Una joven de la clase trabajadora fue sentenciada a una larga pena de prisión. Los poderosos funcionarios que le pagaron reciben castigos más leves, pero la opinión pública de China tiene preguntas.
#MeToo en China
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Por Li Yuan


La mujer era de un pueblo pobre y tan solo tenía 19 años cuando comenzó una relación sexual con el jefe de la policía local. Pronto, tuvo encuentros con otros líderes locales, entre ellos autoridades policiales y hospitalarias. Algunos de esos hombres le dieron dinero. Mucho. Para cuando las autoridades la atraparon y acusaron de extorsión, Xu Yan había recibido 573.000 dólares de nueve hombres, incluidos ocho funcionarios, según documentos presentados en la corte. En diciembre, fue sentenciada a trece años de cárcel y se le ordenó regresar el dinero, más 869.000 dólares en multas. Ese pudo ser el final de lo que parecía ser otra sórdida historia de sexo y corrupción. Sin embargo, cuando la gente se enteró de los detalles en internet, comenzó a hacer preguntas.

¿Por qué Xu obtuvo una sentencia larga? ¿Por qué todos los hombres, menos uno, eludieron la prisión? ¿De dónde consiguieron tanto dinero los funcionarios públicos de un lugar tan pobre? Y, al estar rodeada de hombres tan poderosos, ¿una adolescente de una zona desposeída realmente puede decir que no? Ahora, el drama de Xu se ha convertido en el episodio #MeToo más reciente de China. El internet chino se ha llenado de conversaciones sobre el poder, el dinero y el sexo entre las autoridades. Incluso los medios del Estado han empatizado de manera abrumadora con Xu, al decir que la sentencia fue demasiado grave y que la corte mejor debería centrarse más en los hombres.

“La opinión pública le está prestando atención a este caso no solo porque es extraño, sino porque también puso los reflectores sobre los caprichos del poder”, señaló un comentario en Banyuetan, una influyente revista que está bajo el control de Xinhua, la agencia informativa del Estado. Las mujeres chinas en los medios, las universidades y el sector privado se han sumado al movimiento global en contra del acoso y el abuso sexual en un país que sigue atrapado en las nociones tradicionales de género. No obstante, al movimiento #MeToo del país todavía le falta llegar adonde es más necesario: el gobierno de China.

Los hombres dominan los pasillos del poder en el país. Solo hay una mujer entre los 25 integrantes del Buró Político del Partido Comunista de China, el cual toma muchas de las decisiones que guían a la nación. El organismo más poderoso del partido, el Comité Permanente del Buró Político, nunca ha tenido una integrante mujer desde la fundación de la China comunista en 1949.

Xu es una prueba más de que en China los hombres poderosos usan sus puestos para obtener favores sexuales. En China, hay quienes les atribuyen este dicho a los funcionarios en el gobierno: “Las subordinadas están ahí para que uno se acueste con ellas”. El Partido Comunista, consciente de esta percepción, a veces proclama las transgresiones sexuales de altos funcionarios que cayeron en desgracia, al describir con detalles sus infidelidades y sus amantes. Entre ellos se encuentran Zhou Yongkang, quien dirigió durante diez años los sistemas judicial y policial en China; Ling Jihua, jefe de Gabinete de un expresidente chino; y muchos funcionarios de ministerios y directores de grandes empresas propiedad del Estado.

En un estudio de noticias sobre investigaciones de corrupción, el Legal Daily, un periódico oficial, reveló que 63 altos funcionarios fueron acusados de tener “relaciones sexuales inapropiadas” en un periodo de dieciséis meses a partir de octubre de 2017. El año anterior, la fiscalía más importante de China enumeró las seis características principales de los altos funcionarios procesados por corrupción. La número tres era: “Intercambian poder por sexo de manera imprudente”. Según la agencia, un alto funcionario provincial tenía reputación de “trabajar para sus amantes”, y necesitaba todo el dinero posible para mantenerlas. Los fiscales que investigaron a Lai Xiaomin, el exdirector de una firma financiera del Estado, lo acusaron de tener tres toneladas de efectivo en su casa… y de tener más de una esposa. Los medios estatales aseguraron que tenía más de 100 amantes.

Sin embargo, los procesos y las investigaciones todavía no evitan que los funcionarios del Partido Comunista abusen de su poder. Eso es una manifestación de la autoridad desenfrenada del partido sobre la vida de China. Si no le responde a nadie, nadie lo puede responsabilizar de nada. La historia de Xu y las autoridades locales se desarrolló en el condado de Guanyun, al norte de la provincia de Jiangsu, lejos de las luces brillantes de los suburbios de Shanghái al sur. Las principales empresas son agricultoras y textiles, principalmente de lencería atrevida. El año pasado, el ingreso anual promedio de los habitantes urbanos totalizó 4658 dólares, tan solo dos terceras partes del promedio nacional. Su caso también muestra cómo los funcionarios locales manejan las acusaciones de irregularidades, particularmente cuando las empleadas gubernamentales intentan denunciar a sus jefes masculinos a las autoridades.

