Obligante ante todo manifestar una excusa a la lectoría de este importante medio cuando hemos interrumpido puntualmente el esquema del trabajo divulgativo asumido desde hace semanas.
Paréntesis
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Por Manuel Salvador Ramos


“Uno puede preguntarse si el pensamiento de Emmanuel Mounier tiene capacidad de influir en el mundo contemporáneo. Sólo basta con echar un vistazo rápido a nuestra realidad actual y conjugarla con la que vivió el ilustre pensador francés para arribar a una respuesta. El 11 de septiembre de 2001, las guerras en Irak y Afganistán, las distintas y variadas guerras menores a lo largo del mundo, el colapso las bolsas de valores y los mercados en 2008 y 2009, acontecimientos todos que hemos tenido ante nuestros ojos, pueden perfectamente enfocarse como una crisis de civilización semejante a aquella de 1929 engendró a la Segunda Guerra Mundial y de la cual fue testigo Mounier. Hoy todo parece poner en peligro la propia supervivencia de la cultura occidental y la del ser humano en general a pesar de los lentos y hasta dudosos signos de recuperación. Por eso nos parece que la obra de Mounier, por su profunda carga humanística, su inspiración innovadora y su apertura a las filosofías contemporáneas, puede ofrecer a la sociedad y al hombre de hoy una orientación fructífera para su pensamiento y acción. Es posible que algunos consideren aspectos del PERSONALISMO como obsoletos, dado el contexto actual, pero la profunda inspiración de ese pensamiento no solo se reivindica en el presente sino que de hecho se vivifica, y ello es así porque el mismo no es una ideología sino una exigencia que se eleva desde el interior del ser. El pensamiento de Emmanuel Mounier es una manera exigente de responder a la crisis de la cultura actual dando un sentido a la vida y a la existencia humana, cuando llama a la responsabilidad de cada uno para cumplir con su deber frente a los llamamientos que nos hace la realidad desde la situación histórica en que vive cada quien. Dicho con sus propias palabras, “…el acontecer es nuestro maestro interior".
 
Los escritos de Mounier constituyen una lección para el imaginario de la vida y para alcanzar la cimentación de genuinos valores que sirvan para afrontar los conflictos existenciales y la crisis axiológica que afecta al mundo entero, pero particularmente a las jóvenes generaciones. Por eso que el pensamiento del filósofo de Grenoble es necesario no solo estudiarlo sino realzarlo y asimilarlo dado el compromiso que expresa cuando reafirma el primacía de la PERSONA y busca llevar a los hombres tanto al descubrimiento de sus capacidades de conocimiento como a la elaboración de sus verdades y anhelo, en ruta hacia el sentido último y definitivo de la existencia. Su pensamiento está inspirado en ansia y preocupación por el hombre, teniendo como sustrato fundamental que la relación entre las personas es una categoría constitutiva del ser humano y que la relación con el otro ocupa un espacio decisivo en el hombre.
 
El mundo actual, desgarrado por el hedonismo, la frivolidad y la exacerbación individualista, propicia y estimula entre otros males la corrupción de individuos, gobiernos y corporaciones, induciendo de esa forma, directa e indirectamente, la preminencia de conductas delictivas como modelos del éxito individual. Por ello hablamos de la vigencia del gran filósofo francés cuando propugna unas relaciones de alteridad y de reciprocidad en las que el espesor ético constituya el núcleo de la convivencia, pero en la consecución de esa meta es esencial el encuentro real del yo con el tú en un horizonte dónde la reciprocidad de las existencias y el sincretismo de su encuentro múltiple, induzca el parto de las capacidades y las potencialidades. Ese es el contexto que permitirá gestar un arquetipo existencial que se asiente en la regeneración de LA COMUNIDAD, no como mera ficción legal o ideológica, sino como respuesta tangible y progresiva a los planos cerrados del existencialismo individualista que han arrastrado al hombre a ser solo un agregado dentro de engranajes abstractos”.