El futbol, deporte que se practica entre dos equipos de once jugadores que tratan de introducir un balón en la portería del contrario
El Fútbol: Metáfora Permanente
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Por Hernan Quiroz Plaza

Impulsándolo con los pies, la cabeza o cualquier parte del cuerpo, a excepción de las manos y los brazos, en cada equipo hay un portero, que puede tocar el balón con las manos siempre y cuando permanezca dentro del área. Así, vence el equipo que logra más goles durante los 90 minutos que dura el encuentro. Aunque seguramente esto ya lo sabías. La historia del futbol podría comenzar en Egipto, durante el Siglo III a. C. donde era común realizar un juego de pelota. Esto se hacía como parte del rito de fertilidad y era algo parecido al balonmano. En China ya se había inventado la pelota de cuero un siglo antes, cuando Fu-Hi, inventor y uno de los cinco grandes gobernantes de China, creó una masa esférica juntando varias raíces duras en forma de cerda y cubriéndolas con un cuero crudo. Ya en las antiguas civilizaciones se conocían juegos de pelotas más similares a lo que se conoce hoy como el fútbol. Asimismo, a finales de la edad media existieron distintos juegos de equipo, a los que se les conocía como códigos de fútbol. Particularmente en las islas británicas, se caracterizaban por su poca organización y por ser muy violentos, mientras que los códigos de otras zonas eran menos agresivos y más organizados. Estos se siguieron articulando y entremezclando hasta se dieron las primeras unificaciones grandes del fútbol al deporte. A partir de 1930 se comenzaría a disputar la Copa Mundial de Fútbol y se convertiría en el evento de mayor audiencia del planeta, dando lugar a la aparición de grandes leyendas del fútbol que seguramente se han convertido en ídolos de más de un hincha.
 
“Hay que enfriar el partido”, aconseja un ministro para dilatar una espinosa situación que amenaza convertirse en crisis. A su lado, el jefe de gabinete propone algo más sibilino: “Tiremos la pelota afuera”. Significa eludir responsabilidades, endosarles la culpa a otros. Un abogado laboralista le transmitía confianza a su representado acerca de una querella contra una empresa poderosa: “Quédese tranquilo, a esta empresa le hice cien juicios, nunca me cruzaron la mitad de la cancha”. Un estudiante sale de dar examen y el compañero que entra, temeroso, le pregunta si es difícil. La respuesta: “Lo haces de taquito”. Significa que es muy fácil. “Lo están peloteando”, dicen dos vendedores de automóviles; hablan de su jefe y se refieren a que está siendo sometido a intensas presiones desde la junta directiva. O “le inclinaron la cancha”, para una situación análoga. El genial Roberto Fontanarrosa, refiriéndose a cómo sobrellevaba su grave dolencia, acuñó una imperdible: “Dos líneas de cuatro y a tirarla para arriba”: resistir como se pueda, sin elegancia. Para describir el amor de los argentinos por su club más que por su selección, el humorista y escritor decía “Central es como mi vieja, la Selección es como mi tía”.

Jamás, como hoy, el fútbol había ocupado un sitial tan alto en el devenir cotidiano de cientos de millones de personas. El balón entra sin pedir permiso en el corazón de los pueblos y entre otros hábitos ha instalado un manantial de frases extraídas del juego que describen situaciones. O más que eso, las ilustran con gracia y perfección. Como el lunfardo o el guaraní, el lenguaje futbolero es muy metafórico, no nombra, grafica. Veamos algunas de estas felices figuras…

  • “Arrancó perdiendo 1 a 0”: comienzo desafortunado en una reunión.
  • “Un penal sobre la hora”: solución providencial de último momento.
  • “La novia le sacó tarjeta roja”: lo dejó.
  • “Le marcaron la cancha”: le pusieron límites.
  • “Lo tienen contra los palos”: le quitaron poder y amenazan despedirlo.
  • “Está con amarilla”: quedar advertido en el trabajo, con la esposa.
  • “Se le fue el partido de las manos”: no supo controlar la situación.
  • “Es un golazo”: algo bien logrado, un gran acierto.
  • “Estar en la jugada”: atento, encima de un tema.
  • “Es Pelé”: como adjetivo, un fenómeno.
  • “¿Quién se cree que es, Maradona…?”: por alguien que se envaneció.
  • “Abrir el juego”: participar a otros.
  • “Lo salvó el pitazo”: zafó en el último segundo.
  • “Salió con los tapones de punta”: le hizo una crítica despiadada.
  • “Lo marca hombre a hombre”: la esposa que sigue muy de cerca a su marido.
  • “La sacó del estadio”: una jugada magistral, una gran idea.
  • “Con salir 0 a 0 ya es negocio”: ponerse una meta modesta frente a grandes dificultades.
  • “Jogo bonito”: algo hecho con estilo y elegancia.
  • “De puntín”: de cualquier manera.
  • “Pegó en el palo”: peligro conjurado por milagro.
  • “Perdió por goleada”: alguien que elevó un petitorio y le denegaron todas sus propuestas.
  • “Meter pierna”: luchar con todo.
  • “Le tira centros a la cabeza”: periodista que hace preguntas para lucimiento de su entrevistado.
  • “Es un volante tapón”: un artista sin luces, un periodista voluntarioso, pero sin brillo.
  • “Perdimos 5 a 0, pero merecimos el empate”: ironía para decir que nos fue muy mal y que no hay nada que objetar.
  • “La pelota está en campo de ellos”: ya fijamos nuestra posición, toca responder a la otra parte.
  • “Al empate Calceta”: Frase irónica acuñada en Ecuador cuando un equipo va perdiendo 10 a 0 y faltan 2 minutos para que finalice el partido.
  • “Ahora la pelota la manejamos nosotros”: tenemos el control de la situación.

