Eutanasia, la muerte y las decisiones
Por Mariell Alvarado: Un tema interesante y difícil de juzgar en una sociedad renuente a aceptar que es complejo, y sería injusto ignorar la nobleza del cometido y la subjetividad que implica
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La palabra eutanasia suele tener un duro contexto en el ámbito social. Es un término que suele “normalizarse” por encima de otros con poca relevancia y que la sociedad misma se ha encargado de aligerar, apuntando que “todo debe seguir” y “las generaciones deben continuar”. Adicionalmente, la sociedad ha cambiado y haciendo uso del humor se toma casi como un juego el tema referente a la muerte.

Las elecciones siempre conducirán a varios caminos para afrontar lo que llaman el destino. Sin embargo, el tener que dar el paso por otra persona y ponerle punto final a una vida tiene un peso difícil de cargar.

Por razones astrales, materiales o místicas que puedan argumentarse, tomar la decisión implica soltar a ese ser querido que ya cumplió su objetivo. Las emociones encontradas y la decisión tomada es complicada, pero el yo interior dirá, “esto era lo mejor, ya no podía seguir viviendo, no había otra manera”.

Para la Organización Mundial de la Salud eutanasia es la “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”, complementando que es “toda acción u omisión conducente a acabar con la vida de una persona para evitar su sufrimiento”.

Es interesante pensar que, según esta definición, lo que diferenciaría la eutanasia de un homicidio es la intención de “evitar el sufrimiento”.

Este tema nos incumbe a todos, cuestionando la vida y la muerte, y hace referencia a la moral de cada persona; pero, en efecto, no se debe juzgar pues todavía hay una sociedad renuente a aceptar que es un asunto complejo, y sería injusto negar la nobleza de este cometido así como ignorar “la subjetividad” que implica.

Hay que tener en cuenta que esta motivación nace desde nuestra cultura del placer donde existe una “repulsión visceral” a todo tipo de sufrimiento y dolor.

Cada país posee sus motivaciones éticas, morales y religiosas que permiten ser pleno, humanamente posible, bajo los parámetros culturales de cada nación y dentro de ellos están saber manejar temas como la eutanasia y la defensa de los derechos ajenos.

Bajo los argumentos de una sección periodística llamada “Acta Sanitaria” se explica que la eutanasia lleva tiempo legalizada en Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Suiza, Canadá, Colombia, Australia y algunos estados de EEUU. Y los resultados conseguidos después de la evaluación efectuada aportan elementos importantes para el debate y contribuyen a desmentir argumentos como la “pendiente deslizante”, según la cual “estas prácticas se aplicarían a personas vulnerables”.

Un fallecimiento es “adecuado” cuando está asistido por profesionales que evitan el dolor, controlan el miedo y la ansiedad del paciente, asegurando los cuidados necesarios. Pero debemos tener claro que estos temas debemos abordarlos para que se pueda apreciar que las vidas son importantes.

En Venezuela, la universidad de los Andes expresó que “si existe una disyuntiva entre la vida y la muerte, cuando un individuo pierde sus facultades motoras, psíquicas, para ya valerse por sí mismo, esta disyuntiva inicia una confrontación entre lo legal y lo ético”.

Estas discusiones acerca del derecho a “morir con dignidad” se retoma en los proyectos de ley donde el “derecho venezolano”, en ninguna de sus disposiciones legales, contempla el término eutanasia u otros términos relacionados con la muerte asistida.

A priori el deber común es tener en cuenta que la sociedad suele tomar a la ligera cada tema de gran interés, y debemos entender lo que hay detrás de un “yo quiero morir porque no soporto la vida”.


“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas” Pablo Neruda