Venezuela es un país que por la migración perdió su bono demográfico y el capital intelectual acumulado en millones de personas. Esta pérdida aumenta brecha generacional entre nuestras generaciones analógicas y digitales y pone más lejana el cierre de la existente entre los más privilegiados y los más desfavorecidos.
Estos vacíos y distancias crean analfabetas digitales, analfabetas funcionales por sus deficiencias en lectoescritura, analfabetas laborales por sus carencias de formación para el trabajo y analfabetas sociales y políticos por el escaso desarrollo de sus capacidades sociales, inteligencia emocional y criterios de buen gobierno. Son personas con mapas familiares desintegrados o no estructurados, desertores escolares, oportunistas del mendrugo, del asalto o sobrevivientes por buena suerte. Todo ello compromete su desarrollo cerebral, cognitivo, emocional, capacidades sociales sus pares y su modelo de autoridad. Representan un reto para las generaciones que reconstruyan a Venezuela. Bajo estas brechas surge la pregunta: ¿cómo rehacerla con condiciones de arranque tan adversas?
Sería un profundo error construir una Venezuela como potencia industrial. La era industrial quedó en los siglos XIX y XX, fue sustituida primero por la era de los servicios y luego por la del conocimiento. La desindustrialización venezolana por desmantelamiento de su aparato productivo nos brinda la oportunidad de dar el salto desde lo que hoy somos a la sociedad del conocimiento. También sería un error edificarla sobre valores de una Venezuela y un mundo que están dejando de existir. No se me confunda: no pregono el abandono de los valores heredados, pregono su simbiosis o coexistencia con los emergentes. Los localismos de antaño se redibujan ahora como identidades tribales virtuales, la familia analógica es compatible con la digital, pero el inmediatismo de las nuevas generaciones necesita matizarse con la sabiduría de la espera de las generaciones analógicas. Tampoco es que no tengamos industrias, es que no sea nuestro modelo de sociedad, aspiramos a que sea soportado principalmente por capacidades y habilidades blandas, que nuestra definición inicial en este proceso no sea de país petrolero, sino de país productor de energía, esto cambia el mapa de identidad y rumbo nacionales.
Tenemos dos rutas a mano: estaremos hoy y mañana tan mal, que no vale la pena tratar de mejorar o pensar que el asunto no es donde estamos, sino a dónde queremos llegar con lo disponible y cómo incrementamos las capacidades.
Las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a corregir las brechas. Más aun, podemos convertir a los marginados en parte de la solución, porque la inteligencia no es únicamente un dato genético, es también una realidad cerebral, psicológica y emocional que puede construirse. L. A. Machado decía que Da Vinci no hizo lo que hizo por ser un genio, se hizo genio porque hizo cuanto hizo. Podemos cambiar al venezolano empobrecido y que su inteligencia le enriquezca la vida.
Usemos el potencial transformador de la IA para empoderar a la población toda en Venezuela. Hay aplicaciones que pueden ofrecer lecciones personalizadas en lectoescritura, matemáticas o habilidades digitales, en dispositivos móviles de bajo costo. Alfabetización digital mediante tutoriales asistidos por IA para enseñar habilidades digitales básicas (manejo de computadoras, uso de internet, aplicaciones de productividad), herramientas de IA con reconocimiento de voz (como Google Translate o asistentes similares) pueden ayudar a personas con dificultades de lectoescritura a interactuar con tecnología, aprender idiomas o acceder a información en su lengua materna.
También podemos instrumentar herramientas con IA para capacitación laboral, enseñar habilidades técnicas, chatbots que organicen actividades comunitarias, para ayudar a ONGs o gobiernos locales a identificar y gestionar necesidades específicas de una comunidad.
Pero el uso más prometedor es para hacer mas inteligentes a todos, especialmente a quienes más desfavorecidos se encuentran. Aunque con ciertos límites, la IA puede aprovechar la neuroplasticidad y crear entornos enriquecidos que estimulen el desarrollo intelectual mediante estimulación cognitiva y fomentar la inteligencia emocional simulando interaccione sociales o brindar apoyo emocional básico.
Puede servir para el cierre de brechas generacionales permitiendo que abuelos analógicos aprendan habilidades básicas de tecnología con la guía de la IA, mientras los jóvenes acceden a conocimientos tradicionales y de historia mediante plataformas que preserven y difundan la cultura local.
No es sencillo, pero si nos fijamos en lo vacío del vaso no iremos a ningún lado, pero si nos fijamos en la parte medio llena terminaremos de colocar el agua que falta. Es la manera mejor de reducir las brechas, incluyendo las existentes entre nuestras potencialidades y realidades.
@AsuajeGuedez
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