Yoga en la tercera edad
Por Maritza Jiménez: Las posturas del yoga, flexibilizan las articulaciones, contribuyen a la irrigación sanguínea cerebral, “masajean” los órganos abdominales y ayudan a relajación consciente
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El pasado 1º de octubre se celebró el Día Internacional del Adulto Mayor, establecido por las Naciones Unidas desde 1990 con la idea de favorecer “sociedades cada vez más integradoras” para ese sector de la población que hoy sobrepasa los 650 millones de personas. Y se espera que en 2050 la cifra habrá aumentado a dos mil millones.

Este fue el tema del Primer Congreso Mundial sobre Envejecimiento Saludable, realizado en Malasia con el concurso de la Organización Mundial de la Salud, donde se señaló que “a menos que las sociedades sepan adaptarse, esa transición demográfica tendrá enorme repercusión en la economía, la sanidad, el desarrollo social y los sistemas asistenciales”.

El encuentro concluyó, al igual que en todos los foros y congresos sobre la materia que se realizan en el planeta, que “es necesario acrecentar los conocimientos acerca de la promoción de la buena salud a lo largo de la vida, para fomentar el envejecimiento saludable y en actividad”.

La actividad física es, sin duda, “lo más próximo a la fuente de la juventud”, según la OMS. Y mientras más jóvenes empecemos a entrenarnos, mejor salud tendremos en la vejez. Pero sin importar a qué edad empecemos, el yoga siempre puede ayudarnos a prevenir o mejorar los llamados “problemas de la edad”.

Las asanas, o posturas del yoga, nos mantienen ágiles por mayor tiempo al flexibilizar nuestras articulaciones, y el fortalecimiento de la columna vertebral libera de los dolores de espalda y de cintura, clásicos de la ancianidad inactiva. Igualmente evita el sobrepeso y previene y alivia enfermedades óseas y articulares, propias de los años.

Las posiciones que contribuyen a la irrigación sanguínea cerebral actúan contra el esclerosamiento de las arterias y ayudan a mantener la mente lúcida, en tanto los ejercicios de purificación de la respiración oxigenan los tejidos, manteniendo la vitalidad general.

Hay asanas que “masajean” los órganos abdominales y estimulan el tránsito intestinal, combatiendo el estreñimiento que padecen algunas personas con el paso de los años. La relajación consciente es un recurso valiosísimo para deshacerse del estrés y los efectos nocivos de las tensiones en el organismo, como sobrecarga cardíaca e hipertensión arterial.

Pero no solo el cuerpo se beneficia. En términos de nuestra mente y emociones, desarrollamos mayor paciencia, tolerancia y agilidad, por lo que su práctica constituye un apoyo terapéutico a los conflictos psicológicos de esta etapa, como angustia, soledad o inseguridad.

Si se decide a hacer yoga, como para iniciar cualquier actividad física, lo primero es consultar a su médico. Luego, el consejo general es escuchar al cuerpo, y no continuar ninguna postura que cause molestia o dolor.