Las actuaciones de Ricardo Darín y Juan Pedro Lanzani, virtuosas. Quedamos admirados con la interpretación del niño Santiago Armas y la deliciosa participación extraordinaria de Norman Briski (¡la mandarina!)
Argentina 1985
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Por Javier Vidal

En la primavera de 1982 nos encontrábamos en Curazao, grabando la serie de Menudo: Es por amor de José Simón Escalona. Allí, Román Chalbaud en la dirección, Orlando Urdaneta, productor, y yo protagonizando junto a Hazel Leal y figuras como Rafael Briceño, Agustina Martín, Julio Alcázar… cuando amanecemos con la noticia de que Argentina le declaraba la guerra a Inglaterra por unas islas. La carcajada fue coral.

Tuvimos oportunidad de visitar anteriormente al amado país austral en tiempos de Videla y pudimos palpar de primera mano, el terror que los civiles vivían en la calle. La noticia de los muertos, secuestros y desaparecidos era conocida por todos y, entre los cafés de Corrientes o a puerta cerrada domiciliaria, se susurraba a voces.

Se autodenominaba, curiosamente, a estos días: el “Proceso”. Podría ser el proceso kafkiano, pero no. Era netamente militar. De militares argentinos. Milicos, gorilas, implacables fascistas.

Argentina 1985, film de Santiago Mitre (el mismo de La Cordillera) recrea el juicio civil que se llevó a cabo en ese año, una vez instalada la democracia de Alfonsín a los milicos que cargaron con la responsabilidad de asesinar a miles de argentinos en la supuesta depuración social y política del “Proceso”.

La protagonización recae en la figura estelar y trascendente de Julio César Strassera y su entorno familiar y laboral como lo fue también su adjunto Luis Moreno Ocampos.

En el Juicio a las Juntas de 1985, Strassera fue el fiscal acusador. Se realizó contra nueve integrantes de las Juntas Militares que gobernaron Argentina y que terminó con la condena de cinco de ellos, de los cuales solo dos fueron condenados a cadena perpetua: Videla y Massera. Fue el primer proceso conjunto en contra de comandantes militares por el asesinato masivo de personas desde los Juicios de Núremberg, el único en el mundo hecho por tribunales civiles. Los militares argentinos no querían cargar con la responsabilidad de enjuiciar a sus pares y se lo lanzaron a los tribunales civiles.

Mitre crea un ambiente atosigante, sofocante, en lucha contra el tiempo del equipo de investigación y recopilación de testigos a través de un montaje cuyas elipsis incitan a la atención e imaginación del espectador. Un espectador venezolano que revive no sólo escenas conocidas de nuestro “proceso”, sino de frustración frente a un juicio, como el de Las juntas, que jamás se llevará a cabo en estas laxas tropicalidades.

Las actuaciones de Ricardo Darín y Juan Pedro Lanzani, virtuosas. Quedamos admirados con la interpretación del niño Santiago Armas y la deliciosa participación extraordinaria de Norman Briski (¡la mandarina!).

Un nudo en la garganta nos deja la requisitoria del fiscal ante el Tribunal Superior civil cuando cierra con las siguientes palabras:

“Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más”


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