Se trata de uno los cineastas más completos y geniales del siglo XX, productor, director y guionista
Billy Winder (1906-2002)
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Por Francisco A. Casanova S.

También obtuvo 21 nominaciones a los premios de la Academia y ganó seis Oscar en tres décadas diferentes, por The Lost Weekend (1945), Sunset Boulevard (1950) y The Apartment (1960) más el Oscar honoríficoBilly Wilder fue conocido principalmente por sus ácidas y corrosivas comedias, dramas y film noire, un maestro en la narración fílmica, en la construcción de tramas y situaciones, en la escritura de agudos e ingeniosos diálogos y en establecer una mirada punzante al mundo que le rodeaba, un gigante en el manejo de su reparto actoral y mostró su genialidad en todos los géneros que abordó, desde el cine negro hasta el drama social, pasando por el suspense o la sátira hollywoodiense. para convertirse en una de las más grandes e indiscutibles leyendas del séptimo arte.
 
Billy Wilder nació en Sucha, una pequeña ciudad de Galitzia (Austria), el 22 de junio de 1906. Su verdadero nombre era Samuel Wilder, sus padres eran Eugenia y Max Wilder. Después de terminar sus estudios de secundaria, Wilder entró en la Universidad de Viena con la intención de estudiar derecho, sin embargo, pronto lo abandonó para dedicarse al periodismo, primero como redactor y después como reportero en diferentes publicaciones austriacas y alemanas. Sus primeros contactos con el cine fueron en Alemania en el año 1929 cuando comenzó a escribir gran cantidad de guiones para películas alemanas, entre ellas Hell of a Reporter (1929) o Emil and the Detectives (1931).

La llegada al poder de Hitler hizo que Wilder, de procedencia judía, huyese del país y se trasladara a Francia a vivir. Durante su estancia en París continúo escribiendo guiones. En 1934, en Francia, llegó su gran oportunidad al ser encargado de la dirección de la película Bad Seed. Tras un breve período de tiempo abandona Francia para dar el salto a los Estados Unidos acompañado por el actor Peter Lorre. En esta primera etapa coincidió con personajes posteriormente importantes en el cine de Hollywood como Robert Siodmak, Fred Zinneman o Edgar G. Ulmer. A su llegada a Hollywood continúa escribiendo guiones para diferentes películas. Después de dos duros años, Wilder se convirtió en escritor de Paramount. No tuvo gran éxito, sin embargo, en 1936 el productor Arthur Hornblow le pide que colabore con Charles Brackett en el guión de la pelicula Bluebeard's Eighth Wife para Ernst Lubitsch y en ese momento empieza una de las asociaciones más efectivas de la historia del cine, gracias a los magníficos guiones que escribieron juntos. Wilder y Brackett eran muy diferentes, Brackett era un WASP White Anglo-Saxon Protestant, de clase alta y educado en Harvard. Catorce años mayor que Wilder, se dió a conocer escribiendo divertidas novelas y relatos cortos sobre la clase privilegiada en la que había nacido y los escritores y artistas de Manhattan con los que entabló amistad siendo miembro de “La Mesa redonda del Algonquín”, grupo de periodistas, críticos, escritores, actores y actrices relacionados con el mundo del espectáculo y la farándula de Broadway (Nueva York) que almorzaba y se reunía en el hotel Algonquín de Manhattan formando una ácida tertulia crítica entre 1919 y 1929. En 1927 se convirtió en el primer crítico teatral del New Yorker, pero Hollywood ya se interesaba por su trabajo y en 1936 ya era guionista a tiempo completo para la Paramount. A pesar de las diferencias radicales entre Wilder y Brackett, los dos conformaron un equipo de redacción extraordinario con Brackett seleccionando y puliendo la prodigiosa corriente de ideas de Wilder desde 1938 hasta 1951, con obras de arte como: Ninotchka (1939), Ball of Fire (1941), Double Indemnity (1944), The Lost Weekend (1945), A Foreign Affair (1948), Sunset Blvd. (1950). El trabajo de Wilder-Brackett llegó a ser nominado varias veces a los Oscars con Ninochhtka (1939), Ball of Fire (1941) y Hold Back the Dawn (1941). Será en 1942 cuando llegue la oportunidad de Billy Wilder en el campo de la dirección con la