Las perlas son un clásico en el mundo de la joyería, algunas son naturales y otras cultivadas, sin perder su elegancia y significado. Son un símbolo de pureza, aunque son creadas gracias a una herida, porque nacen por un cuerpo extraño que entra a la ostra, se convierte en amor, porque nace una belleza como lo son las perlas.

Sus inicios
Sabemos que las ostras son las grandes protagonistas y que eso no es algo nuevo, viene de muchos siglos atrás, no existe la exactitud de una fecha, lo que sí afirman los conocedores de esta majestuosidad, es que en tiempos remotos significaba riqueza, sabiduría y poder económico, una pieza tan pequeña y el mensaje importante que puede transmitir en cada persona, es increíble. Expertos afirman que fueron las primeras joyas que usó la humanidad, por su sutileza y belleza, de inmediato podían usarlo sin necesidad de hacerle algún trabajo exhaustivo. En la actualidad casi todas las perlas son cultivadas, eso lo hacen con una pequeña incisión en el molusco.

Medida: cuánto más grande es, más extrañas y más valiosas.

Forma: redonda, oval, barroca, con forma de pera, forma de lágrima y más. La más utilizada en joyería es la redonda.

Color: tiene diferentes tonos e intensidades: amarillos, naranjas, rosas, azules, verdes, violetas y otros.

Brillo: es el efecto de la luz del nácar.

Superficie: son las imperfecciones que la perla tiene en su superficie, algunas totalmente lisas o incluso con muchas imperfecciones.

Calidad del nácar: cuántas más capas de nácar y tonalidades tenga la perla, más valor tiene. Las múltiples capas de nácar hacen que cada perla muestre su particular iridiscencia y profundidad.