La obispa Tricia Hersey, es experta en salud pública y divinidad y considera que el descanso es una forma revolucionaria de resistirse a la obsesión con la productividad.
El Evangelio del Descanso
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Por Melonyce Mcafee

Tricia Hersey estaba agotada hasta los huesos. Entre sus estudios de teología en un seminario competitivo en la Universidad de Emory, su trabajo en el campus, sus prácticas y la crianza de su hijo pequeño, no podía descansar ni un momento.

Después de vender su auto para poder pagar sus estudios de posgrado, desplazarse en tres autobuses y un tren se convirtió en otra pérdida de tiempo. Los minutos que tenía libres los dedicaba a estudiar, pero al estar agotada, con frecuencia tenía que releer los pasajes para asimilar por completo su significado.

Sus notas bajaban y su salud mermó. Tenía que hacer algo.

Cuando leía en el sofá de su casa, a menudo se le caía el libro sobre el pecho mientras se permitía unos minutos de descanso.

Hersey despertaba sintiéndose renovada.

Así que empezó a incluir momentos de descanso en sus días, por muy ajetreados que estuvieran, y dormía una siesta donde y cuando podía: en la cama, en el sofá o en las bancas entre una clase y otra.

Ya estaba harta de la rutina, así que dormía o despejaba su mente con algo que se pareciera al descanso: un baño prolongado, meditar en el tren, soñar despierta de manera consciente.

Esto resultó ser fundamental: se sintió mejor, su mente se despejó y sus notas subieron. Aunque el descanso se produjera a expensas del tiempo que por lo general le dedicaba al estudio o al trabajo, Hersey estaba decidida a comprometerse con él y, de paso, a luchar contra lo que ella, una mujer negra, consideraba un legado del trabajo forzado y agotamiento que habían sufrido sus antepasados.

“Estaba agotada a nivel físico, mental y espiritual, y no veía otro camino que el de dar un salto radical y decir: ‘No me importa, que pase lo que tenga que pasar’”, dijo durante una entrevista. “Si fracaso en la escuela, no pasa nada, si no termino ese curso… me voy a la cama”.

La epifanía se produjo hace casi una década y en los años transcurridos ha convertido su transformación personal en un movimiento.

Hersey, que ahora tiene 48 años, empezó a invitar a la gente a dormir la siesta colectivamente mientras ofrecía sermones tranquilizadores sobre el poder del sueño y la ensoñación. Compartía la idea de que “el descanso es resistencia” con un grupo creciente y entusiasta de seguidores, que también estaban cansados del trajín, y lo hacía tanto de manera presencial como en línea.

Así surgió el Ministerio de la Siesta y Hersey se autoproclamó obispa de la siesta. Allí insta a sus seguidores a utilizar el tiempo para dormir en lugar de dedicárselo al trabajo adicional, y dejar de pasar el rato mirando una pantalla para contemplar a la nada. Los momentos de tensión dedicados a preocuparse por decepcionar a los demás estarían mejor empleados en reflexionar sobre nuestras propias necesidades y comodidades, señaló Hersey. Se trata de negarse colectivamente a exigirse demasiado.

Hersey comentó que las personas que aceptaron sus consejos han decidido renunciar a un empleo, tomarse un año sabático o ralentizar el crecimiento de una nueva empresa para cuidar de su salud mental y su bienestar físico.

Mientras que algunos de nosotros acabamos de asimilar conceptos como “renuncia silenciosa” y “vida suave”, Hersey lleva años predicando el evangelio del descanso y el desprendimiento de las presiones corporativas y académicas. El empeño se ha disparado desde el inicio de la pandemia, cuando su plataforma en internet empezó a crecer en decenas de miles de seguidores al día. Hersey da charlas por todo el país y ofrece servicios de asesoría a personas que quieren evitar el agotamiento.

Con casi medio millón de seguidores en Instagram y más en otras plataformas, las redes sociales han sido un eficaz megáfono para las ideas de Hersey, aunque a menudo arremete contra ellas, culpándolas de muchas de las ansiedades y males de la sociedad moderna. Los despachos en línea de la obispa de la siesta, que ella misma escribe y diseña, pueden ser amables (“Si no descansas, no lo conseguirás. Necesito que lo consigas”); punzantes (“¿No están aburridos de trabajar todo el tiempo?”); o ambas cosas (“Tendrás que descansar para creer en este mensaje. No podrás retuitear y diseñar memes para liberarte de la cultura del trajín”).