película The Major and the Minor. A este primer trabajo le siguieron títulos como Double Indemnity en 1944 y The Lost Weekend en 1945. Al separarse de Brackett, las películas de Wilder pasaron de lo incisivo y cínico como Ace in the Hole (1951) hasta producir y dirigir comedias sublimes como Some Like It Hot (1959) y "El Apartamento" (1960). En ese período desde 1951 dirigió y escribió Ace in the Hole (1951), Stalag 17 (1953) y Sabrina (1954), solo en 1957: The Spirit of St. Louis, Love in the Afternoon y Witness for the Prosecution. Wilder dirigió a Marilyn Monroe en dos películas, The Seven Year Itch (1955) y Some Like It Hot (1959). En 1960, Wilder coescribió, dirigió y produjo la película aclamada por la crítica: El apartamento. Con ella, Wilder ganó los premios de la Academia a la mejor película, al mejor director y al mejor guion original. A partir de Some Like It Hot y The Apartment, realizó siete películas con Jack Lemmon, cuatro de ellas coprotagonizadas por Walter Matthau.La primera colaboración del trío fue The Fortune Cookie (1966). Otras películas notables que dirigió Wilder son Un, dos, tres (1961), Irma la Douce (1963), Bésame, estúpido (1964) y ¡Avanti! (1972). Wilder dirigió a catorce actores en interpretaciones nominadas al Oscar. No se debe olvidar que Ernst Lubitsch se convirtió en el autor más influyente en la carrera de Billy Wilder. El talento de Wilder como director y guionista fue reconocido por sus colegas de profesión a lo largo de su carrera y Mireia Mullor señala que “Quizás lo más destacable de Wilder es esa capacidad para construir tramas aparentemente sencillas, que esconden en realidad punzantes reflexiones sobre la vida, las relaciones y la sociedad”. Sus películas trataban habitualmente temas controvertidos, con los que Hollywood no estaba del todo cómodo. Pero no podían hacer nada: sus películas estaban legitimadas por su amplio éxito de público y prestigio. Desde las infidelidades en 'El apartamento' o “The Seven Year Itch”, hasta los asesinatos en “Double Indemnity”, la Guerra Fría en 'One, Two, Three' o la prostitución en 'Irma, la dulce', vemos esa voluntad de no ignorar temáticas espinosas”. El periodista Stephen Farber lo definió en el New York Times como un cínico, en el mejor de los sentidos. "Nunca se rindió al sentimentalismo o la mojigatería", escribió Farber, evidenciando lo compleja que era, pese a todo, la visión de Wilder. Mireia Mullor también destaca que “La mejor manera de entender la filosofía de Billy Wilder es acudir a los consejos que el propio director da para ser un buen cineasta, como la necesidad de captar a los espectadores, de engancharlos, porque su atención es voluble. También insiste en conocer hacia dónde va la historia, dejando siempre un margen de entendimiento al público”. Como vemos, sus máximas están estrechamente relacionadas con los espectadores y nunca subestimar su inteligencia. "Cuanto más sutil y elegantemente escondas los puntos claves de la trama, mejor serás como escritor", declaró, mostrando que, para él, lo más importante es el guión. Wilder cultivaba el guión con la puesta en escena. En el final de 'Sunset Blvd. ', Norma Desmond (Gloria Swanson) baja las escaleras con elegancia y parsimonia, altiva como una estrella de cine. Lo fue, pero ahora tan sólo es una vieja gloria, trastornada en su mansión que ha atraído la atención de todos al cometer un asesinato. Pero ella piensa que vienen a buscarla para volver a subirla al pedestal del que la desterraron: ese panteón de Hollywood que la dejó atrás cuando el sonoro sustituyó al cine mudo. "Cuando quiera, Sr. De Mille, estoy lista para rodar", son las últimas palabras de la escena, y de la película. En esta misma película, William Holden le dice a Norma Desmond: “Espera un minuto, no te he visto antes, conozco tu cara, eres Norma Desmond, solías estar en películas mudas, eras grande”, y Norma Desmond (Gloria Swanson) le responde: “I am big, it’s the pictures that got small,” (Soy grande, son las películas que se quedaron pequeñas). Al final de Some Like It Hot (1959), Jack lemmon le dice a Joe E. Brown: I'm A Man y Brown le responde...Well, Nobody's Perfect!.