Xu comenzó su primer romance con un oficial de policía local en 2014, según los fiscales. Luego mantuvo relaciones con varios, dijeron los funcionarios. Los documentos judiciales, que en la mayoría de los casos solo consignan el apellido de los hombres, incluyen a un subjefe de la policía del condado de Guanyun, tres jefes de comisarías locales, dos funcionarios del hospital y un director de escuela primaria. En algún momento, ella fue incorporada a la policía como oficial auxiliar. Los documentos judiciales retratan a Xu como una manipuladora que amenazó a los hombres con revelar sus relaciones a menos que le pagaran. De lo contrario diría que estaba embarazada. Sin embargo, los detalles sugieren que las circunstancias eran más complicadas.

Por ejemplo, diferentes documentos judiciales identificaron completamente a un oficial de policía llamado Liu Xiangbing. Liu, de 48 años, y Xu tuvieron una aventura de dos meses en 2016, según los registros oficiales. Después de que rompieron, ella le pidió 30.000 dólares. Luego volvieron a estar juntos en 2018 y volvieron a separarse. Esa vez, según los documentos, el hombre le dio 166.000 dólares. Liu fue el único hombre sentenciado a prisión, por el delito de aceptar sobornos, y solo por dos años y medio. Los otros fueron sometidos a procesos disciplinarios del partido que no son especificados, pero sortearon los cargos criminales. No se pudo contactar a Liu para que comentara su situación, además el gobierno del condado y los tribunales locales no respondieron a las solicitudes de comentarios.

La historia se hizo pública cuando un abogado publicó el veredicto en línea y planteó preguntas al respecto. El documento se viralizó. Luego, algunos usuarios de las redes sociales informaron que los funcionarios del condado de Guanyun los habían llamado y les habían pedido que eliminaran las publicaciones. El tribunal local eliminó el veredicto de un sitio web administrado por la corte suprema de China y dijo que, como Xu estaba apelando, el veredicto no debería haberse publicado. Desafortunadamente para los funcionarios del condado de Guanyun, sus intentos de ocultar el fallo solo atrajeron más atención. Incluso Xinhua, la agencia oficial de noticias, reprendió a los funcionarios locales por intentar eliminar las publicaciones sobre el tema. “Ante el escepticismo público, las autoridades locales no deberían recurrir a eliminar publicaciones”, dijo Xinhua. “Una respuesta pública es la única medida correcta”.

En este momento, Xu libra una batalla pública frente a una audiencia cautivada. Sus padres contrataron a dos abogados de Shanghái para que la representaran, pero la corte local de apelaciones rechazó su solicitud. En cambio, designó a dos abogados que dan asesoría legal, según una publicación del tío de Xu en Weibo, el servicio de redes sociales. El tío usó una cuenta verificada de Weibo, es decir que los censores chinos conocían su identidad y aprobaron tácitamente los comentarios. La publicación fue compartida más de 66.000 veces y obtuvo más de 250.000 me gusta en 24 horas.

En la cuenta, el tío de Xu dijo que los funcionarios gubernamentales eran figuras respetadas de la sociedad de cuarenta y cincuenta y tantos años, mucho mayores y poderosos que su sobrina. No quedan claras sus edades, pues el veredicto solo divulgó sus apellidos y sus puestos. Quienes presenciaron el juicio en internet también compartieron de manera masiva un artículo de un medio de noticias en línea de Sichuan que apareció a inicios de este mes en el que se menciona que el medio había entrevistado al padre de Xu. Según el artículo, su padre acusó a las autoridades locales de convertirla en un chivo expiatorio y cuestionó por qué no habían denunciado antes.

El medio no dio su nombre y sus comentarios no pudieron ser corroborados, aunque el tío de Xu lo aprobó al citarlo en una publicación de Weibo. El sitio de noticias borró el artículo unas horas después sin dar ninguna explicación. No obstante, una etiqueta en Weibo que cita el artículo obtuvo 130 millones de vistas en doce horas. Aunque en línea la gente aplaude la apelación de Xu, muchos reconocen que tiene una dura lucha por delante. Temen que se convierta en la víctima más reciente del deseo del gobierno por demostrar que tiene la razón. También creen que, en los oscuros rincones de las oficinas gubernamentales, muchas empleadas tendrán que seguir soportando las insinuaciones sexuales de sus jefes.

“No es la primera vez que pasan este tipo de cosas”, escribió un usuario de Weibo, “ni tampoco será la última”.

The New York Times