Una postura singular de nuestro tiempo es la convergencia que se ha planteado entre la tecnología y la existencia humana.
Inmortalidad Tecnológica
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Por Waleska Perdomo Cáceres

Resultando de ella una diatriba en la frontera del conocimiento y la aplicación de los avances de la ciencia.
 
Es el caso tanto del posthumanismo como postura filosófica, como del transhumanismo como la aplicación técnica de está corriente filosófica. Su impacto en la vida humana supone la épica de la superación de los límites de la biología del hombre.

Ante tal extensión, se accede a un espacio indefinido dónde ha cambiado el concepto de humanismo; pues desde estas posturas se aspira a un desarrollo cada vez más maduro de una visión posthumanista y desde lo práctico se esperan mayores avances transhumanos, lo que lleva a una nueva interpretación de los signos de estos tiempos donde la tecnología es cada vez más inmersiva. Desde ahí, lo posthumano implica otra comprensión de una existencia en un futuro - presente donde sus implicaciones impactan en lo que puede ocurrir luego de la vida física o la posibilidad de la expansión vital.
 
Esta es una sensibilidad diferente, pues se dispone de los medios biotecnológicos para mejorar las capacidades humanas y dar respuesta a la incesante búsqueda de la inmortalidad. Pero, existen los límites de la vida biológica y la consciencia de la mortalidad. La degradación del cuerpo físico, la vejez, la enfermedad o la prevalencia del ego, son temas que generan grandes crisis existenciales. Una angustia que podría detenerse ante la conciencia de que es posible el milagro de la inmortalidad, lo que haría llevadero el inevitable abandono del vehículo físico. Para que este sea un acto compasivo, que brinde solución ante la trascendencia de la existencia desde otra dimensión de conciencia.
 
Para Berg (2009) ese entendimiento no es más que la sabiduría, la luz que se enciende para ver lo que antes era invisible, lo que permite no tropezar con las mismas cosas. La luz que es la sabiduría del alma. Y desde ésta sabiduría, se abre la puerta para la aceptación de un cambio de pensamiento como señal de evolución, donde la búsqueda de la extensión de la vida biológica y la inmortalidad es posible, si se salta la idea de que el mundo material es el único vehículo para gobernar la existencia. La tecnología, los nuevos milagros, la comprensión del espacio inmaterial de consciencia y la colisión entre el posthumanismo y el existencialismo como corriente filosófica; modelan un futuro en construcción.
 
LA PLATAFORMA DE LANZAMIENTO

Todo empieza dónde termina, alguna vez se pudo pensar que el término de la vida física podría resultar un final. Uno muy triste para las personas que sobreviven al que deja el traje físico y se desprende a otro plano dimensional. Para los creyentes, podrían ir al cielo o al infierno. Para los no creyentes, tal vez podría prevalecer la tesis de las reencarnaciones o de que en realidad es el fin de todo. Pero, ¿qué sucede si este evento se mira desde la óptica de que al dejar el cuerpo físico, las almas o energía se reencuentran con una conciencia aún mayor que todo lo contiene y que además podríamos preservar sus ideas o imagen holográfica?

Entonces, la esencia espiritual del hombre se transforma en una plataforma de lanzamiento, dónde se deja el vehículo físico, para experimentar otro ser dimensional. Otros encuentros y espacios que dan la esperanza de una vida mejor y realmente mejor, dónde no hay dolor pues no existe la armadura física, o un plano artificial dónde se resguarda su esencia. Ésta es una concepción que trasciende el Quid de Tomás. La esencia, de lo que es. Pero sin la esencia intangible, sin esa energía; no hay existencia posible pues la existencia es el acto por el cual la sustancia tiene ser.

Esa sustancia bien podría llamarse alma, una causa integradora y organizadora que permite un orden espiritual - vital. Un prana que anima al cuerpo físico y lo que lo hace funcionar. Para los estoicos un Pneuma universal, en Plotino la segunda emanación del Uno, para Schelling un organismo viviente, un gran todo. En verdad, la esencia y la existencia son dos categorías inseparables dónde la existencia precede a la esencia y el ser humano es libre e independiente.

Desde la separación de la existencia y del ser, el existencialismo agnóstico en Hesse comentado por Granados (2021) manifiesta un orden y un propósito en la interacción del funcionamiento natural de todos los seres vivos. En especial el ser humano, su personalidad, el fluir de la vida y el devenir de la existencia. Una existencia humana celebrada por Kirkegaard que para el mismo Granados (2021) consideraba que los grandes hombres sobrevivirán en la memoria.

