SIPRE
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Me imagino que a ustedes (visto que toda su vida dentro del colegio ha transcurrido paralelamente al proceso político más controversial en la historia de Venezuela) les deben de haber dicho alguna una vez que son la “esperanza del país”. Cuando a alguien lo denominan la “esperanza” de algo, pareciera que estamos esperando a algún tipo de salvador. Mi pregunta cuando fui alumno del colegio siempre fue esta (y me imagino que también se la hacen ustedes): ¿a quién deben salvar unos niños de 17 -18 años?, ¿al país?, ¿de qué?, ¿cómo?...

Hace algunas semanas, me tocó presenciar como miembro de la Directiva de Sipre el acto celebrado con motivo de la conmemoración del día de la juventud, y confieso que escucharlos hablar me dio una gran satisfacción, porque siento que el futuro está en buenas manos. Y los siento así porque ser “esperanza” no consiste en que mañana tengan a dos o tres compañeros en cargos políticos o tres o cuatro personas a la cabeza de importantes empresas, para fingir ser héroes en una circunstancia y después desaparecer. 

Ser la esperanza desde la óptica ignaciana implica hacer lo que hacemos la gran mayoría de los exalumnos y que ustedes harán también: el trabajo del día a día en el verdadero frente de batalla, que es la vida cotidiana, dando el ejemplo en los diferentes lugares en los que nos relacionamos con los demás; para dar siempre un ejemplo de trabajo, de honestidad, de respeto al pensamiento ajeno sin dejar de defender en lo que creemos. Y esa mañana, escuchándolos hablar, vi a un grupo de jóvenes unido y centrado, que en mi opinión no tendrá problemas en enfrentar la vida adulta aquí o donde decida vivir, dejando los valores de esta institución en alto.

Por esta razón, si bien el final de su paso por el colegio no fue el que esperaron durante trece años, mi impresión es que con ustedes se cumplió la misión, y como padre del colegio solo aspiro a que cuando mis hijas se gradúen, lo hagan con la misma unión, fuerza y valores que ustedes; y seguir llenando este país de generaciones probas de espíritu, que tanta falta hacen. Así que no sientan tristeza, ni pierdan la esperanza, que la esperanza son ustedes. Avancemos, ¡y arriba Venezuela!


Henrique Castillo