Lo auténticamente memorable de este film es la actuación de su protagonista, quien logra devorar el personaje de la telepredicadora evangelista
Jessica Chastain y los Ojos de Tammy Faye
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Por Francisco A. Casanova S.


Hay dos películas icónicas sobre líderes espirituales, el falso predicador que interpreta Robert Mitchum en La noche del cazador (Charles Laughton, 1955), y Elmer Gantry (Richard Brooks 1960). En la primera, Mitchum es un predicador trastornado que contrae matrimonio (Shelley Winters) sabiendo que sus hijos conocen el paradero de un dinero que su padre, ya fallecido, ha escondido en algún lugar. Mitchum no se detendrá ante nada para descubrir dónde está escondido el dinero y eso incluye el asesinato. En la segunda, Burt Lancaster interpreta a un vendedor ambulante de hablar fluido, con un modo encantador y locuaz, que se aprovecha de la religiosidad sincera de una autentica evangelista (Jean Simmons).

Los ojos de Tammy Faye, inspirada en una historia real, relata como Tammy Faye (Jessica Chastain) y su marido Jim Bakker (Andrew Garfield) en los años 70 y 80, se convierten en dos de los telepredicadores más populares de la historia, creadores de una cadena de televisión cristiana que congregaba a 20 millones de espectadores al día en todo el mundo, que gozaron de una inmensa popularidad gracias a sus mensajes de amor, aceptación y prosperidad y logran ser líderes de un imperio que llegó a crear hoteles, restaurantes y hasta un parque de atracciones de temática religiosa y su escandalosa caída en desgracia por la malversación de los fondos de la cadena de TV y el enriquecimiento de ambos personajes visto a través de los ojos de Tammy Faye y de su visión sobre lo sucedido, muchas veces la de una víctima. Tammy era legendaria por sus pestañas indestructibles, su original forma de cantar y su generosidad a la hora de acoger a personas de todo tipo.

La película refleja cómo los Bakker significaron la definitiva imbricación entre lo religioso y el show business, un fenómeno muy común en Estados Unidos y gracias a su don de gentes y su habilidad para el espectáculo, poco a poco los Bakker se convierten en estrellas televisivas hasta que fundan su propio canal por cable, PTL, que resulta ser una máquina de hacer dinero con talk shows “cristianos” monetizando su fe como parte de una nueva tendencia creciente de predicar a las masas a través de la pantalla chica. La paradoja es que mientras los Bakker venden al mundo valores tradicionales, el matrimonio está roto por dentro. La película está construida con simpatía por el personaje de Faye (Jessica Chastain es la productora) a la que se presenta como víctima de las maquinaciones de su marido, un tipo siniestro, bisexual, infiel y codicioso cuya creencia en la cruzada moralista que protagoniza no va más allá del deseo de enriquecerse.

La película es una sátira de ese mundo y una disección de las siniestras trastiendas del evangelismo americano. Es una película solvente, de buena factura, perfecta ambientación con la textura de los rótulos que son los que se usaban en los 70s, muy kitsch, colorista y con excelente material de archivo. No cuestiona la sinceridad religiosa de esa América blanca e integrista, ejemplificada en la inocencia de la propia protagonista, esa Faye que como mínimo cierra los ojos ante los delirios de grandeza y derroche de su marido, pero cree en los valores que representa.

Los ojos de Tammy Faye está basada en el documental homónimo de Fenton Bailey y Randy Barbato del 2000, que trata el ascenso, caída y redención de la televangelista. Su director Michael Showalter (The Big Sick, 2017) inspirado en el documental, utiliza recortes de noticieros de la época, tapas de diario y un cuidado total por los detalles de las apariciones que fueron públicas. En el film se recrean tanto las vestimentas como lo que dijeron los personajes, palabra por palabra. Se actúa lo que fue la realidad y resalta en la figura de Tammy su apertura en los 70s y 80s hacia la comunidad homosexual, algo infrecuente dentro del evangelismo televisivo de entonces. En tiempos en los que surge la epidemia del Sida, la postura de Tammy no es del todo bien vista por sus colegas, que ven una suerte de “complot gay” que puede llevar a la ruina del país.

Uno de los toques más inteligentes de la película es mostrarnos el desmoronamiento de su mundo a través de sus ojos (ella está en prácticamente todas las escenas). El guion de Abe Sylvia queda detenido en el mismo punto, sin concentrarse en los graves asuntos por los que transita: la relación del poder político con las iglesias evangélicas y su facilidad para la manipulación; y la difícil conciliación de la salvación y la riqueza. La película a menudo es demasiado moderada, demasiado educada, cuando cuenta la historia de alguien tan arraigado en el exceso. Sin embargo, el guion y la dirección van llevando al espectador a transitar por el camino de la tolerancia durante la caída de Tammy, mostrando a una persona amable y compasiva que por aceptar a homosexuales enfermos de sida y hablar sobre cómo mejorar el sexo en el matrimonio, el establishment del evangelismo oficial le retiro su apoyo y la ignoro.

