18 DE OCTUBRE 1945: UN DESLINDE HISTÓRICO
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Hegel dice, en alguna parte, que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se repiten, para decirlo de alguna manera, dos veces. Pero se olvidó de agregar:
la primera, como tragedia, y la segunda, como farsa.
Carlos Marx. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”


Luis Oswaldo Dovale Prado 

El 18 de octubre de 1945, se produjo en Venezuela un cruento golpe de Estado que puso fin al gobierno constitucional liderado por el general Isaías Medina Angarita. 


El plan conspirativo consumado fue fraguado por grupos económicos y militares nacionales, la dirigencia de Acción Democrática, las transnacionales petroleras y el departamento de Estado norteamericano. El presidente derrocado, tal como lo pautaba la Constitución de la época, había sido nombrado presidente de la República por el Congreso Nacional el 19 de Abril de 1941. Este acto se concretó mediante elección de segundo grado que arrojó 130 votos a su favor contra 13 que logró el escritor Rómulo Gallegos, candidato del partido blanco. Rómulo Betancourt, fundador de Acción Democrática y uno de los artífices de aquél cuartelazo anticonstitucional, en su intento de justificar su participación protagónica en ese infausto acontecimiento, escribió en su obra, “Venezuela, Política y Petróleo”: “Había descontento popular, por la ineptitud y corrupción administrativas, por la generalizada pobreza; por la insinceridad institucional del régimen, […] exigíamos la devolución al pueblo de su soberanía usurpada, […] pugnábamos contra la ausencia de articulación modernizadora en los órganos del poder público y contra la persistencia de una de las plagas peores que siempre había minado al Estado venezolano, restándole respetabilidad a sus gestores: el peculado […] Reclamábamos una mayor participación nacional en el disfrute de la riqueza del subsuelo, explotada por el capital extranjero; y la reinversión de ese mayor provento que así se obtuviese en la creación de una economía diversificada […] Exigíamos se utilizara esa coyuntura (guerra mundial) propicia, cuando el petróleo era materia prima de fundamental interés y cuando las empresas productoras alcanzaban beneficios excepcionales…” Ahora bien, como toda verdad histórica tiene un contenido y sentido de clase, la de Medina Angarita no podía ser una excepción. Además, los hechos que registran las realizaciones de su gestión, sin dudas, evidencian que su paso por el poder marcó el tránsito entre una Venezuela ahogada por la ausencia de libertades políticas y sociales y otra en la que se abrieron los cauces hacia una democracia que permitió un poco más de atención y participación de la gente de todas las clases sociales en asuntos que le afectaban directamente.  


Al respecto, en entrevista muy poco conocida y concedida en Caracas al periodista colombiano Luis Henrique Osorio, el 6 de diciembre de 1942, el presidente defenestrado ofreció su propia versión acerca del proyecto político que se disponía desarrollar para el país y dijo: “...Creo que mi deber como presidente es buscar, en todo cuanto esté a mi alcance, la felicidad del pueblo venezolano. Esto es muy amplio, y hay necesidad de concretar ciertas cosas, de seleccionar esfuerzos para empezar por lo más urgente. En tal sentido creo que nuestros problemas básicos son sanear, educar y poblar. Mi aspiración más grande, sin embargo, respecto a Venezuela es que se reafirmen los principios de libertad: que la gente aprenda a vivir con libertad y a gozar de ella […] Parece que el deseo se está cumpliendo. Usted ha visto cómo se vive ahora en este país. Aquí cada cual dice lo que quiere […] Ojalá, eso sí, que sepamos hacer buen uso de la libertad […] Si logramos mantener esta atmósfera moral es un gran triunfo para la nación […] Además, creo que hay que ayudar en cuanto se pueda al campesino y al obrero. De mi último viaje al Zulia y los Andes he venido complacidísimo, y aún más compenetrado con la buena índole de nuestro pueblo. Él en verdad no pide sino lo que humanamente se puede desear para que un hombre viva con tranquilidad. No quiero que en esto se vea demagogia; pero aspiro a que todo hombre que desempeñe en Venezuela un cargo dirigente, se ocupe ante todo del campesino y del obrero. Y esto es fácil porque nadie reclama cosas exageradas, y nuestras masas son buenas, sanas y fáciles de conducir. 