Hersey asegura que el tono que usa como obispa de la siesta es de “enojo con ternura” y dice que lo hace a propósito: busca sacudir a la gente lo suficiente para que abra los ojos… y se duerma

DESPERTAR EN UN LLANTO

Hersey y su cruzada popular están recibiendo oleadas de simpatizantes. Su primer libro, Rest Is Resistance: A Manifesto se presentó en octubre. El nuevo espacio del Ministerio de la Siesta, bautizado como Templo del Descanso y ubicado en una iglesia presbiteriana poco utilizada del vecindario de Grant Park de Atlanta, acogerá sesiones colectivas de siesta, ensoñación y asesoría espiritual.



“La cultura del trajín diario ha normalizado el hecho de presionar a nuestro cuerpo hasta el borde de la destrucción”, escribió en el libro “Proclamamos con orgullo que nos presentamos al trabajo o a un evento a pesar de una lesión, una enfermedad o un descanso mental. Se nos elogia y recompensa por ignorar la necesidad de nuestro cuerpo de descansar, cuidarse y repararse”.

El Ministerio de la Siesta no es un movimiento religioso, dijo, sino un antídoto espiritual para los problemas terrenales que asolan a las comunidades: el agotamiento, las enfermedades crónicas y las crisis de salud mental, cuestiones que, según ella, surgen de los sistemas del capitalismo y el supremacismo blanco.

De hecho, el concepto de descansar lo suficiente para gozar de buena salud no es nuevo, y es bien sabido que las personas negras operan bajo un peligroso déficit de sueño en Estados Unidos. En una encuesta realizada en 2020 sobre hábitos de comportamiento, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades descubrieron que casi el 44 por ciento de los adultos negros declararon tener una duración de sueño corta (definida como menos de 7 horas por noche), en comparación con el 31 por ciento de los adultos blancos. La falta de descanso está relacionada con enfermedades como las cardiopatías, la diabetes y la hipertensión arterial, enfermedades que afectan de forma desproporcionada a los negros.

Aunque Hersey es licenciada en salud pública y divinidad, es una artista de corazón. Su pasión por la escritura y la actuación floreció mientras crecía en la zona de South Side de Chicago, y llegó a estudiar teatro, escritura y guiñol, y a dar clases de poesía en el sistema escolar público de la ciudad. Además, aborda la noción de descanso colectivo como una forma de arte escénica que incorpora en sus mensajes elementos de la teología de la liberación negra, el afrofuturismo y la poesía.

“Sí, se trata de siestas en el sentido literal, pero también de trabajo imaginativo y de justicia”, aseveró. “Se trata de la educación: tenemos que entender lo que nos hacen los sistemas, para poder resistir de una manera que nos resulte fructífera”.

Con la organización de eventos colectivos de siesta y ensoñación por todo el país, Hersey ha invitado a desconocidos a tumbarse unos junto a otros sobre almohadas y tapetes de yoga y dejar que sus tensiones se disipen en lo que puede parecer una savasana prolongada, mientras los guía con cálidas exhortaciones sobre su derecho divino al descanso. Los actos pueden ir acompañados de un baño de sonido, una lista de reproducción seleccionada o el suave rasgueo de un arpista en vivo.

Es inevitable que alguien se despierte llorando y explique cuán intensa es la sensación de darse permiso para descansar, dijo.

Tenisha Carrington, de 30 años, escritora y cineasta de Atlanta, recuerda la atmósfera de profunda relajación e introspección que se respiraba en un evento celebrado en el espacio artístico Atlanta Contemporary en octubre del año pasado, en el que las afirmaciones rítmicas de Hersey preparaban el escenario. Algunas personas dormían la siesta, otras se estiraban y otras se quedaban sentadas, quietas con sus pensamientos.

“Estábamos reunidos en esta sala utilizando esos momentos para mostrarnos intencionadamente y decir: ‘Estamos cansados. Nos negamos a seguir avanzando cuando estamos cansados’”, dijo Carrington. “Fue un momento muy sencillo pero, física y espiritualmente, fue muy revolucionario”.

Los eventos atraen a una mezcla de personas que acuden por primera vez y de asistentes que repiten. El enfoque de las charlas de Hersey varía: puede ser una inmersión en la obra de la escritora feminista Bell Hooks o un prolongado mantra sobre los efectos del colonialismo en el descanso. Los participantes salen tranquilos, dicen varios, al saber que no son perezosos por necesitar descanso.