 
Entre mis películas preferidas de Wilder y por razones de espacio, podríamos seleccionar: Double indemnity (1944). Si The Maltese Falcon (1941) fue la pionera, incuestionablemente a esta joya de Wilder se le deben varios de los elementos base y que se mantienen hoy del cine negro. Una mayúscula obra maestra tanto en narrativa como estética, Wilder juega de mantera proactiva con el espectador al vincularlo con la historia y el crimen narrado por su propio culpable, Mac Murray, un antihéroe que ve en su femme fatale Bárbara Stanwyck la tentación definitiva para llevar a cabo un plan macabro que burlará al sistema policíaco y al corporativo, en esta ocasión centrado en una compañía de seguros en donde de manera magistral se juega a ser detectives. Stanwyck es tétrica y fría, pero sin duda son las presencias y carismas de Fred Mac Murray y el notable Edward G. Robinson los que proveen a esta historia de un suspenso constante y al borde del asiento toda la película. Barbara Stanwyck se consagró como femme fatale del noir clásico en esta película de engaños, infidelidades y crímenes. Howard Barnes considera que la película más de una vez alcanzó el nivel de alta tragedia y es una acusación del materialismo americano y un estudio del conflicto entre la razón y la pasión, el orden y la anarquía. Una obra maestra del género y, probablemente, una de las mejores películas de Wilder. Sunset Blvd. (1950) representa la última colaboración Wilder-Brackett y describe como cuando se cumple una cierta edad en Hollywood, y además eres mujer, las puertas se cierran tan rápido como se abrieron cuando eras una jovencita. Es el retrato de una estrella del cine mudo olvidada, que vive exiliada en su grotesca mansión, proyectando sus viejas películas, soñando con un regreso. Pero también es una historia de amor, y el amor impide que se convierta simplemente en una obra de cera o en un espectáculo de fenómenos. Gloria Swanson ofrece su mejor interpretación como la estrella del cine mudo Norma Desmond, con sus manierismos teatrales, sus delirios grandiosos. William Holden interpreta con mucho tacto el difícil papel del escritor no exitoso, que se deja retener por ella. Pero la interpretación que mantiene unida la película, que le da resonancia emocional y la hace real a pesar de su ostentación gótica, es la de Erich von Stroheim, como Max, el fiel mayordomo de Norma. Un cambio de paradigma retratado por Wilder en un ambiente de locura y ocaso, en el que Desmond sigue siendo grande, y son las películas las que se han hecho pequeñas. Es una espiral de auto destrucción artística, en definitiva, objeto principal del estudio de su estilo. Según Roger Ebert, Sunset Boulevard sigue siendo el mejor drama que se ha hecho sobre el cine porque ve a través de las ilusiones. Witness for the Prosecution (1957), con una maravillosa actuación de Charles Laughton, uno de los actores favoritos de Wilder, interpreta a un abogado que defenderá la inocencia de un joven acusado de asesinar a una anciana para quedarse con su fortuna. El director juega a la ambigüedad, algo bastante insólito en la época, y lo combina con su irresistible sentido del humor. Con un guión brillante (adaptación de la obra de Agatha Christie) para uno de los thrillers–noir más cínicos en la historia del cine. Las ironías de Wilder alcanzan quizá su punto máximo de inteligencia narrativa al tejer una tremenda telaraña de misterios frente a uno de los casos criminales más originales, pero también mejor escondidos de todos los tiempos. El personaje de Tyrone Power, un señuelo magnífico que engloba todo el arquetipo de aquellos “encantadores” antihéroes, es el contraste perfecto para la formidable e imponente