Por
José Blasini
Uno con frecuencia se siente orgulloso cuando habla de la sabiduría de los Padres de la Patria. Como con nostalgia y hasta envidia de una época que no vivimos. Nuestros líderes y aspirantes a líderes no parecen cansarse de citarlos y de interpretarlos para usar aquellas ideas originarias como inspiración y justificación para las marchas y contramarchas de sus planteamientos y acciones.
En estos días, por carambola, estuve revisando la "Historia Constitucional de Venezuela" de José Gil Fortoul y me conseguí con unas líneas interesantísimas, con los detalles de los formalismos de entonces, que son unas joyas que nos dan una ventanita para tratar de asomarnos un poco más allá lo que se cubre debajo de esas formas.
Me llamó particularmente la atención un párrafo que establecía quienes eran los que tenían derecho al voto. Advierto de una vez –porque el instinto de supervivencia es lo máximo y porque no quiero probar el umbral de tolerancia de mi mujer, que sospecho que es bajo– que voy a omitir toda referencia al derecho al voto de la mujer. Absolutamente toda.
Este era el parrafito:
"…tiene derecho de voto todo hombre libre, ciudadano venezolano, vecino de la parroquia, mayor de veintiún años, siendo soltero, o menor siendo casado y velado, y requiérese además que posea bienes libres por valor de doscientos a seiscientos pesos, según sea soltero o casado y según se encuentren los bienes en las capitales de provincia o en otras poblaciones; o que tenga grado en una ciencia o arte, o sea propietario o arrendador de tierras para sementeras o ganado, con tal que sus productos alcancen a la suma asignada para los respectivos casos de soltero y casado. No votan: los dementes, los sordomudos, los fallidos, los deudores a caudales públicos con plazo cumplido, los extranjeros, los transeúntes, los vagos públicos y notorios, los que hayan sufrido infamia no purgada por la ley, los que tengan abierta causa criminal de gravedad, y los que siendo casados no vivan con sus mujeres sin motivo legal."
Casi nada. Vamos a verlo por pedacitos…
…mayor de veintiún años, siendo soltero, o menor siendo casado y velado…
En primer lugar, para poder votar había que ser mayor de 21 años, o, si era menor, ser "casado y velado". Resulta que el matrimonio en esa época se hacía como en dos fases. En una primera ceremonia te desposabas, pero en la segunda te casabas por la Iglesia, en un acto con misa, cirios, padrinos, un yugo, para que no quedaran dudas de las intenciones, y unos velos que les ponían a los novios. De allí lo de "velado".
Parece que, si no se pasaba de la primera fase, el novio se podía echar para atrás. Solo después de completada la ceremonia de la velación se podía compartir casa, mesa y cama. ¿Para que servía la primera ceremonia? No sé. A lo mejor eso fue lo que dio origen a lo de querer "llegar a segunda" en una cita y no lo del beisbol, como se ha venido equivocadamente creyendo.
Por cierto, Simón Bolívar se casó con María Teresa del Toro, en Madrid en 1802, a los 19 años. Como la herencia de Bolívar dependía de que tuviera un matrimonio bien formalito, se acordó un valor a su prometida de 100.000 reales, "por su distinguido nacimiento, su virginidad, sus cualidades personales y por su disposición a dejar España para acompañarlo a Venezuela". ¿Cuánto hubiera tenido que pagar si la valoración la hubieran hecho ahorita? Una fortuna. Seguro. Lo de su virginidad y su distinguido nacimiento, aunque no es frecuente, hoy quizás estaría en un segundo plano; sus cualidades personales muy probablemente habrían sido un factor de peso. Pero el factor determinante, para valorarla como por varios millones de Euros, habría sido el detallito ese de su disposición a acompañarlo a Venezuela.
Simón, casado y velado, en 1802, tenía entonces el derecho al voto. Habría que pasar consulta legal de interpretación al año siguiente, cuando ya era viudo y menor de edad, para ver si lo seguía teniendo. Bajo el texto de la constitución de 1811 este casito no queda claro.
…y requiérese además que posea bienes libres … o que tenga grado en una ciencia o arte, o sea propietario o arrendador de tierras…
Luego venía una jerigonza de bienes libres y cientos de pesos, tierras para ganado, se diferenciaban los bienes en Caracas de los de Chacaíto para allá, etcétera. O sea, en resumen, si no produces, no votas. Comunistas no eran. Socialistas no parecían. Mas bien, eran capitalistosos.
Había también un detallito con eso de "que tenga grado en una ciencia o arte". Moral y luces, diría Bolívar, más tarde, hablando de nuestras primeras necesidades. ¿Eso cuándo cambió? Si se les exigía un grado a los votantes, de los candidatos mínimo esperaban un posgrado. En el párrafo de los requisitos de los votantes no habla de los requisitos de los elegibles, pero uno supone.