LA ANGUSTIA EXISTENCIAL

Y es manteniendo en la memoria esa existencia, dónde se exacerban las emociones porque el ser es cuerpo físico, mental y emocional el que se desconecta. Al apagarse la semilla de la vida se presenta la muerte, la nada, el abandono, el fracaso, la finitud. La angustia existencial es, de algún modo, lo más semejante al vértigo. Un malestar que aparece por sentirse vacío. Para Kierkegaard es ese vacío, la nada lo que engendra la angustia. Dentro del existencialismo humano como corriente filosófica se encuentra un universo paradójico, dónde el ser humano debe enfrentarse a la toma de decisiones, proceso del cual deriva la angustia existencial. En Unamuno, una cuestión de existencia mental.

Ante el caos y la confusión que implica racionalizar la propia existencia está el conocimiento de los límites de la condición humana. El no-ser. El desmaterializar el cuerpo físico, la trascendencia del hombre de hueso y carne de Unamuno. Para Chaves (1972), el hombre huye de la angustia, no quiere pensar en la finitud de las cosas o en sus propias imperfecciones. Entonces emerge una disputa entre la objetividad y la subjetividad. Es ahí donde entran en juego las categorías de la fe y la esperanza, en una creencia que toma asidero en una realidad desconocida, aquel sitio que está más allá de las estrellas.

Y la fe es precisamente la contradicción entre las ideas más íntimas y los anhelos irracionales. Una respiración que alberga el deseo imposible del individuo, pero se desvanece ante la incertidumbre objetiva. La fé podría resultar imposible, desde la razón. En Tomás de Aquino no hay conflicto entre razón y fe, sino que existe la armonía. Hay verdades de razón y de fe, sobre todo en los espacios que no pueden ser objetivamente verificables; como la inmortalidad del alma o la existencia de Dios. Pues la razón humana es también limitada, falible en la búsqueda de la verdad al igual que las revelaciones místicas. Pero la fe colabora con la razón en buscar la verdad aceptando aquellas cosas que no se pueden verificar por medio de la razón. La razón asiste a la fe, ordenando racionalmente los hechos.

En la verdad mística hay un espacio incognoscible, al que se aferra el creyente para tomar refugio en lo infinito y lo eterno, dónde alivia el dolor de su propia finitud. Un plano para la comprensión de la paradoja que implica el conocer sus propias limitaciones y querer trascenderlos. Para Unamuno, la existencia humana prevalece sobre la cognición pues el ser es mente, pero también carne y sentimientos. La angustia existencial por desear la vida eterna, ha llevado al ser humano a buscar el río de la inmortalidad y el árbol de la vida.
 
LA INMORTALIDAD Y EL CONCEPTO DE LO HUMANO

En está búsqueda del alargamiento de la longevidad o de atrapar la vida después de la vida, ha variado el concepto de lo que es humano, por lo que sería conveniente valorar un nuevo significado de lo que consiste ser humano en el siglo 21. Para Ferrando (2021) esto implica un cambio paradigmático dónde el ser humano ya no se reconoce como una especie entre muchas, sino que es una fuerza geológica, que tiene que ver con la tierra, sus habitantes y el todo. Que se impregna de la tecnología como espacio de existencia, dónde ya no es un medio o algo meramente utilitario. Es un poder ontológico capaz de transformar la vida.

Y desde estas nuevas definiciones, emergen las posturas alrededor de esa nueva comprensión de la existencia, dónde la tecnología se fusiona para trascender los propios límites humanos. Al respecto Ferrando (2021) comenta que el resultado transhumanista más importante es el potenciamiento humano abrazando la tecnología del futuro, como podría ser las mejoras genéticas o la transferencia de la mente a la máquina. Estas son posibilidades transforman la genealogía de lo humano.
 
Estas transformaciones han calado en el imaginario humano y gracias a la técnica existen avances en el tema de longevidad y expansión de la vida, por lo que la inmortalidad se debate entre la razón y la intuición por lo que se presenta la clásica paradoja de poder para asumir que la posibilidad de la eternidad, está al alcance humano. Pero desde esta posibilidad, la de vivir para siempre, a merced del tiempo puede ser una redención o una condena. Sobrevivir biológicamente al tiempo desde una longevidad asistida, resistiendo la perenne confrontación entre la vida y la muerte podría ser sumamente doloroso y la idea de sobrevivir a todos eternamente, es escalofriante.
 
