VIP Muñeco de jengibre
Por Brian Figueroa
Un corazón lleno de magia
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La historia de este dulce muñeco comenzó en la Inglaterra del siglo XVI, cuando la reina Isabel I ordenó a sus pasteleros crear galletas con la forma de sus invitados. Esta idea, digna de un reality show de cocina, marcó el inicio de una tradición que perdura hasta hoy. Con el tiempo, su popularidad se expandió a Alemania y Suecia, donde se consolidó como un personaje icónico, especialmente con la famosa historia del "Hombre de Jengibre", que corre para no ser comido.

En una amena conversación, nuestro invitado nos compartió un poco sobre su vida familiar. "Es un poco caótica", dice con un tono crujiente mientras se acomoda en un plato. Su madre, la señora Claus, es estricta con las medidas, lo que hace que todos los muñecos sean parecidos, pero con su propia personalidad. "Vivo en bandejas de hornear con mis hermanos y somos muy unidos. Aunque la vida familiar no es convencional, siempre nos mantenemos conectados de corazón", comenta con nostalgia.

Su momento de fama llegó con la reina Isabel I, quien le dio personalidad y un rostro. Sin embargo, fue en la época de la también icónica reina Victoria cuando realmente se popularizó, convirtiéndose en un adorno navideño en los árboles. "Pasé de ser una galleta para los invitados a un símbolo de la Navidad. La gente me regala, hace figuras y me cuelga en sus árboles y, por supuesto, me come. No hay mayor honor que ser parte de una tradición tan querida", dice con orgullo. Su objetivo es simple: ser irresistible y evocar la nostalgia de momentos felices, haciendo que las personas se sientan bien al verlo en la mesa.

Mientras espera la llegada de la Navidad, el muñeco de jengibre pasa la mayor parte del año en forma de especias, harina y azúcar. "Es un sueño colectivo, en el que esperamos el momento perfecto. A medida que se acerca la Navidad, nos despertamos y nos convertimos en lo que somos hoy", explica. Su pasatiempo favorito es ser decorado, disfrutando cada vez que le aplican glaseado, como si le hicieran un tatuaje. Además, le encanta escuchar música navideña, lo que lo inspira a seguir llevando alegría a todos en el mundo.

Respecto al futuro, el muñeco de jengibre se ve siempre en la mesa de Navidad, listo para ser protagonista. "Mi misión es simple y mi vida es corta, pero llena de significado. Espero que las próximas generaciones de muñecos de jengibre sigan llevando alegría y que la gente nunca deje de creer en la magia que llevamos en nuestros dulces corazones", concluye con una sonrisa.
 
Así, este pequeño ícono nos recuerda que, más allá de ser una simple galleta, es un símbolo atemporal de la felicidad y la unión familiar durante la Navidad.