Ciudad Bolívar —misteriosa y fascinante— vigila, apacible, al soberbio Orinoco. En sus riberas acumula los sueños perdidos de generaciones de aventureros, que en tiempos remotos poblaron estas tierras
Viaje al misterioso Orinoco: Ciudad Bolívar
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Sección: Los viajes de Montenegro

Tuve la grata oportunidad de visitar Ciudad Bolívar hace poco. Debo confesarles que quedé fascinado de nuevo con el centro histórico y con la arquitectura colonial de sus casonas. La Casa del Congreso de Angostura me hizo soñar con el nacimiento de la Gran Colombia como nación.

Enfrente visitamos la bella catedral, que está ubicada en un sitio imponente en lo alto de una colina. En uno de sus costados está el muro donde fusilaron a Piar, como mudo testigo de la cruenta independencia. El puente colonial sobre la calle Igualdad me trasladó a mundos y tiempos nostálgicos.


Vista de la Catedral de Ciudad Bolívar desde el hotel La Cumbre

Después bajamos la colina. Caminamos unas pocas cuadras para disfrutar de uno de esos atardeceres inolvidables, con el río Orinoco en el fondo.

Paseamos por el Paseo del Orinoco, que es una especie de malecón al borde del río. Está repleto de unas típicas casonas antiguas, balconadas con celosías de madera en el segundo piso. Estas casonas parecen recordarnos a los fantasmas amables de la niñez, como esperando que caigan las tinieblas de la noche para contar sus historias.

El Orinoco en Ciudad Bolívar

El centro histórico

Además de histórica y serena, Ciudad Bolívar es deliciosamente romántica. Nos alojamos en la posada Don Carlos, ubicada en pleno centro histórico. Al llegar, nos arropó un impostergable deseo de caminar por los alrededores. Queríamos escuchar las historias que cuentan las viejas paredes de las casonas coloniales en la ciudad.

Aun antes de desempacar, entramos en la Casa del Congreso de Angostura. Allí, el 15 de febrero de 1819, se reunió el primer congreso de Colombia, y Bolívar decretó, en su famoso discurso, la creación de la Gran Colombia. La vieja casona está muy bien mantenida. Merece dedicarle un tiempo para recorrer sus ignorados salones.

Hicimos la obligada visita a la Catedral, para agradecer a Dios por la vida. Después recorrimos la bella Casa Prisión de Piar, a un costado de la plaza. Visitamos la Casa de Antonio Lauro —no muy lejos— y el Centro de las Artes, originalmente concebido como un cuartel. Luego fue una prefectura, para llegar a un destino mucho mejor en la actualidad.

Me sorprendió observar a una cantidad de jóvenes llevando instrumentos musicales en sus hombros. Lo hacían mientras caminaban despreocupados por el casco histórico. Iban o venían de recibir clases en alguna de las aulas cercanas. Exaltado por la ilusión, me convencí de que, sin hacer el menor alarde, Ciudad Bolívar se ha convertido en una gran ciudad musical.


Paseando al borde del río Orinoco

Luego de una inevitable siesta y de hojear pocas páginas de Bonjour Tristesse, de la desaparecida Francoise Sagan, salimos. Bajamos dos cuadras hacia el río Orinoco. El Paseo Orinoco tiene un carácter único en Venezuela, firme y delicado a la vez. Parece el altar de un culto misterioso al soberbio río, que lo ha mojado con sus leyendas a través de los siglos.

Aquí ya no se ve la arquitectura colonial española del casco histórico, más bien una mezcla única de construcciones franco-caribeñas. Edificios de dos pisos cuyo balcón superior, escondido tras celosías de madera, se convierte en un corredor sombreado para los caminantes de las aceras del paseo.


Las casas de Ciudad Bolívar son una muestra única de construcciones franco-caribeñas

La arena del río y las escalinatas de Puerto Blohm, donde se toman los bongos para cruzar a la población de Soledad, le alejarán de la vida real. Le empujarán a un torbellino de sensaciones y pensamientos desconocidos.

En Semana Santa hacen allí una representación de la pasión de Cristo, con tres grandes cruces encajadas en la arena. Nosotros vimos a un hombre bajando apurado por las escalinatas hacia el río, para tomar un bongo con su herramienta de arreglar zapatos y una serpiente enrollada en el brazo.

