Cómo liberarnos de la angustia
Por Maytte Sepulveda: Cuando hacemos planes no es extraño que la mente nos juegue sucio y nos muestre temores infundados que pretenden paralizarnos. Aquí te ayudo a combatirlos
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La mayoría de las veces vemos las dificultades como situaciones que no podremos superar y es entonces cuando se activan las emociones negativas que nos impiden razonar con claridad y objetividad. Al mismo tiempo surgen los pensamientos catastróficos y nos invade la desesperación. Generalmente nos sentimos angustiados ante la incertidumbre frente a lo que imaginamos que se pueda presentar y que, si bien no ha sucedido todavía, la mente se encarga de agrandarlo y agravarlo hasta que se enciende la angustia.

La solución comienza por definir el problema para luego dividirlo en partes, lo que a su vez nos facilitará delimitar los objetivos y así resolverlo más fácilmente. En este proceso tenemos tres posibilidades: quedarnos paralizados, evadirnos y salir corriendo o enfrentarlo y actuar.

Por ejemplo, si hablar en público te pone demasiado nervioso pero forma parte de tu trabajo, lo que necesitas es prepararte muy bien: tomar algunas notas importantes que te den pie para mantener tu exposición, tener un par de recursos divertidos que sirvan para relajar al público y mantener su atención, y mirar a esas personas que te sonríen desde el principio. Seguramente te vas a sentir nervioso los primeros cinco minutos, pero inmediatamente experimentarás una confianza que te hará sentir cómodo y seguro.

No comiences por lo más difícil. Recuerda hacer una cosa a la vez, paso a paso, no desanimarte ni permitir que otros lo hagan, y buscar recursos que te ayuden a superarlo.

Aquí te dejo unas claves

Practicar el aquí y el ahora. Cada vez que la mente trate de llevarte a imaginar lo que sucederá después regrésala con tu voluntad al aquí y al ahora. Con un sencillo ejercicio de ubicación puedes regresar tu atención al lugar y al momento donde te encuentras.

Hablar con alguien. Buscar y aceptar ayuda es necesario cuando nos sentimos atrapados en una espiral de angustia de la que no logramos salir. Contar con la escucha atenta e incondicional de otra persona nos permitirá librarnos de pensamientos y emociones alteradas y recuperar la claridad, el balance y la serenidad.

Bajar la autoexigencia. La mayoría de las veces el enemigo más grande es el hábito de exigirnos demasiado, como si de esto en realidad dependiera el éxito. Comienza por ocuparte de una sola cosa a la vez, aprende a administrar tu tiempo, distribuye responsabilidades, tareas pendientes y compromisos de acuerdo con la energía que te tomará cada uno. Suavízate la vida.

Tomar acciones. Es probable que hayas analizado suficiente tu situación y que lo que en realidad te falta sea tomar decisiones y acciones. Pregúntate qué puedes hacer para afrontar asertivamente el temor, la inseguridad o la preocupación. Una vez que lo hayas definido da los pasos necesarios para cumplirlos y sacarlos de tu mente como tareas pendientes.

Practicar Mindfulness. Dedica 15 minutos al día a practicar la atención plena. Busca un lugar tranquilo, donde puedas sentirte cómodo, siéntate, cierra los ojos, concéntrate en tu respiración y ve soltando los músculos del cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, continua respirando a tu propio ritmo por unos minutos, y descansa. Luego, sin abrir los ojos, recuerda tu posición, el lugar donde estás y abre los ojos lentamente. Reserva un momento de tranquilidad para hacer alguna actividad que despeje tu mente, te relaje y te renueve. La ansiedad puede ser una amiga que nos anuncie la necesidad de una transformación.

 
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Foto Principal: Archivo Digital