El 17 de febrero de 1621 se fundó la conocida Parroquia de Petare; en la siguiente nota la cronista cuenta la historia de uno de sus símbolos más emblemáticos
Una Plaza y Varias Historias
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Por Silvia Gómez


Tal vez sea la Redoma de Petare el epítome de la historia contemporánea de esta populosa barriada, pues desde allí se contrastan las historias y las calamidades que ahora la narran. Pero unos pocos metros más allá −hacia el oeste, sobre una elevación orográfica− otro espacio público determinó la historia de uno de los barrios más densamente poblados de América Latina, la Plaza Antonio José de Sucre. Fue Cristóbal Gil, acompañante de Diego de Losada durante el proceso de conquista del valle de Caracas, quien obtuvo en el año de 1567 una encomienda en el territorio del pueblo indígena Mariche(s), pertenecientes estos al grupo étnico Caribey, quienes tenían como líder al célebre cacique Tamanaco. A ellos se les atribuye el nombre de Petare.

Probablemente la palabra Petare aluda a un lugar situado frente al río, peta: cara (rostro) y [a]re: río. A la llegada de los españoles, surgieron enfrentamientos por el dominio de la región que llevaron a la muerte de Tamanaco en 1572 y el emplazamiento original del poblado ubicado originalmente en las cercanías de la quebrada Caurimare y llamado (del) Buen Jesús tuvo que ser trasladado tras los continuos ataques de los indígenas, estratégicamente al sitio más elevado de la zona. Es a partir del 17 de febrero de 1621 que a este poblado se le conoce como Dulce Nombre de Jesús de Petare, designación dada por sus fundadores, el capitán Pedro Gutiérrez de Lugo y el clérigo Gabriel de Mendoza.

Emplazada en su punto más alto, la plaza Sucre como espacio público se originó como otros en el extenso valle de Caracas, a partir de un amplio y delimitado terreno donde se ubicó el mercado local que luego se consideró como plaza mayor o principal. A este espacio se le fueron incorporando cambios al paso del tiempo que respondían a su emplazamiento frente a edificaciones emblemáticas como el templo principal y la Cámara Municipal que con anterioridad había sido la sede de la cárcel y también casa de los Corregidores. A partir del año de 1700 la plaza comienza a ser adecuada para un uso más concurrente y es empedrada; ya en el año 1850 se le incorporan barandas de hierro. Para 1874, se le agregan elementos de estilo francés a la usanza de la época, una moda establecida por el presidente Antonio Guzmán Blanco. En 1876 a la plaza se le incorpora una fuente ornamental elaborada en hierro colado y es ubicada en el mismo sitio donde se situaba la pila que surtía de agua a los primeros pobladores de Petare.

Ya en el año de 1886 la plaza obtiene una designación y pasó a denominarse Plaza Guzmán Blanco, respondiendo (al parecer) a la inclinación política liberal que ceñía a los petareños de la época. Es renombrada para 1924 con el nombre del Mariscal Antonio José de Sucre con motivo del centenario de la Batalla de Ayacucho, colocándose en su centro, un busto de este héroe de la patria. Esta obra fue encargada al escultor Emiliano Garibaldi. En el año 1981 este busto fue reemplazado por una estatua ecuestre del prócer. En la década de los 50 del siglo XX se construye en la plaza un templete estilo pecera que más allá de tener una función ornamental servía para las presentaciones de los grupos o bandas locales, cuya fabricación es atribuida a Saturnino Mejías. Al lado este de la plaza, se encuentra la Casa Parroquial, construida en 1786 por Antonio Xedler, corregidor del pueblo y en la margen norte se encuentra la edificación destinada hoy al Concejo Municipal, una edificación de principios del siglo XIX, concluida en 1867. Las otras edificaciones que bordean la plaza son casas de residencia (una al lado de la otra) con escasos cambios en sus fachadas al pasar de los siglos. Hasta principios del siglo XIX se encontraba el cementerio del pueblo en la parte posterior del templo del Dulce Nombre, el cual, tras la peste que asoló a Caracas, fue clausurado y mudado hacia el sector que hoy se conoce como San Miguel.

Una de las características de la plaza Sucre es que no pauta el centro geográfico o simétrico de este histórico poblado sino, como una suerte de sol radiante, las edificaciones se orientan a partir de este espacio siguiendo el declive del terreno para crear una trama urbana ortogonal, poco usual en otros espacios de la ciudad y hacia la cual confluyen sus principales vías como la calle Madelaine (en honor al párroco que construyera la torre de la iglesia a mediados del siglo XIX) la cual constituyó el camino real o vía principal del pueblo desde su fundación con acceso actualmente, desde la avenida Francisco de Miranda a un costado del Hospital “Ana Francisca Pérez de León”; la calle Miranda, lateral al templo del Dulce Nombre de Jesús, que finaliza en la Redoma de Petare y la calle La Paz, detrás del templo del Dulce Nombre, que desemboca a modo de callejón peatonal en la avenida Francisco de Miranda.

Con los años, la plaza Sucre ha sido testigo de diversas actividades y transformaciones que se avizoraron a partir del tránsito de viajeros que se dirigían frecuentemente desde Caracas hacia Barlovento y los Valles del Tuy; de como Petare en el año 1897 (antes que otros sitio de Caracas) contó con luz eléctrica gracias a la cercanía de la planta El Encantado; de los cambios en su nomenclatura, la cual comenzó a incluir nombres como El Puentecito, Jesús Ricaurte, La Torre, El Caruto, Las Tunitas, Bolívar, Colón, Los Portales, Cochera, Landaeta, Agricultura, Vargas, Pablo Baloa y un poco más allá, Unión, El Carmen, Maca, Carpintero, El Nazareno, José Félix Ribas, “Fechas Patrias”, entre tantos nuevos nombres. Testigo fue también de cómo la hacienda Güere-Güere, perteneciente en una floreciente época a la familia del prócer Lino de Clemente paso a ser la urbanización La California. A sus pies, literalmente, surgieron en lo que otrora fueron productivas haciendas, nuevos asentamientos como resultado de las constantes migraciones desde el interior del país que buscaban oportunidades económicas en la capital y al pasar de los años, se añadieron las migraciones desde países cercanos.

Bajo la sombra de los árboles de este hito local, seguramente se sentaron hombres y mujeres cuyos nombres y trayectoria en diversos ámbitos son hoy emblemáticos: el maestro Juan de Dios Guanche, el compositor Jermán Ubaldo Lira, los pintores Bárbaro Rivas, Tito Salas, Cruz Amado Fagundez y Miguel Von Dangel, el costumbrista Francisco Rodríguez o el beisbolista Luis Sojo o hasta la primera Miss Venezuela petareña, Isabella Rodriguez. La plaza Sucre sigue siendo un punto de encuentro, una brújula que señala las acciones de Dios a través de regio templo y la de los hombres, a través de su ayuntamiento y de las instituciones educativas y culturales donde florecen saberes y se resguardan los recuerdos de un Petare que sigue debatiéndose entre lo definitivamente humano y lo quiméricamente divino.