Lo auténticamente memorable y antológico del film es la actuación de Jessica Chastain quien, a pesar del abundante maquillaje, sus prótesis de silicona en mejillas y pómulos y sus gigantescas pestañas postizas, Chastain logra devorar el personaje de la telepredicadora evangelista y lo hace convencida de anularse, de desaparecer, de no ser Jessica Chastain, en cada uno de los fotogramas. Y lo consigue, sobre todo por su emulación de la voz de la auténtica Tammy incluyendo que ella misma canta sus canciones y cómo aguanta los larguísimos primeros planos. Su personificación de una mujer ingenua, al margen de todos los deslices fiscales, financieros y delictivos de su marido, es sencillamente espectacular. Se trata de una actuación de gran calibre y es fácil erizarse ante algo tan drásticamente transformador. Chastain lo vende como algo más conmovedor que una mímica calculada, desentrañando capas que el guion de Sylvia no siempre le proporciona. La película es de principio a fin, su protagonista. Los ojos del espectador permanecen enfocados directamente en Chastain, la cual alcanza una fusión plena entre la sublimación dramática de su personaje y la impresión de verdad y trascendencia iconográfica entre la Chastain actriz y la Faye personaje. Jessica Chastain adquirió los derechos de la pelicula en 2012 y luchó por años para poder producirla. Y esa pasión es notoria en su deslumbrante actuación, gracias a la cual podríamos decir que Chastain es capaz de conferir a la película cierto aura de cine de actor.

Jessica Michelle Chastain, nacio el 24 de marzo de 1977 en Sacramento, California, Estados Unidos. Hija de padres adolescentes empezó a interesarse por la actuación cuando era niña. En 1998 se graduó en la Academia Americana de Arte Dramático. Ese año debutó profesionalmente en una producción teatral de Romeo y Julieta en Mountain View, California. Se trasladó a Nueva York para matricularse en la Juilliard School (B.F.A., 2003), tras lo cual se trasladó a Los Ángeles para seguir una carrera cinematográfica.

En 2008 debutó en el cine con el papel principal de Jolene. Al año siguiente interpretó el papel de Desdémona en una producción de Otelo en Off-Broadway. Compartió papel con Helen Mirren en el thriller La deuda (2010). El verdadero avance de Chastain se produjo en 2011, cuando apareció en varias películas, sobre todo en la meditación de Terrence Malick El árbol de la vida y en la superproducción The Help. En esta última, Chastain interpretó a un ama de casa condenada al ostracismo que contrata a una criada afroamericana: Octavia Spencer. Por su interpretación, Chastain obtuvo una nominación al Oscar.

Los créditos de Chastain en 2012 incluyeron Lawless, sobre los contrabandistas de la época de la Depresión en la Virginia rural, y el thriller de Kathryn Bigelow Zero Dark Thirty, en el que la actriz interpretó a una analista de la CIA y obtuvo otra nominación al Oscar. Chastain continuó mostrando su clase, protagonizando la película de terror Mama (2013) y asumiendo papeles dispares en Miss Julie, de Liv Ullmann; la película de gángsters A Most Violent Year; y el poderoso drama de ciencia ficción de Christopher Nolan Interstellar, y una extraordinaria actuación en La desaparición de Eleanor Rigby (todas en 2014). Chastain interpretó a la jefa de una misión a Marte que se ve obligada a abandonar a un miembro de la tripulación (Matt Damon) en The Martian (2015). En 2016 fue elegida para interpretar a la esposa del personaje principal (Chris Hemsworth) en el cuento de hadas The Huntsman: Winter's War y se ganó los elogios por su interpretación de una impulsiva y poderosa lobista en Miss Sloane. Decidió trabajar con directoras para sus dos siguientes películas: The Zookeeper's Wife, de Niki Caro y Woman Walks Ahead (ambas de 2017). Chastain apareció después en la película de la franquicia X-Men: Dark Phoenix y en la película de terror It Chapter Two (ambas de 2019). En 2020 protagonizó el drama criminal Ava y en 2021 protagoniza Los ojos de Tammy Faye, y obtiene su tercera nominación al Oscar, como mejor actriz.

Me atrevería a decir que en la estatuilla del Oscar a la mejor actriz del 2022 ya están grabando el nombre de Jessica Chastain.




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