…No votan: los dementes, los sordomudos…
Luego dice específicamente quienes NO votan. Se entiende que los dementes no voten, pero en su inocencia, propia del siglo XIX, esta categoría no quedó expresamente excluida para los candidatos a ser elegidos. Ese descuido se coló y todavía no se ha corregido. Hasta un Locoven tuvimos. Y es que, en Venezuela, si te paras en una esquina y gritas ¡EPA LOCO!, voltea todo el mundo.
Lo de los sordomudos si creo que fue un error. De los pocos. Porque si se lo exigían a los votantes, seguro se lo iban a exigir a los elegibles. ¿Para qué limitarlo? ¿Se imaginan el placer de tener un presidente mudo? Que tuviera que pasar todo por escrito. Así debe ser el Cielo. Caldera, Chávez y Maduro deben haber acumulado mas horas en televisión que todos los juegos de béisbol de la LBPV.
Lo de que no sean sordos sí que nunca se les ha exigido a unos u otros. Eso es obvio.
…los fallidos, los deudores a caudales públicos con plazo cumplido…
Fallidos se les decía a los que habían quebrado un negocio. Imagino que por haber demostrado carencia de criterio o, más aún, ausencia de juicio, dependiendo del tamaño de la quiebra. Un fallido no debería votar ni ser elegible. Eso suena bien.
Los deudores a caudales públicos con plazo cumplido, o sea, los que deben plata y están atrasados. Morosos pues. Acá es importante volver atrás. El que no produce, probablemente ni tenga deuda ni va a ser un fallido, porque no se puede ponchar el que no sale a batear. Por eso, en su sabiduría, la Constitución de 1811 establecía que el que no produce, no vota. ¿Quién quitó eso?
…los extranjeros, los transeúntes…
No vamos a hacerles perder tiempo con el tratamiento obvio que se debe dar a extranjeros o transeúntes. Creo que eso lo tenían clarísimo, ni deben votar ni ser elegibles.
…los vagos públicos y notorios…
Esta frasecita da para un libro completo. Pero, por ahora, vamos a dejar la cosa en corto.
Acá hay un problemón. Lo de "vagos" está más o menos claro. Pero para tratar de ser lo más legalito posible, habría que definir bien eso de "público y notorio". ¿Es que se debe entender que un vago discreto es aceptable? o sea, un vago encapillado. Yo creo que la clave vuelve a caer en eso de que el que no produce…
…los que hayan sufrido infamia no purgada por la ley, los que tengan abierta causa criminal de gravedad…
Infamia no purgada por la ley. ¿Qué es esto? Si hay rumores infames sobre alguien, hasta que la ley no los descarte como pura paja sin fundamento, ¿valen? Eso parece inspirado en que "cuando el río suena piedras trae". En esa época la gente como que no se ponía a hablar por hablar. O porque eran más seriecitos o porque se batían en un duelo a muerte, sin pensarlo mucho, por cualquier quítame esa pajita. Esto último si que lo motivaría a uno a pensarlo bien antes de empezar a hablar.
Hoy, con las redes sociales, no votaría ... ¡nadie!. Algo así como cuando Ricky Martin no había salido del closet o que a Santander no le caía Bolívar. Esas infamias no fueron purgadas por la ley. Nunca las purgaron porque nunca las reclamaron legalmente. Aunque resultaron ciertas. Pero según la Constitución de 1811 esas infamias si hubieran sido un impedimento. Ni Ricky ni Santander habrían podido votar. En ese siglo no comían cuento, no había Internet ni redes sociales, pero todo el mundo sabía quién era Salazar, el espía. Debe haber sido entonces cuando acuñaron esa perla de la sabiduría popular de que hay dos cosas que no se pueden esconder, la tos y la riqueza.
…y los que siendo casados no vivan con sus mujeres sin motivo legal…
Esto es muy duro. Un poco atrás hablábamos de juicio y criterio y es que, aunque hace falta mucho criterio para escoger bien una pareja, también es cierto que esa pareja te puede hacer perder el juicio.
En resumen…
Nuestros próceres la tenían clarita. Ahora, una democracia, como se dice democracia ahorita, ni tanto. Ni era directa, ni indirecta, ni participativa, mucho menos popular. No todo el mundo votaba. ¿Estaban equivocados o más claros que el canto del gallo?
…
Por ahora lo dejamos hasta acá. Un día de estos le caemos al temita ese de "los vagos públicos y notorios" que dejamos pendiente.
Originalmente publicada eneltapete.com. Actualizada el 3 de noviembre de 2019.