La idea de la belleza -nada nuevo decimos- va cambiando a medida que mudan los gustos, sensibilidades, modelos, estéticas
El Culto a la Belleza, 1924
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Por Isaac López


La percepción de lo bello que se tiene en un país que hasta hace pocos años gastaba parte importante del presupuesto familiar en cosmética y afeites, que aún en plena crisis mostraba cifras importantes de operaciones para cambiar o mejorar partes del cuerpo, no es cualquier cosa. En el país de las mujeres bellas, de Susana a la Campoli, de Maritza a Irene, de Bárbara a Estefanía, los chinos -que al parecer todo lo saben y lo miden- señalaron que ellas representaban sólo un cinco por ciento de las venezolanas que andan por estas calles. Lo cual nos muestra entonces más que a un país de la belleza a un país de la frustración. Por mucho que otras encuestas nos digan que somos "El país de la felicidad". Y atención, como también sabemos, el tema no es exclusividad del campo femenino ni del homosexual, pues el macho vernáculo también apuesta desde hace rato por botox y liposucción, implantes y plasma.
 
Asunto también de la Historia, en la prensa falconiana de 1934 encontramos las primeras promociones dirigidas a mantener la silueta. Diez años antes, en octubre de 1924, se anuncia que "La mujer más hermosa de los Estados Unidos revela los secretos de su belleza" (El Conciliador, Coro, 16 de octubre de 1924, p. 2).

Mary Katherine Campbell, "dos veces proclamada la mujer más bella de los Estados Unidos y la reina coronada de la Fiesta de Belleza de Atlantic City" recomendaba tomar las píldoras vegetales Tanlac para garantizar la lindura. La beldad norteamericana señala en el anuncio: "He tomado Tanlac y no temo decir que es un tónico notable y saludable. Ha obtenido alivio y buena salud para miles de mujeres y con buena salud una mujer posee suficiente belleza para vencer los defectos de su rostro y figura." Claramente vemos de donde viene el modelo de belleza, y su base en la idea del bienestar corporal. Las características de ese esplendor se definían por "Mejillas sonrosadas, ojos brillantes, una figura hermosa y un temperamento cariñoso", los cuales eran "complemento de una buena salud".
 
En una región donde se ofrecía también el "Jabón Kolynos" pues "usarlo es una delicia y una economía", también se combatían las lombrices con "Vermifugo Frey" y el paludismo con "Antipalúdico Imperial" (El Conciliador, Coro, 26 de julio de 1926, p. 4), podemos suponer que aquellos anuncios iban dirigidos especialmente a las mujeres de una élite de comerciantes y mercaderes, políticos y traficantes.
En el arte de la seducción y la conquista -ya nos lo ha mostrado Antonio de Abreu Xavier en su trabajo La Pasión criolla por el fashion. Una historia de la pinta en la Venezuela del siglo XIX (Alfa, 2011)- la apariencia era y es fundamental. "¿Pero cómo se te ocurre fijarte en ese mal vestio?" "Cómo crees que te va a vestir?".
 
En junio de 1924 El Conciliador reproduce un texto de Antonio Trujillo titulado "Dulces mieles", firmado en Maracaibo en mayo del mismo año. Señala el escrito: "Días pasados decía una casadera, que ella no se unía sino a un extranjero, aunque fuera CHINO, porque eran hombres de dinero. En llevando un apellido medio enredado y el prestigio de los reales, aunque resulten CABALLEROS DE INDUSTRIA no les preocupa cruzar su raza y ligar su sangre, de glóbulos rojos, hasta con la amarilla y tracomosa de los hijos del Celeste Imperio y de la Media Luna" (p. 1).
 
Terrible descripción que muestra los prejuicios sociales hacia el extranjero en pleno momento del inicio del país petrolero. La reacción de nuestros hombres ante la competencia foránea. Sirvan estas notas para intentar comprendernos, para vernos así, en cuerpo y alma, tal como aquí vinimos.