“Especialmente después de que la COVID-19 nos obligara a bajar un poco el ritmo, me encontré cuestionando por primera vez por qué (y para quién) yo y mis compañeros trabajamos tan duro —a menudo en detrimento de nuestra salud mental y física— y cómo eso no solo puede llegar a ser normalizado, sino también glorificado”, dijo Devon Gates, de 21 años. Gates, que estudia en el Harvard College y en el Berklee College of Music, se sintió tan inspirada por el mensaje del Ministerio de la Siesta que se puso en contacto con Hersey y consiguió un puesto de trabajo en su ciudad natal, Atlanta.

No obstante, darle prioridad al descanso no siempre es sencillo o natural. “Hay un tipo de retraimiento muy real de nuestra adicción cultural a la productividad que empieza a producirse a un nivel que ya no resulta gracioso cuando empiezas a emplear estas estrategias alternativas”, escribió en un correo electrónico Helen Hale, de 37 años, amiga de Hersey desde hace mucho tiempo y directora creativa del Ministerio de la Siesta. “Yo pasé bastante tiempo dándoles vueltas a las capas de condicionamiento que hacen que sea tan difícil desprenderse de nuestros sistemas capitalistas supremacistas”.

El descanso también puede sentirse como un privilegio y muchas personas le dicen a Hersey que no pueden darse el lujo de irse a acostar cuando hay cuentas que pagar. Ella reconoce que muchos consideran que alejarse de las obligaciones es poco realista, pero replica que vale la pena dedicarle al descanso aunque sea un momento que nos sobre, y es una práctica que puede desarrollarse con el tiempo.



UNA HERENCIA DE AGOTAMIENTO

El punto de vista de Hersey se inspiró en parte al estudiar Slave Testimony: Two Centuries of Letters, Speeches, Interviews, and Autobiographies mientras trabajaba en un archivo de la biblioteca Emory. Al leer estos relatos sobre los brutales orígenes del capitalismo estadounidense, se dio cuenta de que trabajar hasta la extenuación formaba parte de su herencia, transmitida por antepasados lejanos y recientes. Su padre, Willie, quien trabajaba para el ferrocarril Union Pacific mientras ayudaba a dirigir una iglesia y le dedicaba tiempo al activismo comunitario, rara vez se tomaba un momento para sí mismo. Ella está segura de que, más allá de la enfermedad cardiaca y la diabetes que provocaron su muerte prematura, fue el exceso de trabajo lo que lo mató a los 55 años.

Hersey se inspiró de otra manera en su abuela materna, Ora. A pesar de lo ocupada que estaba con el trabajo y la crianza de los hijos, Ora se tomaba media hora todos los días para cerrar los ojos y meditar en el sofá; cuando Hersey era pequeña, se paseaba de puntitas por la casa para no molestarla. Fue una lección temprana sobre el poder de resistirse a las exigencias externas al servicio de uno mismo.

En la fiesta de presentación de su libro, celebrada un domingo reciente en el Templo del Descanso, Hersey, vestida con una ondulante túnica de noche amarilla y un halo dorado, pronunció los nombres de sus mayores como homenaje. En un extremo del santuario había un altar construido sobre suelo de arcilla roja y salpicado de flores de algodón crudo y fotos de familiares fallecidos, incluido su padre.

La inspiración y las imágenes de Hersey se basan en el legado de las personas esclavizadas y sus descendientes, pero el mensaje del Ministerio de la Siesta no se dirige solo a los negros, dijo. Considera que el trato que reciben los negros y los indígenas es un indicador de la justicia de la sociedad en general, y subraya que todos se beneficiarían si se cuestionaran las actitudes en torno al trabajo y la productividad.

Incluso en medio del rápido crecimiento en todos los frentes, Hersey no duda en tomarse “sabáticos digitales” de un mes de duración (descansos de las redes sociales y de las muchas solicitudes que le llegan) y anima a sus seguidores a hacer lo mismo. Cuida su tiempo con esmero, reservando tiempo para siestas, meditación y rejuvenecimiento mediante paseos o rituales de apapachos.


“Juzgo el éxito en función de cuántas siestas he tomado a la semana y cuántas veces le he dicho a alguien que no; cuántos límites he respetado”, concluyó Hersey. “Para mí, eso es justicia, es liberación, eso es libertad”.


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