció lo que ocurría.

El 1 de diciembre se les pasó la mano y el bebé agonizante fue trasladado a una clínica y de allí fue remitido al Hospital Clínico del Este, donde dicen que se había caído de una motocicleta, el niño al ser ingresado a las salas de emergencia presentó un paro respiratorio y murió.

La versión del accidente ya levantaba sospechas y tras la muerte del niño las mujeres cambiaron la versión, dijeron que se había quemado con agua caliente. Ante las evidencias fueron detenidas. Más tarde la autopsia destaparía la violencia a la que fue sometido el niño.

La población se enteró del caso y acudió a la sede de la policía a pedir justicia. En un acto de soberbia, la comerciante Doris Oropeza sacó un fajo de billetes y dijo que eso la sacaría de la cárcel. Eso fue candela para el polvorín en que se había convertido la ciudad, a los pocos minutos las casas de las asesinas y sus comercios fueron saqueados. Se hizo necesario decretar estado de excepción por cinco días.

En octubre de 2019 el TSJ confirmó la sentencia del Tribunal Tercero de Juicio de Caracas, que condenó a Anney y a su madre Valentina a 27 años de prisión por homicidio intencional a título de dolo eventual, lesiones graves antiguas, trato cruel y abuso sexual a niño, así como complicidad por negligencia. CDM