La crónica deportiva, sobre todo de los relatores radiales, muchos de ellos fantasiosos e hiperbólicos, pero chispeantes, alimenta este diccionario de la pelota. Y agrega términos, frases y apodos a toda velocidad y según lo determine el juego. Entre el hincha, el periodista, el técnico y los jugadores se va construyendo esta nomenclatura del ingenio.

  • “Marcar a presión” o “respirar en la nuca”: controlar de cerca el accionar de alguien.
  • “Saca bien, ordena la defensa, pero no tapa una”: falla en lo esencial, como ciertos arqueros.
  • “Hay que sudar la camiseta”: es necesario esforzarse, trabajar más.
  • “Ensuciar la cancha”: complicar, ensuciar una contienda política.
  • “Abrazo de gol”: muy afectuoso, efusivo.
  • “Se tiró de palomita”: aceptar algo de muy buena gana.
  • “Falta que centren y cabecee”: le están pidiendo que haga demasiado.
  • “La salvó sobre la línea”: conjurar una situación de riesgo.
  • “Sacarse la camiseta”: ser justo, imparcial.
  • “Rompió el camerino”: que sembró discordia.
  • “Tiene más títulos que el Real Madrid”: referido a un currículum brillante.
  • “Le pega con los tobillos”: muy torpe en su trabajo.
  • “Un zaguero incorruptible”: la suegra, ese granítico obstáculo.
  • “Mucho toque toque, pero no define”: el pretendiente que da vueltas y no se declara.
  • “Un marcador tenaz”: esos sujetos a los que es difícil sacarse de encima.
  • “Vive en posición adelantada”: que incurre habitualmente en situaciones indebidas.
  • “Pierde 3 a 0 y está en tiempo de descuento”: ya no tiene nada más que hacer.
  • “Toco y me voy”: una pasada rasante para hacer acto de presencia, y luego desaparecer.
  • “Colgar los guayos”: la hora del adiós.
  • “Lo tienen contra los palos”: está siendo cuestionado.
  • “La rompió”: alguien que hizo un discurso magnífico o tuvo una buena actuación en algo; viene de “romper” la pelota.
  • “La puso en el ángulo”: respuesta oportuna y contundente.
  • “Éramos muy visitantes”: ambiente o situación desventajosa en una negociación.
  • “Está más cómodo que 7 a 0”: tiene solvencia económica.
  • “Por amor a la camiseta”: hacer algo gratis o por vocación.
  • “Pim, pum, pam y adentro”: simplificar, actuar rápido y concretar.
  • “La mandó a la tribuna”: hacer algo sin miramientos ni pudor.
  • Le faltó entrar a cabecear”: referido a un juez que fue muy parcial en algún caso.
Hay, también, una amplia terminología que el fútbol le presta a la cotidianeidad, vocablos deliciosos y agradables al oído como: “tribunero”, por demagogo; o “gallinear”, ya convertido en verbo, que obviamente alude a achicarse, temer, y su sinónimo “pechear”, derivado de “pecho frío”. O “aguante”, devenido de “hacerle el aguante” al equipo, sostenerlo, alentarlo. “Coronar”, aplicado al amor, “campeonar”, verbo surgido del sustantivo campeón, también utilizado como adjetivo: “¿Cómo vas, campeón…?”. “Camerino”, en alusión a grupo humano.

¿Por qué semejante penetración cultural es obra del fútbol y no del tenis, el básquet, el automovilismo…? Razón primera: su tremenda popularidad y masividad supera a la de todos los demás deportes juntos. Por eso una Olimpíada, aunque reúne 33 deportes, no tiene ni el cincuenta por ciento de la repercusión de un Mundial de fútbol.

Razón dos: el fútbol acriolló su idioma en tanto los demás deportes como tenis, golf, rugby, básquet y otros siguieron conservando la raíz británica de su vocabulario, como ‘drive’, ‘smash’, ‘top spin’, ‘slice’, ‘birdie’, ‘green’, ‘eagle’, ‘bogey’... Razón tres: el centimil, es decir, el espacio que ocupa cada disciplina en los medios; cuando todos los demás deportes llevan una página del diario, el fútbol ocupa cuatro o cinco. Hay mayor familiaridad con sus términos. Por esto y mucho más, el fútbol es el deporte más conocido del mundo, dondequiera que vayas, siempre será un buen tema de conversación; siempre verás niños en la calle jugándolo; siempre podrás aprenderlo y mejorar tus habilidades con la pelota, ya que se trata de un deporte intensamente divertido y accesible para todos. El fútbol mueve multitudes, enloquece, conmueve… Nunca tendrá fin. El fútbol es una metáfora permanente de la vida. 
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