presencia de la femme fatale Marlene Dietrich, química con la cual Wilder logra relucir su capacidad para concebir miradas y códigos que valen más que mil palabras. La versatilidad de Billy Wilder es evidente, pasando del film noir, el cine dramático, de denuncia social y llegando a dirigir y escribir una de las mejores comedias del cine: Some Like It Hot (1959), una de las comedias clásicas más queridas y populares. Situada en los años 20, dos músicos, Joe (Tony Curtis) y Jerry (Jack Lemmon), después de presenciar la matanza del día de San Valentín en la fría Chicago, deciden camuflarse como mujeres en una orquesta femenina que viaja con destino a la soleada y cálida Florida. Constituye una estupenda farsa, sensacional juego de falsas identidades y equívocos. Billy Wilder utiliza esas claves humorísticas para parodiar el cine de gánster y filmar una de las mejores comedias de la historia del cine. Escribe junto a I. A. L. Diamond un guión al que no le sobra ni una frase, todo es un perfecto engranaje para situar las peripecias de la travestida pareja dentro de un sinfín de situaciones desternillantes. Antonio Méndez dice que Wilder hilvana con maestría una escena detrás de otra ofreciendo una lección de agilidad narrativa y mostrando una cómica visión de la época de finales de los felices años veinte con diversas referencias, ya sean sociopolíticas como la Ley Seca, ya sean culturales en las citas a los ídolos del cine mudo Rodolfo Valentino y Ramón Novarro. Jack Lemmon y Tony Curtis están espléndidos en sus papeles, convirtiéndose el primero en uno de los actores preferidos del director de origen austriaco. Marilyn Monroe demuestra sus cualidades como actriz de comedia y a cantar con dulzura temas clásicos como “I Wanna Be Loved By You” o “I’m Through With Love”. El Profesor Gerald Mast consideró que es una rica confección de múltiples capas de parodias e ironías. Cuestiona sutilmente las nociones convencionales de masculinidad y feminidad, sexo, amor y violencia. Wilder construirá una de las más adorables y sensuales bombas cómicas de la historia. Como resultado regala varios de los más grandes momentos y diálogos dentro de la comedia fílmica, incluyendo por supuesto uno de los más grandes finales de la historia. Aun con sus problemas, Wilder supo forjar y/o encausar el indiscutible pero escondido e inestable talento de Monroe. El apartamento (1960). En esta película se demuestra más que nunca cómo el cineasta sabía calibrar el sentimentalismo y el cinismo, en el marco de un agudo retrato de la sociedad moderna. Aun así, la historia trata de un Jack Lemmon enamorado perdidamente de Shirley McLaine, que es la amante de uno de los jefes que le extorsionan para consumar en su apartamento sus infidelidades. El protagonista cede una y otra vez, pero con McLaine encontrará algo por lo que plantarse y reclamar su dignidad. Una pareja absolutamente maravillosa que volverá a encontrarse en 'Irma, la dulce' (1963). Los mejores detalles de 'El apartamento' la convierten en una obra maestra. Es un hermoso ejercicio fílmico que tal vez nos revele el punto más alto de la tragicomedia romántica. Wilder construye un guion centrado en los aspectos humanos: debilidades, vicios, infidelidades y secretos, que al final son vencidos por la conexión amorosa y la soberbia química actoral entre Lemmon y MacLaine, los cuáles junto con su director procrean un ritmo, momentos y diálogos entrañables, que ven su clímax en su mítica y muy bella escena final. Ace in the Hole (1951). Con una de las mejores actuaciones en la historia del cine, Kirk Douglas lidera el reparto de esta película de cine negro y periodismo que exhibe una aguda sátira de los medios