A 20 años de su muerte el autor rescata momentos con su maestro de las artes plásticas
SOTO EN EL TIEMPO Y LA MEMORIA
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Juvenal Ravelo

Jesús Soto fue un precursor del arte cinético. Es nuestra primera referencia en el contexto internacional. Cuando llegó a París, había finalizado la segunda guerra mundial y el abstraccionismo geométrico abandonaba el escenario cronológico de la historia de la pintura a las indagaciones del arte óptico. Paralelamente al umbral del informalismo y de la nueva figuración, Víctor Vasarely, en su período Belle- Isle (1947), se perfilaba como pionero en las ilusiones ópticas en el plano bidimensional, para desembocar en el cinetismo. Soto comenzaba sus investigaciones cinéticas utilizando las tramas, con formas de huellas dactilares y figuras geométricas, con líneas en su interior, para provocar el movimiento con el desplazamiento horizontal del espectador. Sabía Soto que Naum Gabo, en el campo de la heurística, había realizado una experiencia insólita: con un solo elemento metálico, movido por un motor para crear un volumen virtual, como primera idea cinética en 1920 y en Moscú, Capital de la Rusia del constructivismo, de la revolución de Lenin y los bolcheviques.

Con la presencia del manifiesto realista, aparecido en semejante fecha y apoyando teóricamente esa misma experiencia, Soto comprendió también que el cinetismo no podía crearse dependiendo solamente de la intuición y el azar, entendiendo que era necesario investigar para agregarle a la plástica , la nueva invención: el movimiento y la incorporación del tiempo en el planteamiento cinético.

El lenguaje cinético de Jesús Soto está basado en la desmaterialización óptica de elementos sobre el plano de líneas paralelas, en dirección vertical, que activan un movimiento por la incidencia de una modulación de relaciones en el espacio-tiempo.

Mi última conversación con el maestro de la transformación temporal, por la relatividad visual en el universo del arte, fue cuando yo había terminado los módulos cromáticos en la Avenida Libertador, en Caracas. Luego me llamaría por teléfono para darme su opinión respecto a ese mural. Guardo en mi memoria sus postreras palabras: “ Juvenal , toma papel y escribe …”. Por el tono de su voz, por el anuncio de su último viaje a París en busca del triunfo de la ciencia médica, me hizo pensar que se había ido para siempre. Su muerte nos deja cicatrices en los recuerdos de la amistad compartida con el arte y la vida.



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