Ante este escenario, la meta científica es conseguir la inmortalidad en poco más de 20 años, que es el tiempo calculado para hacer posible lo imposible. La descarga del cerebro en avatares que sean capaces de existir dentro de un espacio artificial, dónde las mentes quedan descargadas por medio de una momificación tecnológica, preservando la memoria, la identidad y forma de afrontar la vida. Desde una perspectiva del futuro, la intervención tecnológica posthumana implica una nueva vida sensorial aumentada por la replicación de la naturaleza, de modo que su potencial viene dada por su inmersión virtual y las simulaciones mentales, en otro paradigma dónde la compleja del mundo real-virtual-fenoménico pueda reinterpretar algunos conceptos de la filosofía naturalista como es el caso de la physis como forma de presencia.
 
El posthumanismo se erige entonces como un nuevo existencialismo, un replanteamiento de la vida desde las condiciones extremas experimentadas por la humanidad. El impacto de la pandemia ha permitido que se entienda el papel protagónico de la tecnología y de la forma como se hizo omnipresente. La tecnología no es simplemente el desarrollo de artefactos, es una velocidad de adaptación. Está postura filosófica deviene de la posmodernidad, para Ferrando (2021) emerge como una visión humana múltiple. Una especie que está en una antropocena dentro de una tecnoesfera interconectada, pues la tecnología es parte de la sobrevivencia humana, una manifestación existencial. Ya no es un medio, participa dentro de una autoconciencia que permite entender la finitud de la vida biológica, a pesar de que puede ser más longeva.

La misma Ferrando (2019) también comenta por se un devenir posmoderno,se mantiene la necesidad de la deconstrucción de lo humano como una opción híbrida para la apuesta a onto-epistemológica de una humanidad hiperconectada en sí misma. Lo cierto de todo ello es que la humanidad está transitando por grandes transformaciones dónde dónde se ve la emergencia como redefinición de lo humano, ante los grandes desarrollos biotecnológicos y de lo posthumano es un fenómeno de convergencia y singularidad hacer frente a la urgencia de una integral.

La nueva integración existencial asume a un ser humano multidimensional, bioético, ecológico, global, tecnológicamente conectado, emocionalmente en expansión y espiritualmente integrado. Está dentro de un juego cósmico que implica el desarrollo de la armonía con la individualidad y a la vez desde lo colectivo de lo que se entiende como existencia, como vida. La promesa de la inmortalidad está ahí. En el sobrevivir de la existencia humana.

REFLEXIONES AL CIERRE

El Posthumanismo es una nueva forma de existencia. Es la integración de todo lo que existe, incluyendo a la tecnología como eje articulador de nuevas ontologías dónde se trasciende el dualismo, pues ya no existe la diferencia entre la mente y el cuerpo. Aparece la borrosidad de los tiempos postdualistas en Ferrando (2021) se impregnan con la una postura posteocentrica con un hombre que co-crea el mundo tal como lo conocemos. Dónde las cosas son físicas, artificiales, emocionales y los fenómenos son tan complejos que tienen una alta intensidad para ser comprendidos.

La existencia no es dicotómica, es múltiple. Está inmersa en la tecnología como parte humana y de la sociedad. Por lo que la trascendencia de plano es más bien un tema de transferencia dimensional, es posible la longevidad pero a la vez el cuerpo biológico tiene una finitud. También hay un espacio dónde todo es desconocido.
 
Todas estas concepciones apalancan tanto la aplicación como la comprensión de grandes avances tecnológicos por cuanto se han hecho cambios importantes en la identidad humana, ante la posibilidad de duplicación o modelado de la naturaleza hasta llegar a su réplica. Desde ahí que las mejoras genéticas se normalizaron, la transferencia de la mente ya comenzó mediante el respaldo de fotografías, video u opiniones en redes sociales, por ejemplo, hace que podamos ver el mundo desde la perspectiva de las personas que ya no están. La cotidianidad está impregnada de las conversaciones con asistente basados en inteligencia artificial.

Para llegar a un nivel de aceptación de los cambios propuestos por el posthumanismo y la cada vez más posible inmortalidad, Berg (2009) comenta que el viaje a la vida es circular una semilla que se mueve hacia adelante en el tiempo y que tiene la posibilidad de renacer desde la habilidad de gobernar la materia. Ver la existencia desde otro punto de vista, será develar el secreto de la vida misma dónde solo existe una fuente de energía, la luz.
 
Como la consciencia del mundo tiende a creer en la mortalidad, el proceso de tristeza - envejecimiento se activa, pero la luz del alma se mantiene encendida dentro del cuerpo aparente. Es el mismo ser el culpable del caos, el dolor y el sufrimiento.

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