“Nunca es tarde” es una serie sobre personas que van en pos de sus sueños a su propio paso.
La Historia de Myron Rolle: de Jugador de la NFL a Neurocirujano
      A-    A    A+


Por Elena Bergeron

Cuando Rolle fue despedido de los Pittsburgh Steelers, se deprimió hasta que su madre le recordó sus dos sueños de la infancia

Jugar al fútbol americano y luego convertirse en neurocirujano. Era el momento de seguir con su plan B.

Myron Rolle, jugador de la NFL, llevaba un mes sin practicar fútbol americano y ya no se hallaba. Tenía solo 25 años y su carrera profesional deportiva no lucía muy brillante: en 2011 había sido liberado tras pasar tres temporadas irrelevantes con los Titanes de Tennessee y fracasó en su intento de formar parte del róster de los Acereros de Pittsburgh. Sin la estructura y el rigor de una carrera futbolística, a Rolle le costaba descifrar cuál sería el siguiente paso en su vida.

Rolle siempre había tenido un plan B. Había sido un niño de carácter exaltado, pero a los 11 años, su hermano mayor, Marshawn, le regaló una edición de Manos prodigiosas, la popular autobiografía de Ben Carson de 1990 que detalla cómo pasó de ser un joven de un barrio pobre con malas calificaciones a convertirse en director de neurocirugía pediátrica en el Hospital de la Universidad Johns Hopkins.

Después de leerlo, Rolle dejó de golpear a los compañeros de clase que le decían insultos racistas o se burlaban de sus padres que eran inmigrantes de las Bahamas y comenzó a perseguir dos sueños: ser jugador de fútbol americano profesional y convertirse en un neurocirujano como Carson.

Rolle floreció jugando como defensa para la Universidad Estatal de Florida (FSU, por su sigla en inglés), donde fue seleccionado para recibir una beca Rhodes en 2009. Aunque estudió Antropología Médica en la Universidad de Oxford como parte del programa, Rolle afirmó que su sueño de ser neurocirujano estuvo “inactivo” mientras perseguía la gloria en el fútbol americano. En Inglaterra, entrenó para el draft de la NFL y fue seleccionado por los Titanes en 2010.



Pero el sueño deportivo de Rolle no salió como estaba previsto. Aunque fue competitivo en las prácticas, nunca jugó un partido de la temporada regular en la NFL y los Titanes lo dejaron libre cuando finalizó su contrato. Intentó ingresar a la plantilla de los Acereros de Pittsburgh, pero fue liberado antes del inicio de la temporada 2012. Aún sin estar dispuesto a dejar el fútbol americano, Rolle regresó a su casa en Nueva Jersey, donde languideció hasta que su madre, Beverly, lo sacó de su estancamiento.

Al mostrarle un cuaderno de la primaria en el que Rolle había escrito ambos objetivos, “mi madre me miró directamente a los ojos y me señaló el primero de ellos”, recordó. “Me dijo: ‘Ya este se terminó’. Luego miró al segundo y dijo: ‘Ahora tenemos que hacer este’”.

Hoy en día, Rolle es médico y, a sus 35 años, se encuentra en el sexto año de su residencia en neurociencia en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts. “Esas palabras de aliento, su fe en mí, su consideración, su disposición durante ese momento fue justo lo que necesité para poder avanzar al siguiente capítulo de mi vida”, afirmó Rolle.

¿Cuánto te costó renunciar a tu sueño de la NFL?

Cuando me dieron de baja en los Acereros de Pittsburgh, me dijeron abiertamente: “Tu talento está allí”. A eso respondí: “OK, entonces, ¿por qué están a punto de despedirme?”. Y respondieron: “Bueno, porque hay un tipo que no es tan talentoso como tú, pero esto es lo único que tiene en su vida. (Un portavoz de los Acereros se negó a comentar). Necesita el fútbol americano. Tú, por otro lado, bueno, no me preocupa tu futuro. Puedes llegar a ser presidente o médico. Te va a ir bien”. Así que es casi como que, si no hubiera tenido otra cosa a la cual recurrir, habría estado en una posición más favorable.

Eso fue demasiado frustrante. Es decir, me cuesta explicar lo difícil que fue aceptar esos comentarios y luego también conciliar lo que veía y cómo me estaba desempeñando junto a estos jugadores que estaban obteniendo las oportunidades que me estaban negando. Fue el mayor grado de frustración que experimenté en mi vida, la mayor decepción. Nunca me sentí tan pisoteado en mi vida. Fue una época en la que sentí que había fracasado y que había decepcionado a quienes me rodeaban.



¿Cómo te cambió el camino que escogiste?

Existe una filosofía del 2 por ciento que aprendí de mi entrenador de fútbol americano en la FSU, Mickey Andrews. ¿Puedes ser un 2 por ciento mejor de lo que fuiste ayer? Puedes hacerlo si das pequeños pasos todos los días hacia una meta más grande. Eso me ayuda a darle más sentido a los desafíos, tareas y responsabilidades que tengo.

