"Y al chivo manso siempre lo arrean, y eso no pasa si es montaraz"
El Grito del Chivo
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Por Isaac López


Llegado en las naves hispanas de la conquista y la colonización, pronto se hizo señor del paisaje, patrón de la mesa popular y símbolo inequívoco de la región que los antiguos caquetíos llamaron Curiana. Grandes rebaños poblaron en la primera mitad del siglo XIX las zonas áridas de Falcón. El animal demostró ser resistente no sólo al áspero clima y a la escasez de agua, sino saber hacer combate a depredadores naturales de todo tipo. Hasta agua de mar dicen los viejos habitantes que aprendió a beber para calmar la sed y aguantar la resolana. Sin embargo un enemigo portentoso, más fiero que el gavilán y la culebra, que el titirijí y el chiriguare, que el zorro y el güirito se ensañó contra él en la segunda mitad de aquel siglo: el grito.
En el periódico coriano La Industria, redactado y administrado por Oroncio Valderrama se publicó en enero de 1887 un artículo de varios tirajes sobre la enfermedad que atacaba a muchos hatos de la jurisdicción.
Se trata de la reproducción de un escrito del colombiano Félix Restrepo bajo el titulo "Fiebre carbuncosa" (La Industria, Año VIII, N° 404. Coro, 20 de enero de 1887, p. 3). El texto, tomado de La Nación, de Bogotá, del 5 de noviembre de 1886, caracterizaba los síntomas de la enfermedad, indicando medidas profilácticas y de manejo de animales, recogiendo la experiencia de los criadores de caprinos del Departamento de Tolima.
Definía Restrepo al virus como “CARBUNCO O ANTRAX ciertas enfermedades, virulentas, gangrenosas, de origen las más de las veces miasmático. (…) Estas enfermedades atacan a toda clase de animal y aun al hombre; se transmiten por contagio, por infección y por moculación, y consiste en una alteración primitiva de la sangre.”

En Paraguaná el grito azotó a sus casas de hato. De Acaboa a Curaidebo, de Orejita a La Boca de Carajaima, de Caujarito a El Cayude, de El Ticuide a San Joaquín y Las Galeras. Ningún corral se salvó del contagio.
En el periódico El Conciliador del 15 de marzo de 1906 encontramos el siguiente aviso de J.J. Salzedo: "CONTRA EL GRITO en el ganado cabrío, acaba de recibir el suscrito los muy famosos POLVOS DE PERSIA del Doctor en veterinaria Aben-Alí. No hay rebaño atacado de la epidemia que no se salve usando estos polvos conforme indica la receta." Y luego pasaba a describirse el procedimiento: "Cuando un rebaño está atacado de "El Grito" no hay criador que pueda señalar cuál es la cabra que está enferma para aplicarle la medicina, pues el ataque es violento y no da tiempo a nada. Así es que la manera de aplicar los polvos es en conjunto a todo el rebaño; por ejemplo: 1 libra de polvos disuelta en 100 o 150 litros de agua para hacerla beber por todo el rebaño por 5, 6 u 8 días consecutivos hasta que cese la epidemia" (N° 150, p. 2).
J.J. Salzedo señalaba ser el único agente en Coro de los Polvos de Persia contra el grito del Dr. Aben-Alí, de Teheran, Persia.
Variedad de diagnósticos y curas ensayaron nuestros criadores contra el Carbón o Grito del Chivo, desde todo lo indicado por la farmacopea de los extensionistas de Ministerio de Agricultura y Cría hasta rezos y sahumerios. Un aspecto fundamental para comprender un asunto trascendental que sin embargo hemos menospreciado: la cría de chivos en el sustento de la familia tradicional coriana y paraguanera.