de comunicación. Una joya de la filmografía de Billy Wilder y hoy más relevante que nunca. La historia sigue a un reportero despiadado y alcohólico expulsado de todos los principales medios y acaba en un pequeño periódico de Albuquerque, donde ve una oportunidad de revivir su carrera cuando un hombre queda atrapado en una mina. Alejado de su estilo cómico, Wilder ofrece aquí una de las obras más sustanciales y complejas en cuanto a la crítica periodística y de los medios se refiere. Una oda a la crueldad y egoísmo humano que en Douglas encontró el vehículo perfecto. Centrada en el periodismo amarillista y el poder de los medios para controlar a las masas, el ejercicio se convierte en una cátedra de como dicho efecto persiste aún con igual o mayor brutalidad, primero con la televisión y el boom publicitario y ahora con las redes sociales. The Lost Weekend (1945). La primera vez que Billy Wilder ganó el Oscar a la Mejor Película (además de Mejor director) fue por esta brillante película sobre los efectos devastadores del alcoholismo. Basada en la novela de Charles R. Jackson, sigue a un escritor interpretado por Ray Milland, que también se llevó el Oscar, que renuncia a un fin de semana con su novia Jane Wyman y su hermano Phillip Terry para irse a beber. Es una odisea de deconstrucción humana impactante y adelantada a su época. Wilder consigue un grado de realismo dramático ajeno y hasta extraño para un Hollywood naciente, con una intensidad dramática que mantiene al relato en un grado de suspenso constante. Wilder y Ray Milland entregan uno de los relatos más honestos y brutales sobre el alcoholismo, y de cómo este puede destruir todo a su paso tal y como lo desarrolla esta avalancha de emociones sin concesiones moralistas.



Billy Wilder es considerado el guionista–director más equilibrado, versátil y versado tanto en el drama como la comedia y sin duda uno de los grandes símbolos, referencias e influencias fílmicas a través de la historia. Los estudiosos bien lo llaman el “narrador de la discrepancia”, título concebido a partir de un estilo basado en la minuciosa construcción de sus personajes, protagonistas que al sentirse cómodos(as) en cierta situación, son sorprendidos(as) por un hecho que dibuja otro causa dentro del argumento, por lo general de tintes dramáticos, y que permite tanto dentro de su drama y/o comedia, una serie de ironías que aportan complejidad y trasfondo tanto a los personajes como a una historia perfectamente hilada desde su introducción, y donde el espectador crea a partir de dicho estilo, una afinidad e inmediata empatía con el o los protagonistas.

Tras filmar su última película, “Aquí, Un Amigo” (1981), con la pareja Jack Lemmon y Walter Matthau, Billy Wilder decidió retirarse definitivamente del cine, dejando para el amante del séptimo arte una impresionante filmografía con más de 80 guiones, 26 largometrajes dirigidos por el hasta el momento de su retiro, en 1981. En esa carrera de 7 décadas, Wilder se haría de 7 Oscar, 3 Globos de Oro, 2 BAFTA, 1 Oso de Oro honorario de Berlín, el Gran premio del Festival de Cannes y dos reconocimientos de Venecia, de entre sus más de 50 premios. Billy Wilder falleció el 28 de marzo del año 2002. Tenía 95 años de edad.

En 1993 en la gala de entrega de los Oscar, Fernando Trueba al recibir el Oscar a la mejor película de habla no inglesa por “Belle époque” dijo: «Quisiera creer en Dios para darle las gracias, pero sólo creo en Billy Wilder, él es mi verdadero Dios. Gracias, Mr. Wilder». Al día siguiente, Billy Wilder llamo por teléfono a Trueba para felicitarle por el Oscar y le dijo, "Hola, Fernando: soy Dios".



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