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Mi nombre es Natalia, pero me dicen Tati, y voy a escribir notas sobre los viajes que he hecho junto a mi familia, solo que desde mi punto de vista (de vez en cuando mi papá añadirá datos de lo que se encarga él)

Estas vacaciones, en septiembre, tuve la oportunidad de visitar Praga con mi familia, y ahora la considero una de mis ciudades favoritas. Conocí mayormente el centro histórico de Praga (a excepción de la Torre Zizkov, que quedaba un poco fuera de la parte turística).

Nos quedamos en un sitio muy céntrico, tan céntrico que solo tenía que caminar como dos cuadras para llegar al Reloj Astronómico y a la Plaza del Viejo Pueblo donde se encuentra el reloj.


Una vista desde la plaza del Old Town. 

Todo el centro está lleno de arquitectura gótica (mi tipo de arquitectura favorita) y calles angostas, pero, también tiene su toque diferente, ya que literalmente vas caminando entre calles muy estrechas de edificaciones medievales recargadas, y de repente, te consigues con una pequeña plaza con un gorila azul en el centro.


Uno de los rincones de Praga. 

Además de ir a los lugares típicos a visitar, como: el Puente Carol, la Catedral de Praga, la Catedral San Vitrus, la Plaza del Pueblo Viejo, entre otros; caminando sin rumbo, nos conseguimos con el World of Franz Kafka, esta era una experiencia donde ves un poco en el ambiente en el que se crió Kafka, como también le echas un pequeño vistazo a cómo funcionaba su mente. Kafka fue un escritor checo muy famoso, por lo que antes de ir leí un resumen de su reconocido libro La Metamorfosis, y me di cuenta de lo que muchos se han dado cuenta al leer sus escritos: era un tipo muy atormentado. Sin embargo, visitar esta exposición me hizo ver un poco mejor el arte que hay detrás de sus libros, ese vistazo dentro de su cabeza me hizo verlo a él, como escritor, de una manera diferente; además de que era una visita sumamente interesante, captó mi atención totalmente.

También hay una escultura de la cabeza de Kafka, que me gustó mucho, que está dividida horizontalmente y cada parte rota cada cierto tiempo.


La cabeza giratoria de Kafka. 

Ahora hablando de los puntos de interés más comunes, recomiendo muchísimo ir a la Catedral de Praga, tiene una arquitectura gótica muy detallada y por dentro es increíble; además al llegar a la Catedral hay otros lugares para visitar a los alrededores de la misma, por lo que la visita puede tomar de medio día a todo un día. El Puente de Carlos es imprescindible; porque si te gustó la ciudad y quieres volver en un futuro, tienes que tocar el pie de una de las esculturas, y ¡listo! lo tendrás asegurado. Está comprobado. Tengo testigos. 

En el castillo hay un jardín, el cual tiene un área a prueba de sonido. Tiene la forma de un teatro griego, solo que muchísimo más pequeño, cuando te paras en la plataforma y hablas se crea un efecto anti sonido donde las personas que están más abajo no pueden oír lo que dices. Dicen que es por las matas que están sembradas detrás. 


Si te paras en ese círculo y gritas, las matas cancelan el sonido. ES increible. 

La Plaza Mayor es muy linda tanto de día como de noche, aunque considero que es mejor verla de día porque así puedes notar los detalles que hay en el reloj astronómico y las edificaciones que la rodean.


El reloj astronómico de día y de noche.

Otro “highlight” de nuestra visita fue ir a la Torre Zizkov, que es un mirador (que también tiene un restaurante, al que no fuimos) desde donde puedes observar una vista panorámica de Praga de 360 grados. La torre en sí te atrae, porque por fuera tiene unas esculturas de unos bebés gateando por las paredes del mirador hacia la punta.


La torre Zizkov con los bebés gateando hacia arriba. 

Evidentemente hay muchas más cosas que hacer en Praga, como la Catedral de St. Vitrus, ver la Casa Danzante y el muro de John Lennon, subir la torre Petrin y visitar otras iglesias que conseguirás caminando por el centro; todas son muy interesantes, pero considero indispensable visitar lo mencionado anteriormente.


Varias vistas desde la plaza central de Praga. 

Hablemos un poco de la gastronomía, pero solo un poco porque en verdad ese no es mi fuerte, no tengo ese paladar tan refinado de los mayores. Varios de los platos típicos checos incluyen cochino, que no me vuelve loca, razón por la que no puedo contarles mucho al respecto; pero sí probé un postre que es muy famoso allá, el Trdelník. Este postre es una masa de harina enrollada en un pincho de madera que se asa, luego tú puedes escoger que echarle; yo pedí uno relleno de Nutella y mi papá pidió uno relleno con helado, con la masa cubierta de azúcar y syrup de caramelo. Yo disfruté mucho el mío y definitivamente lo volvería a comprar, (a mi papá no le gustó el de él, un “helado de máquina”, dijo), y siéndoles sincera, yo creería más la opinión de mi papá.


Mi Trdelnik. 

Praga es una ciudad full interesante, con arquitectura vieja, pero con detalles que no hacen que se vuelva aburrida. Volvería a visitarla, sin duda alguna, como también volvería a pedir mi Trdelník.

Ahora unos comentarios de mi papá:

Volamos de Madrid a Praga en Czech Airlines, que es parte de SmartWings, una aerolínea checa privada en la que ya habíamos volado antes, una vez. Perfecto el vuelo. Bien los aviones. Bueno el servicio. Cero quejas.

Del aeropuerto al apartamento tomamos un Uber. Sin ningún problema. También los usamos un par de veces en la ciudad y cuando salimos de Praga, hasta la estación de tren. Los choferes machucan el inglés. Uno solo nos tocó que hablaba un buen inglés. 

Llegamos a un apartamento muy cerca de la plaza del Old Town, muy bien ubicado y muy cómodo, un dúplex, con todo lo que hacía falta. El ruido no fue un problema -que pudo serlo porque esa zona se mueve mucho de noche- pero el apartamento estaba bien insonorizado. Lo conseguimos en Booking.com.


El dúplex en Michalská, literalmente a 3 minutos de la Plaza del Old Town.