También había niños vestidos de domingo, listos para visitar a, quién sabe, cual pariente. Además, una algarabía de gente comprando pescado y tomando bongos para cruzar el río. Era palpable ese invencible fastidio con el cual la cotidianidad recubre a las cosas más interesantes después de un tiempo.

Puerto Blohm


Noches tranquilas y románticas

Agotados por tantas impresiones y descubrimientos del día, nos fuimos caminando a nuestra posada para ducharnos. Descansamos un poco y, al rato, salimos a cenar al restaurante Tony, que nos recomendaron en la posada.

Volvimos a la vida real cuando probamos un churrasco de lau-lau sensacional, que acompañamos con una botella de Chateau Los Vascos Sauvignon Blanc. El banquete fue celestial; y la compañía, mejor. Del restaurante salimos indefensos por los deliciosos caminos del romanticismo, hasta llegar a las más intrincadas telarañas de la ternura. Fue una noche espléndida bajo la luna.

Venga a Ciudad Bolívar con su pareja. Disfrute usted también de los misterios del río Orinoco, como si estuviera retrocediendo en el tiempo a lugares desconocidos. Estoy seguro que le encantará este viaje y lo recordará siempre.


Carnet de viaje

Cómo llegar


Ciudad Bolívar queda a solo 600 km de Caracas, a 296 km de Barcelona y a 130 km de El Tigre. Así que le recomiendo salir bien temprano de casa y disfrutar de la carretera. El cruce por el puente sobre el Orinoco es espectacular.


Dónde alojarse

La posada Don Carlos es una casa estilo colonial con 10 habitaciones muy cómodas, donde brindan un servicio correctísimo. Está muy bien ubicada en el centro de la ciudad, desde donde pueden ir caminando a todos lados.
Calle Amor Patrio #30, Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.
Teléfono: (0424) 299.85.53.

Otra buena opción es el hotel La Cumbre, que posee el bar con vista a los mejores atardeceres de la ciudad. Piscina, restaurantes y cómodas habitaciones.
Av. 5 de Julio, Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.
Teléfono: (0285) 632.77.09.


Buenas mesas

Sarrapia es el nombre de un restaurante excelente. Allí sirven pescados de la zona como el lau-lau, sapoara, pavón, morocoto, caribe y muchas delicias más. Además, el merey, la sarrapia y los quesos de Guayana son dueños de los sabores de esta magnífica cocina. Las costillas de morocoto confitadas son de otro mundo, y el ceviche de curvinata sencillamente delicioso.
Avenida Angostura, # 21, Ciudad Bolívar.
Teléfono: (0285) 654.69.65.

El Café-restaurante Tony nos encantó por el alegre ambiente, el rápido servicio y la calidad de la comida. Las mejores pizzas al horno de leña de la ciudad.
Avenida Táchira, edificio Emilio, Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.
Teléfono: (0285) 632.26.76.


De compras

En el Paseo Orinoco se encuentran cantidad de tiendas y cuchitriles. Al final hay un mercado de buhoneros, “La Carioca”. No es impresionante, pero sí limpio y ordenado. Enfrente se encuentra el interesante y bien logrado mercado “La Sapoara”, bañado por el Orinoco. Allí encontrará comida típica, pescado de río, artesanía y otros enseres que los lugareños compran con ahínco.


No olvide

El 14 de enero de 2005 murió en París Jesús Soto, hijo ilustre de Ciudad Bolívar. Para honrarlo, lo mejor es visitar el Museo de Arte Moderno Jesús Soto, que es realmente extraordinario.

Museo de Arte Moderno Jesús Soto. El artista es hijo ilustre de Ciudad Bolívar

Esta obra, cuyo proyecto fue donado por Carlos Raúl Villanueva, recoge en siete espectaculares salas obras del maestro. Todas ellas están en una perfecta comunión con piezas de FernandLéger, Sonia Delanuay, Cruz Diez, ManRay, Vasarely y otros genios de las artes contemporáneas. Vale la pena mil veces venir a este museo.
Avenida Germania, Ciudad Bolívar.
Teléfono: (0285) 632.05.18.

No olvide: caminar por los jardines de la Casa San Isidro, hacienda donde el Libertador redactó su discurso ante el Congreso de Angostura. Recorrer el Fortín del Zamuro, con historias increíbles y vista privilegiada sobre el casco histórico. Llevarse el conmovedor libro Bonjour Tristesse de Francoise Sagan, para despertar todos los bellos sentimientos que guarda su alma.

Personas subiendo desde el Orinoco




Crédito de todas las fotos:   
Álvaro Montenegro.