Un magno evento deportivo tuvo lugar el domingo 14 de agosto, en la Plaza Alfredo Sadel de la Urbanización Las Mercedes, en homenaje al genio del arte cinético Carlos Cruz Diez a 99 años de su nacimiento
Caracas Cinetica Running
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Por Hernán Quiroz Plaza


"El arte es como el deporte, es para el disfrute de la gente, sin distinción de razas, ideologías, religiones o nacionalidades. El deporte es una manifestación afectiva, como la de amar la literatura, la pintura o la música". Palabras textuales de Carlos Cruz-Diez (1923-2019).
Pronunciar su nombre, es hablar de ruptura, innovación y color. Esta figura indispensable del arte contemporáneo desarrolló investigaciones cromáticas que salieron de los marcos tradicionales para insertarse en museos, en pasos peatonales, en edificaciones, en la relojería y hasta en el diseño de moda. Sus obras están en la memoria colectiva del venezolano y de muchos por el mundo.
Carlos Cruz-Diez nació en la capital venezolana el 17 de agosto de 1923, durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. Su padre era poeta y cuando le dijo, con 17 años, que quería ser artista, recibió todo el apoyo. Estudió artes plásticas, incursionó en el mundo del cómic, del diseño y la prensa (fue ilustrador en el rotativo El Nacional). Según contó en varias ocasiones, se enamoró del atardecer, de aquella explosión naranja que teñía árboles y horizonte; pero también del efecto de la luz a través de las botellas de la fábrica de su padre. Más tarde se insertó en un París efervescente en el que encontró su espacio, en pleno auge del arte pop, el cinetismo, el fluxus. Desde su taller se enfrentó al pensamiento del mundo, como solía decir; veía en profundas dimensiones la realidad que otros solo miraban sin más. Fue un inventor, un visionario que puso el nombre de Venezuela en alto. Dentro del arte óptico, destacó por su trabajo con la fuerza y el movimiento del color, área donde investigó y experimentó hasta alcanzar un sello único que lo hizo universal. Para Cruz-Diez el arte óptico reflejaba lo inestable y cambiante que es la realidad.

Como explicaba el propio artista, sus creaciones van más allá de los conceptos tradicionales. “Yo no hago cuadros ni esculturas. Hago soportes de acontecimiento. Son soportes donde el color está produciéndose, deshaciéndose, generándose en un instante permanente. Ahí no hay una noción de pasado ni de futuro. Es la noción del instante, como la vida”, dice en el filme La vida en color, el color de la vida. “El color tiene muchas manifestaciones, no es algo pintado sobre una tela con una brocha, es mucho más que eso. Tiene muchas manifestaciones donde está presente lo ambiguo, el instante y la mutación permanente. Me dediqué a poner en juego todo el comportamiento del color”, señaló el artista. No solo se enfocó en liberar el color de la forma, ponerlo en el espacio y explotar su fuerza subjetiva, sino en sacar las piezas de arte a la ciudad, para que no solo estuvieran en museos. Es así que muchas de sus creaciones se han convertido en parte de los paisajes citadinos en muchos países del mundo.



Sus estudios llevaron a desarrollar técnicas y caminos, como el color aditivo, la cromointerferencia, el cromoscopio, la fisicromía, la inducción cromática, y el color al espacio, entre otros conceptos. Sus piezas están en numerosas colecciones permanentes de instituciones como el Museum of Modern Art (MOMA), Nueva York; Tate Modern, Londres; Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris; Centre Pompidou, París; Museum of Fine Arts, Houston; Wallraf-Richartz Museum, Colonia. "Durante muchos años, como si fuera un evangelizador que va de puerta en puerta tratando de captar creyentes, he pregonado que el arte no debe quedar solamente en las colecciones privadas o en los museos. También debe estar en las ciudades, en el hábitat y en los lugares de trabajo. El arte en la calle puede crear espacios de reposo, placer espiritual y reflexión. Puede convertirse en una alternativa para nuestra sensibilidad e inteligencia frente a la represiva codificación impuesta al comportamiento humano en las ciudades contemporáneas, que nos convierte en apresurados autómatas". "El pintor no es como un cantante, que de inmediato sabe si lo hizo bien o lo hizo mal. El artista tiene que armarse de paciencia y no hacerse muchas ilusiones, especialmente cuando uno se empeña en ir contra la corriente, contra los convencionalismos y los conceptos existentes”.

