Carmen Borges: La mujer de las guacamayas
Por Maritza Jiménez: Cierto, son muchos los que alimentan a estas coloridas aves, pero pocos tienen la relación que esta maestra de reiki ha desarrollado con alados de todo tipo
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Un Domingo de Ramos, hace ya ocho años, llegaron 12 a su ventana. “Me despertó el escándalo. Mi reacción fue de asombro y emoción. Tenía mango y cambur en casa, y les di, agradeciéndoles el regalo tan hermoso que me habían hecho”.

Desde entonces, Carmen Borges se ha convertido en la mujer de las guacamayas en Caracas. Cierto, es mucha la gente que les da comida a estas vistosas y ruidosas aves, pero pocos tienen una relación tan cercana como ella, tal como se aprecia en las numerosas imágenes que la muestran en contacto cercano con estos psitácidos que le han dado fama a nuestra capital como la de mayor especies en el mundo.

-Dicen que es peligroso para ellas que se acostumbren al contacto humano.
-¿Peligroso? Peligroso es seguir con ese miedo. Compartimos este mundo con muchos seres, ¿por qué no convivir en armonía y tratarnos con amor y respeto? Yo lo hago desde mi espacio, al igual que todas las personas que me rodean y con las que convivo y conozco. Unos con perros, otros con gatos, otros con peces. Yo conecto de mejor manera con los alados. Y lo hago.



-Además –agrega-, nuestras guacamayas de Caracas están acostumbradas a los humanos y todos en esta ciudad las amamos y estamos pendientes de ellas. Más bien trato de que la gente tenga conciencia. Siempre van existir personas con malas intenciones, pero la idea es que cada vez sean menos. Ya no nos gustan los animales encerrados, y aves menos, tienen alas para volar, estamos evolucionando. Nos gusta ver a todas las aves volar en libertad.

Es que Carmen Borges, madre de tres hijas, la menor de 11 años, un nieto de 10 y otro en camino, es maestra de reiki, el arte de transmisión de la energía vital a través de las manos y sus contactos con los pájaros le ha permitido comprobar con creces que “todos somos lo mismo”.
“Desde pequeña he tenido conexión con las aves”, confiesa esta caraqueña de madre portuguesa y padre venezolano. “Me llaman Blanca Nieves”, añade.



“La gente me trae animalitos para que los ayude o los cure. Aves que se han caído de sus nidos o que han encontrado golpeadas. Yo las ayudo, las atiendo y las libero. He tenido paraulatas, pollos, patos, zamuros, una vez un colibrí. Han sido muchos y tengo muchos cuentos lindos”, afirma, compartiendo la historia de Hei Hei, el gallo al que crió desde que era un polluelo, o la de Príncipe, el zamuro que la acompaña en sus meditaciones.

“Hei Hei y yo nos amamos. Pero como vivo en apartamento le hicimos una casa en el patio de un amigo que tenía gallinas; y él necesitaba espacio, tierra y novias. Lo visitábamos todas las semanas. El reconocía mi voz y la emoción cuando nos reencontrábamos no te la puedo explicar. Pero ese amigo tiene perros, y un día, sin explicación alguna, mataron a todas las gallinas, incluido Hei Hei. Fue horrible para todos”.

-Alguna gente rechaza a los zamuros.
-Yo no, yo los amo, me encanta ver su vuelo. Puedo estar horas observándolos. Y desde hace cuatro años tengo una relación con un zamuro, Príncipe. Es como un perrito. Me acompaña cuando subo al techo a meditar y entiende todo lo que le digo. La conexión es increíble, igual que con los otros… ¡Tengo una tropa! Hay un gavilán al que le falta una patica y que me acompaña junto con el zamuro a ver el atardecer; también un conoto que viene todos los días, y un cristofué que me hace unos shows buenísimos. Todos se acercan, piden comida y me acompañan”.



Borges comparte con su esposo, desde hace 20 años, dos productoras audiovisuales. Saturno Producciones que se dedica a la realización de comerciales publicitarios nacionales e internacionales para cine y televisión y, más recientemente, Frailejón Studio, de audiovisuales para redes sociales. “Pero desde hace cinco años soy maestra en terapias reiki para personas y animales. Es lo que hago y me gusta hacer”, aclara.

-¿Qué le ha dejado su contacto con los pájaros, qué ha aprendido?
-Ellos me llenan de paz, de amor. Me hacen entender que no somos tan distintos. Que viéndonos a los ojos nos entendemos más. Que no hace falta un lenguaje como tal, que hay un amor incondicional que hace que todo fluya. Que en lo simple me lleno completamente. En fin, hay cosas que no tienen explicación. Solo se sienten, se viven.