A veces los líderes las extravían por el mismo afán de servirlas; pero esto ha de solucionarse con la formación y madurez de los nuevos partidos políticos, que soy el primero en propiciar. Respecto al petróleo, lo que dije en Maracaibo contiene todo mi punto de vista, y creo que en ese sentido vamos progresando. El gobierno de Venezuela no persigue sino un sistema de equilibrio que sea mutuamente beneficioso: porque cualquier cosa que perjudique a las compañías extranjeras es dañoso también para el país. Somos socios. Ellos tienen la organización industrial y nosotros la materia prima. Yo aspiro a que se nos dé lo que en justicia nos corresponde como propietario de esa materia prima.” No obstante, consideremos o no cierta una u otra interpretación del momento en cuestión, lo único imposible de negar es que Medina Angarita fue apartado de su responsabilidad presidencial por la fuerza de las armas y en una fecha que luego sus propios protagonistas (los adecos) empezaron a incorporar en la historiografía tradicional venezolana con la denominación de Revolución de Octubre. Manifestaciones discursivas y de masas se hicieron sentir en distintos rincones de nuestra geografía y algunas de ellas se conservan como fuentes testimoniales determinantes para comprender y analizar aquellos sucesos que luego desencadenaron en la dictadura que por diez años impuso al pueblo venezolano el general Marcos Pérez Jiménez con apoyo absoluto de Washington. Al presidente derrocado, sus viscerales enemigos le siguieron un juicio de responsabilidad civil y administrativa hasta producir una interesada sentencia condenatoria (como se ha acostumbrado a hacer en Venezuela para destruir al adversario político) que muy bien pudo ser calcada en el tiempo postrero para castigar a los mismos que le juzgaron y que luego asumieron iguales funciones de Estado quebrantando Constitución y Leyes de la República. Del referido documento extraemos sólo unos interesantes párrafos que denuncian aquella ensañada persecución contra el primer magistrado depuesto: “En el caso concreto, el procesado general Isaías Medina Angarita, quebrantó la Constitución de la República en aquellas disposiciones que […] regulan su responsabilidad como empleado público y ante todo como Presidente […] Probados están los excesos del gobierno, sus hechos perjudiciales a la Cosa Pública, la manera cómo se prevalió de su condición para enriquecerse a expensas del Erario, abusar de sus funciones y propiciar la inmoralidad administrativa. El inculpado constituye un caso más de la larga historia de prevaricaciones, de desbarajuste administrativo, de gobernantes carentes de sentido específico de responsabilidad, que han azotado a Venezuela desde el comienzo mismo de la nacionalidad. De que ese caso sea el último debe encargarse el pueblo que vendrá a ser desde ahora el Soberano, no en disposiciones legales mentirosas sino dentro del marco de una viva y animada realidad [...] En consideración de las razones anteriormente expuestas, este Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa […] considera que el ciudadano general Isaías Medina Angarita se ha enriquecido sin causa, en beneficio propio y en detrimento de la Nación y cometido actos perjudiciales a la cosa pública […] En consecuencia, todos sus bienes declarados, con la exclusión ya hecha, pasan al Patrimonio Nacional por el solo hecho de esta sentencia.” En el estado Falcón, al igual que en otras entidades venezolanas, hubo manifestaciones de distinta naturaleza en apoyo a la administración derrocada. Un comunicado del Partido Democrático Venezolano (PRV) de esa seccional regional, fechado el 19 de Octubre de 1945 y firmado por su directiva integrada por Ismael Van Grieken, Raúl Dovale Pulido, Manuel C. Molina, J. A. Sierralta, Esteban Smith Monzón, Emilio A. Osorio y César Arteaga Castro, hizo pública la condena contra aquella asonada golpista y exhortó a las organizaciones políticas y al pueblo falconiano a “…mantenerse firmes y compactados a respaldar con fuerza, con firmeza y acción el Gobierno que preside el Gral Isaías Medina Angarita, marcado personero de la vida democrática de la República” y reafirmó que “El Partido Democrático Venezolano, en cuyas filas se agrupan hombres de responsabilidad ciudadana, leales y sinceros, hoy como siempre, hacen acción su lema: Presentes estamos para el servicio de la Patria.” Obviamente, estas notas constituyen apenas algunos comentarios acerca de esa etapa histórica venezolana que aún espera por una investigación seria que se realice desde las fuentes regionales y locales, en donde de seguro se encontrarán referencias testimoniales de sucesos, hasta ahora ignorados, que incidieron de forma determinante en el desarrollo de este proceso que aún no ha sido abordado historiográficamente en toda su magnitud y significación.

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