Aprender a hacer una craneotomía, aprender a ponerle pañales a tus hijos recién nacidos y a ser un mejor y más atento esposo, yo quería lograr todas esas tareas. Cualquier objetivo, a corto o largo plazo, no se siente abrumador o debilitante. Se siente manejable. Aprecio y me doy palmaditas en la espalda por los pequeños avances, los pequeños triunfos que logro cada día. Es una ráfaga de dopamina en mi lóbulo límbico que dice: “Lo estás haciendo bien. Esta es una recompensa por hacerlo bien”.

¿Cuál es tu mayor desafío actual?

Justo ahora, el mayor desafío es encontrar el tiempo para ser atento y estar plenamente presente en todos los aspectos de mi vida. Es decir, por ejemplo, cuando estoy bajo presión, operando un tumor cerebral y el paciente ha estado convulsionando, en ese momento todos esperan que sea el mejor neurocirujano posible con las mejores habilidades, la mejor destreza y con una gran capacidad para tomar decisiones.

Y luego, al terminar, debo ser el mejor mentor para estos 12 o 13 jóvenes negros a los que asesoro y que son todos estudiantes de Medicina interesados en la neurocirugía. Lo llamamos el Cuadro de Honor Rolle. Y luego está lo que hago justo ahora, que es ser el mejor padre posible y estar lo más presente que pueda para mis cuatro hijos: Zanzi, Zafar, Zora and Zayed. Y también, ser el mejor y más detallista esposo que pueda ser. Entonces, se trata de poner todas estas cosas en sus espacios para que pueda comprometerme con ellos, porque se lo merecen. Todos se merecen el 100 por ciento.

¿Qué crees que te impulsa a seguir adelante?

Creo que Dios me puso en esta posición para ser un faro de esperanza, una luz, un mentor y un defensor. Estaba en la primera línea de respuesta cuando surgió la covid y fui a los programas de televisión para hablar sobre las disparidades entre negros y latinos en la atención médica. Fui puesto aquí para ser el padre de mis cuatro hijos y el esposo de Latoya, mi esposa.

Hay una idea que también me motiva. Hay tantas personas que se sacrificaron por mí —gente que conozco, y gente que no conozco— para que yo pudiera estar donde estoy. Que han dado su vida para que yo pudiera votar, tener una educación, asistir a ciertas escuelas, tener ciertos trabajos y poder emigrar a Estados Unidos. Ahora nuestro trabajo es pagar esa deuda siendo lo mejor que podemos ser en todo lo que hacemos. Y eso me lo tomo muy muy en serio.

Tus actividades profesionales y tu vida personal son muy intensas. ¿Cómo encuentras el equilibrio y cómo renuevas tu energía?

Con mi familia. Mis hijos me tocan la barba y cantamos el tema musical de la caricatura CoComelon. Me encanta hacer ejercicio. Viajar con mi esposa. Y tengo un gran grupo de amigos y muchas personas que me hacen reír. Les gusta que yo sea feliz, y que me vaya bien. Hablan conmigo y me llenan de vida.

¿Qué les dirías a las personas que sienten que están estancadas en su vida y aún quieren perseguir un sueño?

Lo primero: nunca es demasiado tarde. Segundo: eres necesario. Sigues siendo necesario en esta vida. Tu ruta puede ser tuya y es para ti. Lo que Dios tiene destinado para ti será para ti. Perfecciónalo. Púlelo. Sé un maestro de eso. Ámalo. Hazlo bien. Impacta a las personas cuando lo hagas y ayuda a elevar a alguien contigo.

¿Cuál es el siguiente paso en tu vida?

Estoy en el sexto de los siete años de mi residencia en neurocirugía y debo hacer otro año de especialización en neurocirugía pediátrica. Mi objetivo a largo plazo es practicar la neurocirugía en Estados Unidos durante la mayor parte del año y luego pasar una parte del año en mi hogar en el Caribe, desarrollando servicios de neurocirugía en las Bahamas y en todos los Estados miembros de CARICOM, una organización de países del Caribe.

¿Qué lecciones pueden aprender las personas de tu experiencia?

Si lo miras por encima, quizás veas mi historia como algo inalcanzable, ¿cierto? Jugué en la NFL, tuve una beca Rhodes y ahora estoy involucrado en la neurocirugía. Sin embargo, sentir dudas e incertidumbre realmente permeó toda mi vida. Me sentí como un paria. Respondí a los problemas con violencia. Lidié con problemas de equilibrio entre el trabajo y la vida y retos en el lugar de trabajo. Pero pude encontrar maneras de superar o mitigar estos desafíos a través del proceso del 2 por ciento.



No creo que el éxito se parezca a una persona en particular. Creo que cada individuo tiene algo brillante adentro y tiene una responsabilidad y un propósito que les fueron asignados en este planeta para vivir en esta época.

The New York Times 

Ver más artículos de Elena Bergeron en