Por Rafael Simón Jiménez - Nada ganaría Venezuela y su gobierno en un conflicto donde no tenía los medios militares ni económicos para participar
“En el pleito de los burros…”
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En la foto: Juan Vicente Gómez en compañía del general estadounidense John J. Pershing y otros oficiales de alto rango. Fotografía: Luis Felipe Toro.

El 28 de julio se cumplen exactamente 100 años del atentado contra el Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro, que disparó el dispositivo mortífero entre las potencias europeas, para dar comienzo a la Primera Guerra Mundial, también denominada “Gran Guerra”, que se saldó con más de diez millones de muertos entre los bandos que se confrontaban, por una parte la llamada Triple Alianza que agrupaba al Imperio Alemán, los imperios centrales e Italia, y por la otra la Triple Entente que convocaba a Francia, Inglaterra y Rusia.

El estallido del conflicto planetario coincide nacionalmente con dos hechos que van a consolidar y dar permanencia a la dictadura de Juan Vicente Gómez, el primero de ellos una reforma constitucional que le permite al entonces aspirante a tirano alargar el mandato presidencial de cuatro a siete años, removiendo además el impedimento para la reelección indefinida, y además crear otras dos figuras a la medida de su ambición: la figura del encargado de la Presidencia para suplir las ausencias del Jefe de Estado y la comandancia general del Ejército, auténtico centro de poder que Gómez se reservara para sí, hasta su muerte en diciembre de 1935.

El segundo acontecimiento clave para el atornillamiento en el mando del aspirante a tirano, será el “reventón “ del pozo petrolero Zumaque I, que por varios días derrama mediante un chorro inmenso millones de barriles, poniendo en evidencia la inmensa riqueza petrolera que se escondía bajo el subsuelo venezolano. El petróleo pasará a ser no solo el suministrador fundamental de fondos a las finanzas públicas venezolanas, sino que su importancia energética estratégica permitirá al país reinsertarse dentro del nuevo esquema económico mundial, apareciendo como un proveedor seguro y confiable para el mundo occidental. Cuando el conflicto inicialmente circunscrito al territorio europeo estalla, el gobierno de Gómez por intermedio del Presidente Interino Victorino Márquez Bustillo, se apresura a declarar su neutralidad alegando que Venezuela tenía las mejores relaciones con todos los países en pugna, y que además se trataba de un país pobre e irrelevante en el escenario mundial que ningún provecho sacaría con parcializarse por uno y otro bando.

La firme e inalterable posición de neutralidad sostenida invariablemente por el poder ejecutor dará lugar a presiones diplomáticas por parte de los países enfrentados en el campo de batalla. A Gómez, quien ya no oculta sus propósitos de mando indefinido, se le acusa de vínculos y simpatías con Alemania y su emperador el KAISER Gustavo. Viejos vínculos comerciales con casas comerciales germanas y comentarios formulados a sus amigos delatan sus cercanías con la Triple Entente, sin embargo zamarro y prudente como siempre fue el dictador andino, no cambia su posición de mantenerse al margen de la contienda.

En 1917, cuando la extensión de la guerra submarina por parte de Alemania haga entrar en la guerra a Estados Unidos y ese país presione a sus socios del continente a ser solidarios con su postura, de nuevo Gómez tendrá una y otra vez que evitar o burlar las presiones de la diplomacia norteamericana. Dicen que en una conversación sostenida con el embajador norteamericano en Venezuela Preston Mc Goodwin, frente a las explicaciones y exigencias de declarar la guerra a Alemania, el dictador haciendo gala de toda su astucia sentenció: “En el pleito de los burros no se meten los pollinos “, significando que nada ganaría Venezuela y su gobierno en un conflicto donde no tenía los medios militares ni económicos para participar. Cuando se firma el Armisticio y más tarde el Tratado de Versalles (1919) que pone fin a la “Gran Guerra”, en su mensaje anual al Congreso Márquez Bustillo reivindicará la prudencia y justeza de la posición venezolana, buscando congraciarse con ganadores y perdedores.