Estamos en los días de las hayacas. No tardan en salir las disparatadas fábulas sobre el origen del plato navideño
La historia de la hayaca
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Por Luis Heraclio Medina Canelón 


Vamos a desmontar mitos y con referencias históricas a explicar la evolución del pastel favorito de estas fechas. En todos los pueblos indoamericanos, desde lo que hoy es México hasta Perú, desde tiempos precolombinos se consumía un pastel de maíz, hervido y envuelto en hojas vegetales, unas veces del propio maíz y en otros casos en hojas grandes, como por ejemplo el “bijao” que tiene una hoja muy parecida a la del plátano, sin dar fruto comestible. Aquí debemos aclarar que el plátano o el cambur no existían antes de la llegada de los europeos, ya que esta planta fue introducida por los conquistadores aproximadamente en 1517 a Santo Domingo y de allí se fue extendiendo por todo el continente.

Este pastel tenía diversas formas: rectangular en algunas partes y esférico en otras, y se aliñaba con los vegetales existentes en cada lugar, ají, papas, etc. También en algunos casos se le añadían las carnes que podían cazar los indígenas: aves, pescados, ranas, chiguires, venados, etc. Pero era básicamente lo mismo. Por su puesto, que su nombre también variaba de tribu en tribu. Las denominaciones que han sobrevivido al tiempo son entre otras: tamal, humita, bollo… y hayaca.

La primera referencia escrita, que constituye una prueba histórica de la existencia de un pastel en lo que hoy es Venezuela llamado “hallaca” la encontramos en un expediente de un juicio de 1538, en los tiempos de los welseres, que se encuentra en los “Archivos de Indias” en el cual declara uno de los tatarabuelos de Simón Bolívar, don Juan de Villegas, fundador de Borburata, en el cual se acusaba de abuso de autoridad al alcalde de Maracaibo por haber mandado a azotar

“al soldado Francisco de San Martín y le mandó a colgar del pescuezo dos hayacas de maíz… porque cogió unos indios, unos ovillos de hilo de algodón y unas auyamas para comer”

Esta es la primera vez que en la historia aparece la palabra “hayaca”, un pastel de maíz; y es de resaltar que la forma de su escritura es con “Y” y no con “LL” como muchos lo escriben hoy. Más abajo explicaremos la razón de esto.

Apenas siete años después de que debuta la palabra “hayaca” en aquel expediente, vamos a encontrar la segunda referencia escrita a la existencia de un alimento llamado “hayaca”, y hasta una descripción del mismo. Se trata de un viajero italiano llamado Galleoto Cei, que visitó nuestro país en 1545, y publicó un libro en italiano con el nombre de Viaggio e relazione delle Indie (Viaje y descripción de las indias). El italiano es el primero en recopilar una serie de vocablos autóctonos como guacharaca, arepa, tapara, cacao, cachicamo, y “aiacca”, lo que dicho en italiano, evidentemente suena: ayaca.
Galleoto nos dice que los arawacos al maíz lo ponen en remojo de un día para otro lo van moliendo, hasta que lo hace masa, después hacen unas panelitas y las envuelven en hojas del mismo maíz o de caña y poniéndolas a cocer en una vasija grande de tierra, donde caben muchas, dándole a cada indio una o dos y algunas veces las guardan tanto que se vuelven ácidas y a esta clase de pan llaman “aiaccas”. Hay que aclarar que cuando habla de caña no se refiere a la caña de azúcar que todavía no había llegado a América, sino a la “caña de indias” autóctona de Suramérica, que tiene una hoja grande, algo parecida a la del plátano.

Esa primitiva hayaca mencionada por Cei es algo más humilde que sus idénticos hermanos “tamal” y “humita” ya que a diferencia de estos está compuesta de puro maíz, mientras que los otros llevan carnes de rana, iguana, caracoles, venados u otros animales autóctonos. Las carnes y los otros ricos manjares son añadidos a la hayaca cuando los conquistadores, colonos y criollos enriquecen aquella primitiva y pobre hayaca de sólo maíz con carnes de cerdo, gallina y res y aceitunas, alcaparras y otros ingredientes traídos de Europa. Y es así gracias al aporte de los conquistadores con las más ricas carnes y especias traídas de Europa como la modesta hayaca de los nativos se convierte en la pomposa hayacaque disfrutamos los venezolanos de la modernidad.