Una espantosa realidad viven los pequeños que cruzan el Tapón Darién; un auténtico drama de migrantes. ¡Cada sobreviviente es un milagro!
¡No es el libro de la Selva!
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Por Macky Arenas


¿Quién no conoce a Mowgli? Es un niño el personaje central del Libro de la Selva, una película de animación estadounidense estrenada en 1967, hecha por Walt Disney Productions. Esta película se basa en los relatos de este personaje, escritos por Rudyard Kipling. Mowgli es el protagonista de este film que comienza en India, Asia, en 1881. Bagheera, una pantera negra, narra el momento en el que encuentra a un bebé humano abandonado en mitad de la selva. Bagheera lo lleva con una manada de lobos amigos suyos, quienes lo adoptan y lo crían como a uno de sus hijos. Años después, Mowgli es un niño que vive feliz y tranquilo en la jungla junto a sus hermanos, manadas y padres adoptivos.

¿Superviviente o milagro?

Muy distinta es la experiencia de los niños migrantes –casi 19.000, según datos recientes de Unicef- que cruzan la peligrosísima selva del Tapón Darién donde el robo, la violación y el tráfico de personas son tan peligrosos como los animales salvajes y los insectos. Ya hemos reportado sobre esto en otra ocasión. Pero debemos regresar sobre el tema debido a que el número de niños migrantes registra un máximo histórico, la mitad de ellos menores de 5 años. Espeluznante.

Jean Gough, directora Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, lo explica con crudeza: “Cada niño que cruza esa selva es un superviviente”. Es verdad que familias enteras se lanzan a la riesgosa aventura, pero el drama es que muchos niños cruzan solos. Más que supervivientes, cada uno de ellos que llega vivo es un verdadero milagro. No sólo viajan a pie hombres en pos de trabajo para lo cual deben llegar a Panamá siempre con la mira puesta en poner un pie en México y, de allí, como ellos mismos lo revelan, pasar a los Estados Unidos “buscando una vida mejor”; el dato de la inmensa proporción de niños viajando a su suerte es lo que más fuertemente ha impactado la conciencia continental.

El reporte de Unicef enciende las alarmas

En los últimos 4 años, la cantidad de niños, niñas y adolescentes que la cruzaron se multiplicó por más de 15. Hoy, de más de 90 mil personas migrantes, el 20% son niños. Según los datos de la agencia de la ONU, ofrecidos el año pasado, "desde 2017, el número de niños, niñas y adolescentes que cruzan el Tapón del Darién se disparó de 109 a 1.653 en 2020, con un pico de 3.956 en 2019. Esto supuso 15 veces más", mientras que la proporción de los infantes pasó de representar el 2 por ciento de todos estos migrantes en 2017 a más del 25 por ciento en 2020. "En los últimos 4 años, más de 46.500 migrantes cruzaron el Darién, de los cuales 6.240 son niños, niñas y adolescentes", precisó UNICEF. A raíz de la pandemia del COVID-19 y el cierre de fronteras terrestres que produjo, este flujo migratorio irregular se frenó, pero no se detuvo.

Niños muertos, adolescentes violentadas

"Estas familias están sobrepasando sus propios límites y poniendo sus vidas en peligro, a menudo sin darse cuenta del riesgo que corren. Aquellos que consiguen finalmente cruzar esta peligrosa frontera están física y mentalmente devastados", explicó la directora del organismo. Pero en lo que va del 2021, el incremento ha sido mayor y lo peor: 5 niños han sido encontrados sin vida en la selva y más de 150 menores, incluidos bebés recién nacidos, han llegado a Panamá sin sus padres. Esta cifra representa un aumento de 20 veces en relación al 2020. Hasta la fecha, el organismo reporta denuncias de 29 casos de niñas y adolescentes que indican haber sido víctimas de violencia sexual durante el trayecto, según informó a La Voz de América Javier Córdoba, Coordinador de Programas de Unicef en Panamá. Jamás los equipos de la Agencia en el terreno habían visto a tantos niños pequeños cruzando el Tapón del Darién y a menudo sin ningún tipo de compañía, según confesaron.

De acuerdo a su declaración, han sido identificadas más de 50 nacionalidades en ese reporte; hay personas africanas y del sur de Asia, aunque la mayoría son haitianos y cubanos que vivían en Brasil y Chile, con hijos nacidos en esos países, pero cambios en las políticas migratorias tanto como los efectos de la pandemia los han impulsado a viajar al norte del continente americano. Esa peligrosa selva entre Panamá y Colombia es considerada una de las rutas de migrantes irregulares más peligrosas del mundo, no solo por ser una selva tropical sino porque allí colindan grupos del crimen organizado.

En puertas: una grave crisis humanitaria

Durante el Día Internacional de la Niña, Unicef buscó visibilizar este drama que incluye violencia de género contra las pequeñas migrantes. "En lo más recóndito de la selva, los robos, las violaciones y la trata de personas son tan peligrosos como los animales salvajes, los insectos y la falta absoluta de agua potable. Semana tras semana, hay más niños que mueren, que pierden a sus padres o que se separan de sus familiares durante este peligroso viaje", denunció Gough. La advertencia se centra en las serias amenazas que enfrentan las familias migrantes con niños en este enclave, especialmente expuestas a la violencia, los abusos sexuales, la trata y la extorsión por parte de bandas criminales. Alertan acerca de que las bandas criminales están usando cada vez más la violencia sexual como arma para aterrorizar a los migrantes. Además, los niños que intentan cruzarlo también corren el riesgo de contraer diarrea, enfermedades respiratorias, deshidratación y otras dolencias que requieren atención inmediata.

Los Estados deben actuar

Ante la perspectiva real de que el número de niños y familias migrantes en el "tapón de Darién" siga aumentando en las próximas semanas y meses, UNICEF ha instado a los gobiernos a que “garanticen la protección de los niños migrantes a lo largo de su viaje y coordinen la puesta en marcha de una respuesta humanitaria más sólida en todos los países implicados”. Esos niños no tienen una Bagheera que los proteja en la selva. Los Estados deben actuar. El empeño es concientizar en el deber de promover rutas seguras para la migración, algo en lo que deben trabajar, principalmente ellos, los Estados y sus instituciones. Igualmente recomendaron potenciar la integración de las familias migrantes en las comunidades de acogida y a solucionar las causas de fondo que las llevan a emigrar.

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