Despecho a la venezolana
Un fenómeno en auge
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Imagina un lugar donde las penas de amor se ahogan en canciones y cocteles creativos. Un espacio donde la música de despecho retumba en cada rincón, invitando a cantar a todo pulmón. En Caracas no hay uno, sino dos nuevos locales que se han convertido en la nueva sensación de la noche venezolana

El Malquerido Cantina
El staff detrás de este establecimiento ubicado en El Rosal ha buscado diferenciarse de entrada. Esto no es sólo un sitio para llorar las penas, es un espacio para encontrar “La Cura”. Así nos lo revela Adelso Fuenmayor, relacionista público y socio de El Malquerido.
Desde que entras la experiencia se siente diferente, te reciben las anfitrionas con lápiz y papel para que escribas “eso” que deseas dejar atrás y exorcizar en una fogata que “quema todos los pensamientos negativos y las emociones que te hacen sufrir”, explica Fuenmayor. Una vez que pasas por esa hoguera, te esperan dentro con “La Cura”, un elixir que promete sanarte las heridas y borrarte -alcohol mediante- los recuerdos del amor que no fue.
La persona que te da ese performance de apertura es el mesonero encargado de atenderte, quien en su propia experiencia te cuenta un poco de cómo vive su guayabo para, tal cual médico, recetarte una dosis de ese licor.

 

La Cura
¿Qué tiene ese “remedio”? Por lo pronto, sólo sabemos que lleva un buen tequila Don Julio y St Germain, mezclado con algunos brebajes, sentimientos y emociones. Quien se toma La Cura sabe que el buen rato está garantizado, ya que el trago deja de ser amargo para abrirle paso a una noche que promete sustituir lágrimas por sonrisas y alegría.
Fuenmayor explica que la mayor inspiración no viene sólo de la música de cantantes venezolanos insignes y que el karaoke es sólo una pequeña parte de lo que ocurre en ese espacio coronado por ídolos de la cultura pop venezolana: “Queremos que haya una puerta abierta para que se animen a ser parte de la Sociedad de los Corazones Rotos, esos que han sido influenciados por la telenovela venezolana, tan intensa y tan nuestra”.
La novela es tan importante dentro del mood de El Malquerido que, no en vano, Mimí Lazo y Sonia Villamizar, primeras actrices del país, se han encargado de ser imagen del local.

 

La carta
Los encargados de El Malquerido plantean una experiencia inmersiva, donde se mezclan la música con los sabores y la carta de cocteles, es ahí donde radica su mayor diferencia.
El Malquerido tiene tres cartas de cocteles: coctelería de autor, clásica y “medicinal”, esta última está conformada por recetas 100% originales que, además de licores, contienen ingredientes “curativos”, dignos de la botica de la abuela. Manzanilla, anís estrellado y romero son algunos de los ingredientes que esta carta compila. ¿Lo más curioso? La presentación de ciertos tragos, entre ellos, el icónico vaso en forma de corazón anatómico que sirve para beberse los despechos más feroces. Cuando te dan La Cura o alguno de los tragos “medicinales” de El Malquerido, no se dice “¡salud!”, se exclama “¡qué se mejore!”



Diseño
En cuanto a la arquitectura, desearon mantener un estilo sobrio y limpio, sin perder de vista el buen gusto de la mujer venezolana. “Sabemos que ellas son más exigentes y que pueden traer consumidores al local. Ellas son nuestra principal audiencia y la idea es hacerlas sentir seguras y guapas. Por eso no escatimamos en cuidar los detalles, como un baño pensado en esos selfies que suelen tomarse. La mujer es nuestra musa y estamos convencidos de que ella juega un rol importantísimo en generar fomo (fear of missing out) entre sus amigas y conocidos”.

Sin duda, El Malquerido pretende atender a esos venezolanos que desean un espacio para disfrutar, para sentirse a gusto y para soltar las penas, sin perder de vista un trago que acompañe y una comida que sorprenda.