Es conocido que, a lo largo de la historia, numerosos artistas se han puesto al servicio de reyes, dictadores o proyectos políticos. ¿El poder es mala junta para el arte? Su respuesta fue tajante: “El arte es un medio que inventó el hombre para expresarse y comunicar. En un momento el artista, el hacedor de arte, cumplía su misión de informar sobre su tiempo a sus únicos clientes representados en la iglesia, la Corona o algún particular que, de tiempo en tiempo, le encargaba un retrato o una estampa histórica. Recuerde que la noción 'arte' es relativamente nueva, es en el siglo XIX cuando se sacraliza la profesión del artista y se le convierte en un personaje tocado por la mano de Dios, a veces excéntrico, a veces alcohólico, drogadicto o miserable. En el pasado, cuando la pintura se utilizaba para informar y divulgar la religión o el poder, el artista era un artesano y, al igual que el panadero, cumplía su misión haciendo su oficio lo mejor posible, lo cual dio como resultado las grandes obras que hoy vemos y disfrutamos en los museos". En algún momento también se le preguntó: ¿Cuál debe ser la relación entre arte y política? ¿Es el arte instrumento político?
"El artista es un ciudadano común, como cualquier otro, que obedece a sus hábitos, decisiones y preferencias. Tiene la libertad de expresarlos, ya sea mediante un discurso sumiso a ideologías o simplemente a través del testimonio de su sensibilidad y reflexión, como testigo de su tiempo. En el pasado los artistas pintaban lo que su cliente les exigía, con la meta de hacerlo mejor que sus predecesores y en ese contexto se fueron inventando los grandes discursos del arte que han perdurado hasta nuestros días. Por otra parte, la historia contemporánea ha demostrado que el arte al servicio de las revoluciones políticas, ha resultado, paradójicamente, reaccionario y decadente". "En nuestras sociedades, la política es un mecanismo de lo circunstancial, mientras que el arte es el mundo de lo trascendente. La actitud del artista de hoy puede compararse con la del científico que no está conforme con lo aceptado como una verdad por todo el mundo: se empeña en demostrar lo contrario o mostrar una nueva faceta de la realidad que los demás no habían observado. El arte y la ciencia son una continua búsqueda de la verdad. La mecánica de la 'invención arte' se encuentra íntimamente ligada con la necesidad de expresarse, de decir algo nuevo y de comunicarlo de una forma inédita".

Cuando estaba por cumplir 88 años, le preguntaron; ¿cómo resumía el arte y la creación en su vida? "Como he dicho muchas veces, el arte ha sido y sigue siendo un complejo mecanismo de descubrimiento, expresión, invención y comunicación. El arte y la vida son para mí una misma cosa. No hay agenda ni horario para ser artista. Ejercer los oficios de diseñador, ilustrador, periodista, publicista, fotógrafo y profesor, me ayudó a financiar mi libertad y adquirir el derecho a ser artista a tiempo completo. No puedo quejarme, soy un privilegiado en relación a otros artistas que murieron sin haber tenido la más mínima respuesta a sus propuestas. Felizmente he tenido la salud para seguir enriqueciendo mi discurso, con el cual pretendo hacer disfrutar, a quien lo observa y participa de otra percepción del universo cromático". “Si se quiere decir o hacer algo que trascienda, es preciso poseer una sólida estructura conceptual y una rigurosa disciplina de trabajo, toda vez que el don natural y la inteligencia no bastan por sí solos para hacer una obra”.
Su libro de memorias, que lleva el subtítulo “Recuerdos de lo que me acuerdo”, es una colección de encuentros, anécdotas, personas, puntos de inflexión, valores, lugares, eventos, narrados, ordenados y relacionados entre sí con gran sencillez. En estas páginas, escritas sin pretensiones literarias, pero dueñas de una gran eficacia, no sólo resuena la personalidad de Cruz-Diez, su compromiso con el arte, su sentido del humor, su entrega a la familia, al país y a los amigos, sino buena parte del pensamiento artístico sobre el cual ha estructurado su obra. Sin tratarse, en lo absoluto, de un libro teórico, también es posible leer en él anécdotas que conectan con la reflexión artística: “Llevaba días enfrascado en los experimentos que desembocaron en mi primera Fisicromía, cuando una mañana, luego de varias horas organizando las bandas de cartón coloreadas sobre un bastidor, observé satisfecho el efecto que tanto había imaginado: la aparición y desaparición de variados ‘climas de color’. Trasladé el bastidor hasta un rincón del estudio, lo apoyé contra una pared y tomé distancia para observar el fenómeno. Enseguida llamé a Mirtha (esposa) y a los niños para que observaran el primer resultado de mi investigación. Jorge (hijo) llegó corriendo y Mirtha y Carlitos (hijo), que venían detrás, no tuvieron tiempo de ver la obra; Jorge, en medio del entusiasmo, no vio el bastidor y le dio una soberana patada. Las bandas de colores volaron en todas direcciones coloreando el ambiente como en una explosión de fuegos artificiales. (…) Ya adulto, le comenté a Jorge la anécdota y lo mucho que agradezco su oportuna patada, toda vez que a partir de ese momento comencé a reflexionar sobre el color en el espacio”.



