El 28 de junio se cumplen treinta años del fallecimiento de Alfredo Sadel. Publicamos fragmentos de una entrevista aparecida en la revista “Al Oído” en 1980
Alfredo Sadel: “yo soy aquel cantor”
      A-    A    A+


¿Tu nombre artístico, Alfredo Sadel, de dónde surgió?

Uno de los personajes más influyentes en mi vida fue Carlos Gardel. Su discurso, lo que él planteaba, su manera de interpretar la vida, su lamento, eso es propio de Gardel. Y no digo que fuese yo nada más, creo que una gran cantidad de venezolanos y de latinoamericanos tenemos grandes influencias de Gardel. Y como artista fue, por supuesto, mi inspiración: yo diría que el artista primordial que inspiró mi vocación. Mi nombre es el mismo; solo construí el apellido Sadel con las dos primeras letras de mi primer apellido (Sánchez) y le agregué las tres últimas del apellido de Gardel: así nació Alfredo Sadel.

Haciendo mención de tu trayectoria artística, ¿cuántas épocas podrías distinguir en tu vida?

Indiscutiblemente que en mi carrera –como en la carrera de cualquier ser humano- hay etapas. En cuanto a mí se refiere, yo diría que hay una primera etapa -hasta 1952- que es cuando me convierto aquí en Venezuela en un artista popular; a nivel local se venden mucho mis discos, me convierto en el “comidillo” –en vez de “comidilla”- del ambiente artístico venezolano; rompo los moldes, la indiferencia que hay en el público venezolano hacia los artistas nacionales. Me convierto en el primer artista nacional que tiene que ser protegido por la policía en los shows de radio -porque en ese entonces no había la televisión-. 

La segunda etapa comenzaría cuando me voy a los Estados Unidos y triunfo en esa nación en 1952, primero a nivel de un cabaret –lo cual no es un triunfo de significación-. Pero inmediatamente triunfo en la televisión norteamericana –no la dirigida hacia la población de habla hispana-, presentándome en los principales shows, hasta 1954 cuando me declaran “el artista latino más popular de la televisión americana”. Después regreso a América Latina, voy a Cuba, y vuelvo de nuevo a Estados Unidos, cerrando esta etapa cuando me contrata la Metro Goldwyn Mayer. Allí cierro una etapa, porque decido dejar la música popular para coronar mi carrera como cantante lírico. 

Con esto comienza para mí un tercer período: me voy a Europa, estudio, me “pulo” un poco más y debuto en 1963 como cantante de ópera, dedicándome durante la mayor parte de la década casi exclusivamente a la música lírica. 

Después una cuarta etapa, que creo yo es la última, que marca mi regreso a la música popular.

¿Cuál fue el show más importante de la televisión norteamericana en que fuiste presentado?

En el show de Ed Sullivan que era el más importante de la televisión en el mundo. Por lo menos, lo fue hasta que Sullivan pereció trágicamente y se acabó el show. Pero había un programa, un show lírico, el “Firestone Show” donde cantaron María Calla y todos los grandes cantantes de ópera. Ahí también canté yo.

¿Cuál de las dos presentaciones fue para ti más importante?

El “Firestone” tenía más categoría. Pero, también en un mundo como el nuestro la popularidad de Ed Sullivan resultaba un “espaldarazo” muy grande para un artista. Eso de la popularidad, por ejemplo, yo creo que depende del punto de vista que se tenga. Por ejemplo, para un tenor, para un cantante que no pretende ser popular, la popularidad es entonces un galardón muy grande, la popularidad es la aceptación de la mayor cantidad de personas, la identificación con el artista, el “espaldarazo de las masas” hacia lo que uno hace. Por supuesto, para un cantante como yo, eso tiene un gran significado, porque nunca la he buscado: jamás en la vida he buscado la popularidad.