Sala de Despecho
Fotografía
 @vincicontenido

Detrás de cada corazón roto hay una historia y una canción que, “como sal en la herida”, escuece y se cura. Todos hemos pasado por ahí y le hemos dado repeat a un tema que nos recuerda ese momento exacto en el que nos despechamos… de eso van las noches en Sala de Despecho, el nuevo local en Altamira Village.
“Es un espacio para los +35”, nos dice Pepe Rodríguez en su visita a Venezuela, dueño de este santuario de los despechados, donde se “combina la música que hemos escuchado desde chavitos, con nuestras abuelas, tías, mamás, que forman parte de nuestro ADN intenso, de novela, de mucho cantar a todo gañote como si estuviéramos pasando el peor momento amoroso de nuestras vidas, pero en un espacio lúdico con una experiencia divertida y relajada”.
Rodríguez, empresario mexicano, junto a Gerardo Pereira, su contraparte venezolana, idearon un espacio donde todo eso es posible, con detalles bien cuidados que generan la atmósfera necesaria para desahogarse, divertirse y “cantarle sus verdades” a los responsables de los corazones rotos de sus comensales.



Un público descuidado
La propuesta no es en exceso pretenciosa. Un menú mexicano, adaptado por el chef venezolano Walter Kovacs, permite que la noche trascienda entre tacos, el infaltable tequeño y una carta de cocteles que acompañan toda la experiencia.
Doce de la noche, la luz baja y los meseros y anfitriones del local reparten unos micrófonos junto a algunos sombreros de charro. Caen las murallas, se rompe el hielo y todos entonan El Rey, una buena ranchera de Rocío Durcal o hasta una balada pop de Luis Miguel.
“Sabíamos que el público más adulto estaba siendo descuidado y ya habíamos vivido la experiencia en nuestros distintos locales en México. Acá lo bonito es que, al abrir a las 5:00 pm, puedes tener a padres compartiendo con sus hijos, mesas de señoras, parejas jóvenes o mujeres solteras que vienen a cantar y divertirse… eso es lo especial de nuestra Sala de Despecho”, afirma Rodríguez.
¡Y vaya que el concepto ha calado! Con más de 100 locales en México, una experiencia pop-up que culminó en un local en Madrid, otro recién inaugurado en Medellín y esta sala en Caracas, se augura un negocio longevo y sólido.
“El despecho es parte de nuestra cultura y si eso lo acompañamos con una propuesta gastronómica de altura, estamos seguros que el público responde”, agrega Pereira.

 

Ajuste a lo venezolano
La gastronomía del local en nuestro país representó un reto y un ajuste del picor característico de la cocina mexicana; sin embargo, el chef Walter Kovacs logró balancear un menú que muestra lo mejor de la Sala de Despecho de principio a fin. Más allá de los vasos vistosos -como Paquita la del Barrio o Luis Miguel-, en la coctelería se esconde una propuesta que refleja la verdadera cantina mexicana en el mundo.
Kovacs nos comparte lo que pediría él como un comensal que va por primera vez al local: Empezaría con un coctel de la casa (que puede ser el Luis Miguel), continuaría la picadera con los clásicos nachos de la casa (una propuesta crujiente con un chili con carne potente) y avanzaría entre tragos con una de las sorpresas más recordadas del menú: los sopecitos, unos sobrecitos de masa de tortilla cargados de sabor. Unos tequilas después, ordenaría una selección de tacos donde el Pastor y el Gobernador son las joyas de la corona. El chef se ríe y dice: “Aquí retamos esa frase de 'borracho no come dulce' y ofrecemos un cheesecake que está de lujo”.

Con el éxito resonando cada noche, Sala de Despecho se consolida como un fenómeno que trasciende fronteras. Desde México hasta Caracas, la fórmula de combinar música, comida y un ambiente de camaradería ha conquistado y sanado corazones.




“Nunca estar triste fue tan divertido”. Pepe Rodríguez