Durante los últimos días se ha convertido en un tema recurrente la discusión sobre las bandas, particularmente la banda de Carlos Luis Revette, alias Coqui y la situación que se ha vivido en La Vega, pero qué entendemos por una banda, qué es una organización criminal y cómo se forma, cuántas bandas hay en el país, cuántas son las llamadas megabandas, cuántos delincuentes se amparan detrás de este tipo de organizaciones hacia dónde se dirige el país en materia de seguridad.
Para entender este tema primero debemos comprender al delincuente venezolano como parte de una sociedad. Partiendo del individuo entenderemos las asociaciones que hace y la forma cómo actúa.
El origen está en el individuo
Una frase usada por un alto oficial de la Fuerza Armada Nacional durante un curso de formación de periodistas pone en evidencia el desconocimiento del tema de la delincuencia y las bandas en el estamento militar. El oficial, haciendo mención a la situación de La Vega, señalaba que los delincuentes se resguardaban en los barrios debido a que allí “contaban con escudos humanos que los protegían”.
Lo dicho deja al descubierto la desconexión existente entre ese funcionario y la realidad venezolana. La banda no está en el barrio porque se protege, está en el barrio porque allí vive, es donde nació, creció y donde seguramente morirá.
Cómo es el hampa
El delincuente es un joven como cualquier otro, pero por diversas razones se desconecta de lazos familiares y sociales. Primero será un dolor de cabeza familiar y sin controles se transformará en un problema para su comunidad. De no encontrar un freno hará del delito su forma de vida. Como unos estudian, él se especializará… en robar.
Su sistema de valores y motivaciones, su forma de relacionarse con la sociedad, todo girará en torno a esa forma de ver y de asumir la vida. El delito se convierte en el valor que le dará sentido a su accionar y gracias al aislamiento social terminará rodeado de otros como él.
Con el tiempo sumará fuerzas, eso lo hará más audaz. Si la vida y las autoridades se lo permiten pasará de controlar algunas escaleras en su barrio a querer controlarlo todo.
Números que describen
Analizando las víctimas de la violencia en los casos de enfrentamientos entre bandas y de resistencia a la autoridad, en los que se presume que la víctima tendría vinculación con organizaciones delictivas, se puede asumir que el delincuente caraqueño es un joven de entre 16 y 28 años, según datos registrados por el Monitor de Víctimas.
Mayoritariamente son de sexo masculino, con escasa formación educativa, en su mayoría desempleados o subempleados y viven solos o están desconectados de sus familias.
De los amigos a las bandas
Según los criminólogos Fermín Mármol García y Luis Izquiel, es fundamental señalar que las bandas y megabandas no tienen ideología política a diferencia de otras organizaciones delictivas como los irregulares colombianos, los colectivos y los pseudosindicatos, que aunque persiguen objetivos ideológicos, no les importa involucrarse en actividades delictivas.
El objetivo fundamental de las bandas es obtener beneficios económicos. De acuerdo al balance que tienen organismos policiales en el país habría alrededor de 20 mil bandas operando en todos los estados y unas 19 megabandas.
Las bandas criminales han existido desde los albores de la historia. Están organizadas de una manera más o menos similar con una estructura jerárquica lineal.
El cabecilla, jefe, capo o pran dirigirá la organización con mano de hierro, se rodeará de dos o tres lugartenientes, luceros, o segundos que serán el enlace con los demás integrantes de la banda quienes trabajarán para el beneficio de la organización de acuerdo a sus facultades.
La especialización de la banda determinará su tamaño, no es lo mismo una banda de asaltantes, que una dedicada al narcotráfico. En la medida que crecen pueden hacer diversas cosas simultáneamente.
El fenómeno de las megabandas es relativamente nuevo en Venezuela difiere de las bandas de los años 80, por su tamaño. “Las megabandas tienen un mínimo de 60 miembros, controlan territorios urbanos o rurales y poseen un importante poder de fuego”, señalan los criminólogos.
La más famosa de las megabandas venezolanas el Tren de Aragua, nació de un pseudosindicato y evolucionó desde la cárcel de Tocorón dirigido por Héctor Rutherford Guerrero Flores, mejor conocido por su alias de “El Niño Guerrero”.
La internacional del delito
El Tren de Aragua se extendió por todo el país a modo de franquicia, con “seccionales” en los estados Carabobo, Aragua, Miranda, Guárico, Apure, Bolívar, Monagas, y cuenta con presencia en Colombia, Ecuador y Perú.
Una de las cosas que se observado es la internacionalización del delito organizado venezolano que poco a poco ha tejido complejas estructuras para hacerse de socios que les permitan mejorar sus ganancias y aumentar su poder.
En esta relación continental se deben tomar en cuenta los poderosos carteles mexicanos y colombianos y relaciones con estructuras como las maras Salvatrucha 13, Barrio 18 en El salvador, o los Latin Kings en Estados Unidos, también con los brasileros, Comando Vermelho, y el Primero Comando en una gran operación que controla el tráfico de drogas con destino a Europa. Además se han detectado asociaciones con bandas en África, Europa y Asia.
La estratégica ubicación geográfica de Venezuela y la ausencia de acción en materia de la lucha contra estas organizaciones permite vislumbrar el camino que se acerca: las bandas no se limitarán a un barrio, la visión va mucho más allá de nuestras fronteras.