“El haber fracasado en mi propuesta engagée [comprometida] de convertir mis vivencias sociales y folclóricas de mi país en un discurso universal del arte me hizo comprender que debía, desprovisto de ingenuidades sentimentales, dedicarme a hacer un análisis profundo de la historia, de lo que debía ser el arte y el artista en la sociedad. La sociedad agradece, utiliza y salvaguarda a través del tiempo sólo a los artistas que abrieron horizontes y le dieron nuevos mensajes a la espiritualidad. Mi ambición ya no era “pintar bien” y expresar mis intimidades vivenciales, sino la pretenciosa utopía de encontrar una propuesta que pudiera renovar el disfrute del arte. El proceso fue muy largo, nutrido de lecturas, reflexiones, experimentos y fracasos, con avances y dolorosos retrocesos, hasta que pude encontrar en el universo cromático de la pintura una “evidencia” que, extrañamente, no había sido puesta en juego en la pintura, ni había sido utilizada como discurso por los artistas: el color como una circunstancia en el tiempo y en el espacio y no como una certeza. El color que se manifiesta en el espacio, fuera del soporte y sin necesidad de estar pintado ni adscrito a una forma. Por eso los comentarios y las críticas adversas no detuvieron mi propósito, sólo demostraban que yo poseía una información que ellos no tenían. Por eso me vine a París, que todavía era centro internacional del debate de las ideas”.

A una pregunta de ¿cómo se aprende a mirar? “No es mirar: es ver. Mirar es una prospección, ver es analizar lo que estamos mirando. He dicho muchas veces que vivimos en una sociedad hiperbarroca. No hay vacío, todo está lleno de imágenes, colores, objetos, sonido y olores. No hay reposo visual ni sonoro y todo huele y sabe a lo mismo. Hasta la música popular o industrial olvidó la belleza de los silencios, se convirtió en una frecuencia monocorde, continua y agresiva con precaria invención rítmica, armónica o melódica”. Para Cruz-Diez,“todo debe tener sonido, la calle, el mercado, el automóvil, el ascensor, el hogar, la fábrica. A este panorama se ha agregado el teléfono, un instrumento de continua información sonora que sirve para huir, para no estar presentes. Se ha institucionalizado un repertorio restringido de olores y sabores que inundan el ambiente, hasta los productos alimenticios y de higiene. En tales circunstancias uno “mira”, pero no “ve”. Se requiere hacer un particular esfuerzo de selección, para disfrutar de lo que realmente nos interesa .El arte nos hace pensar, nos da la esperanza de encontrar, en este clima apabullante y caótico, una información inédita que lo mitigue y nos inunde el espíritu de otros valores y circunstancias fundamentales para el crecimiento espiritual”.

