Celing Song, reconocida directora y productora norteamericana, nos ha traído en junio de este año una película impactante, de alto significado, que presenta un retrato auténtico y despiadado de la engañosa y utilitarista sociedad actual denominada: "
Amores Materialistas", en inglés, "
Materialists Follows Lucy”.
Lucy (la destacada actriz Dakota Johnson) es una exitosa ejecutiva dedicada al negocio de buscar pareja a hombres y mujeres en los Estados Unidos. Se encarga, a solicitud de sus clientes, a encontrar citas ajustadas a los requerimientos de cada uno, hombres o mujeres ansiosos de poner fin a su soledad. En esa tarea, entrevista candidatos; propone encuentros; organiza las citas; realiza la comparación entre todos los participantes, y verifica el resultado. Ella en su carrera, logró alcanzar un total de 9 matrimonios entre quienes realizó tal gestión.
En medio de ese proceso en el cual conoce a distintas personas e interactúa con ellas en la búsqueda de potenciales candidatos, conoció a Harry (interpretado por el actor Pedro Pascal), un empresario, que de inmediato buscó la manera de seducirla y lograr tener varias citas. Ella trató de conducirlo hacia una relación profesional con otra persona, pero poco a poco, luego de invitaciones a restaurantes lujosos Harry logra finalmente llevarla a su apartamento, y mientras se besan apasionadamente, Lucy en la medida que avanzan hacia la habitación, va observando los objetos, los cuadros, las paredes, los muebles, y va tasando el lugar donde se encuentra.
En paralelo ella venía de otra relación, y en una fiesta se encuentra con un viejo conocido, con John (escenificado por Chris Evans), un actor, quien con ella había compartido este oficio. El encuentro furtivo se produjo después de un tiempo que no se veían. Él se estaba desempeñando como mesonero en espera de la realización de una obra de teatro en la cual era uno de los actores.
La trama nos confronta dos modelos de vida: uno en el cual se persiguen relaciones «sentimentales» basadas en un estereotipo de hombre con dinero, con una fisonomía determinada, con una altura que debe superar los 1.80 metros, con una alta capacidad económica para asegurar gustos, viajes, placeres, y otra totalmente distinto, la presencia de una persona normal, que vive como la mayoría de su trabajo que no siempre es el de su profesión, que no puede costear un joya costosa, ni ofrecerle como lo hizo Harry a Lucy un viaje a Islandia.
En el ejercicio de su actividad de captación de potenciales parejas, una de sus clientas conoció a un hombre que se correspondía el perfil de una de sus clientas, pero el encuentro terminó en una tragedia por haber sido golpeada y acosada por el individuo. La situación llegó al extremo que la firma donde trabajaba Lucy fue demandada. Todo ello supuso para Lucy un serio cuestionamiento sobre lo que estaba realizando y sus consecuencias, y en un dramático encuentro con su clienta, fue acusada de proxeneta.
Esta película nos confronta de manera abierta ante dos realidades del mundo actual: el tipo de personas que nos rodean; los intereses que mueven las relaciones; la mercantilización de los afectos, la verdad y la mentira de los vínculos que se forman, los dolorosos y peligrosos resultados que se producen cuando el engaño y las mentiras se evidencian.
La película nos plantea si el amor realmente existe; si el ser humano puede ser feliz en medio de relaciones en las cuales su valor esencial es lo que tiene en términos de dinero; si la satisfacción de una relación de pareja proviene del estilo de vida material que uno le proporciona al otro a cambio de compañía.
Esta película y la manera como se desenvuelve coloca a Lucy en una encrucijada que le permite apreciar no solamente su profesión sino lo que ha sido su vida y lo que ella misma es. La ubica en una encrucijada entre una vida de placer con un supuesto hombre «unicornio», tal y como lo llaman en su profesión, el ideal que caza para sus clientas, o un hombre sin esas características pero que en el momento en él pone sobre el tapete el contenido de su ofrecimiento le dice que lo que le puede dar es su verdadero amor.
La película, la vida en particular, nos obliga a tomar un partido, a escoger entre una situación y otra; nos ayuda a definir lo que queremos en la vida y fundamentalmente lo que somos y queremos ser. Ante esos modelos cada quien debe realizar su escogencia personal, la mía desde siempre, es la presencia de una relación honesta, sincera, auténtica, donde los valores de la vida y de la persona estén presentes, donde el amor sea una realidad y no una mercancía, donde el amor sea la consecuencia de la verdad de cada quien, el sentirse apreciado y respetado, valorado y querido, donde los afectos sean más importantes que las cosas; donde se aprecie las cualidades del ser humano que somos mucho más allá de lo que tenemos, y donde la compañía que tengamos no represente para nosotros una peor soledad.
Recomendamos ver, meditar y sentir esta película como una forma de definición de lo que somos y de lo que debemos ser en la vida. La escogencia que, finalmente, Lucy realizó y los motivos que la inspiraron es precisamente lo que nos demuestra el valor que tenemos como ser humano y lo que nos debe hacer verdaderamente felices. Es una escogencia fundamental.
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