La noción “arte” es invento del hombre y el más bello y eficaz mecanismo de comunicación que el ser humano haya podido imaginar. Ver y disfrutar el arte, es redimir lo ingrato y avieso de nuestra cotidianidad. Es abrir una puerta en busca del verdadero conocimiento y de la inmaterialidad trascendente. Durante años sostuvo que Caracas no es una ciudad, sino un resultado. Un resultado del azar y las circunstancias, que generó una gran plataforma para exhibir la miseria. La imagen que por primera vez recibe el visitante es el esplendor de la pobreza, ampliamente desarrollado en las mejores visuales de las colinas del valle. Decía que la Caracas de su infancia tenía la coherencia y el confort de la cuadrícula romana de Vitrubio, que los españoles adoptaron e impusieron en la conquista. “A la muerte del caudillo Juan Vicente Gómez y la llegada del auge petrolero, el país agrícola se modificó violentamente y el campesinado, incitado por los proselitistas políticos, comenzó a invadir las ciudades”. Argumentaba que muchos planes urbanísticos habían sido elaborados y ninguno aplicado racionalmente. A pesar de las reglamentaciones, cada nuevo gobierno o cada promotor construye sus torres o urbanizaciones de tal manera que en Caracas es dificultoso caminar cien metros por una acera coherente, sin que nos encontremos con desvíos, escollos y desniveles. “La hace añorar su amable clima, continuamente barrido por los vientos alisios y la extraordinaria y bella montaña que la rodea. Lo más importante de Caracas es la cantidad de obras de arte contemporáneo diseminadas en la ciudad, comenzando por las de la Universidad Central de Venezuela, diseñada por Carlos Raúl Villanueva y que fue la primera y más importante integración mundial del arte con la arquitectura. Es decir, el arte es la panacea a ese “resultado”. De todas sus obras para espacios públicos en tantos países, las que, a juicio de Cruz-Diez los que más impacto tienen en la vida ciudadana son: el piso del Aeropuerto de Maiquetía, el Homenaje al Sol en Barquisimeto, la represa de Guri y las intervenciones en la calle con los pasos peatonales que pudo realizar en diferentes ciudades del mundo.

La historia del atletismo puede ser tan antigua como la de la humanidad. Alrededor de la mitad del siglo XIX, se restauraron las competiciones de atletismo. Las pruebas se convirtieron en el deporte favorito de los ingleses. El seguimiento del atletismo aumentó en Europa y América hasta que en 1896 se iniciaron en Atenas los Juegos Olímpicos de la era moderna, donde por supuesto, el atletismo figuró entre las pruebas. Desde los años 1980, el atletismo se hace cada vez más universal y sigue la evolución geopolítica mundial. Hoy en día, el atletismo es el deporte competitivo más universal.
Podemos decir que el atletismo ha sido de entre todas las disciplinas deportivas una de las más representadas por los artistas contemporáneos. El Arte y el Deporte van de la mano en muchas manifestaciones como son la celebración de Bienales sobre Arte y diferentes disciplinas deportivas, concursos fotográficos sobre deportes de acción, colecciones públicas y privadas o museos dedicados al Deporte, muy especialmente el gran Museo Olímpico de Lausanna. En este sentido, hay que destacar la Bienal Internacional del Deporte en el Arte (BIDA) organizado por el Consejo Superior de Deportes, gracias a la cual este organismo ha acercado a pintores de prestigio internacional al mundo de la práctica deportiva.
En la tierra natal de Simón Bolívar y en homenaje a Carlos Cruz-Diez se llevará a cabo una Carrera y Caminata denominada CARACAS CINÉTICA RUNNING 10k 2022 en su primera edición. El magno evento deportivo tuvo lugar el domingo 14 de agosto, en la Plaza Alfredo Sadel de la Urbanización Las Mercedes, Caracas. Fue un recorrido que abarcó 10 kilómetros junto a una caminata de 5 kilómetros, lo cual promueve una alianza entre la cultura y el deporte en la cual se le rindió homenaje al genio del arte cinético Carlos Cruz Diez a 99 años de su nacimiento. Esta producción será llevada al cine como parte de un reconocimiento a 30 años del atletismo de calle en Venezuela, con la participación de los Club’s de Runners que hacen vida en todo el país.



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