Los tesoros de Izcaragua
El Parque Nacional El Ávila es nuestro mayor tesoro y en Izcaragua lo podemos disfrutar de manera privilegiada.
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Por Ángel Mazparrote

Nuestro querido Club Izcaragua está repleto de tesoros, el más grande de todos está ubicado en el lindero norte: El Parque Nacional El Ávila con más de 85.000 hectáreas que se extienden desde el Abra de Tacagua hasta las llanuras de Barlovento.

En las cercanías del hoyo 17 existe otro tesoro: una edificación de arquitectura neocolonial que nos conecta con la montaña y con nuestra historia reciente; es la Central Hidroeléctrica Izcaragua, en su interior funcionó un generador eléctrico de 1650 KW desde 1934 hasta finales de los años 60. Fue inaugurada por la Electricidad de Caracas un año después de la puesta en marcha de la cercana Estación Hidroeléctrica Curupao, ambas constituían el “Sistema Guarenas” y fueron diseñadas para abastecer la demanda eléctrica de los pueblos de Guarenas y Guatire: principalmente alumbrado público, dada la escasa existencia de artefactos eléctricos y el carácter exclusivamente rural de la zona para la época.


La Central Hidroeléctrica está ubicada en las cercanías del Hoyo 17.

El historiador Rafael Arraíz Lucca, en el capítulo 3.5 de su libro “La electricidad de Caracas: el desarrollo de una empresa de servicios.”, reseña lo siguiente: “Ahora el futuro cambiaba de coordenadas. Una vez desarrollado a máxima capacidad el curso del río Mamo, el ingeniero busca hacer lo mismo con el río Curupao, en las inmediaciones de Guarenas, con riberas sembradas de matas de mango, limoneros, y toda una vegetación tropical y feraz.

Fue así como a partir de 1931, una vez adquiridos los terrenos y escogido el sitio, comenzó a construirse la central de Curupao, que va a ser inaugurada en 1933, con dos grupos de generadores con capacidad de 1.650 KW cada uno, y al año siguiente se pone en funcionamiento la central Izcaragua, con capacidad de 1.650 KW, pero ninguna de las dos centrales las pudo inaugurar Zuloaga, ya que falleció el 15 de diciembre de 1932, víctima de dolencias cardíacas que se le habían comenzado a manifestar a partir de 1929.”

El año pasado, gracias a la iniciativa de la junta directiva del club, fue recuperado el sendero de 5,5 kms que comunica el hoyo 17 con el dique que alimentaba la Central Hidroeléctrica Izcaragua. Éste hermoso sendero de suave pendiente en el Parque Nacional El Ávila nos conduce a través del bosque tropófilo y la selva de transición hasta las ruinas del dique a 1.250 msnm en plena selva nublada.


Primera toma de agua al oeste del dique.

El paisaje que se disfruta desde el sitio es impresionante, son 360 grados de verde-azul infinito que nos hacen sentir microscópicamente insignificantes frente a semejante inmensidad natural. Hacia el este se distingue el valle de Guarenas-Guatire, hacia el sur la Serranía del Interior, hacia el norte la selva nublada de la cordillera de la costa y hacia el oeste el valle de Caracas.

El dique recibía agua por gravedad a través de más de 5 kms de canales de concreto que lo comunicaban con las quebradas adyacentes. El Río Naverán al oeste y el Río Los Castillos desde el este abastecían el agua necesaria para llenar el dique. Otras cuatro pequeñas quebradas, dos al este y dos al oeste, aportaban caudal adicional al dique por medio de compuertas metálicas. Una enorme tubería de acero de 25” de diámetro conducía el agua represada desde el dique hasta el generador ubicado en las cercanías del hoyo 17 a 650 msnm.


Mapa del sendero del Dique y los canales facilitado por la Fundación Guarenas Repano. Existen dos cursos de agua no reflejados en el mapa que aportaban caudal.

Resulta realmente impresionante observar la magnitud de ésta maravillosa obra de ingeniería, tomando en cuenta la cantidad de material utilizado, la época y la rapidez con que la fue construida sin ningún tipo de maquinaria moderna motorizada, por lo cual se constituye como un verdadero ejemplo de eficiencia, sobretodo para el difícil momento que vive nuestro país actualmente. Según el testimonio de Jesús Castillo, paramédico del club, la Central se mantuvo operativa hasta finales de los años 60 cuando una explosión en el generador ocasionó la muerte de varios trabajadores.


En el Río Naverán comienza el tramo occidental de los canales que alimentaban el dique, en la imagen se distingue parte de la pared de concreto del canal.

Uno de los atractivos adicionales que ofrece este sendero, debido a su privilegiada ubicación alejado de los grandes centros poblados, es la relativamente alta probabilidad de observar diferentes especies animales; en menos de un año se han reportado avistamientos de báquiros, venados, monos capuchinos, puercoespines, cachicamos y por supuesto gran cantidad de exóticas aves. Otra característica geográfica interesante es la cercanía del Pico Izcaragua, que con sus 2.310 msnm constituye el cuarto pico más alto del Parque Nacional después del Pico Naiguatá (2765 msnm), el Pico Oriental (2640 msnm) y el Pico Occidental (2480 msnm).


Báquiro de Collar (Pecarí Tajacu) fotografiado el año pasado en el camino.

Es importante resaltar que la historia de éste sendero se remonta a la época colonial, fue construido para establecer las plantaciones de café de la Hacienda Izcaragua y forma parte de la red de caminos que comunicaban a las diferentes haciendas, caseríos y plantaciones que existían a lo largo de la Cordillera de la Costa antes de la creación del Parque Nacional. Tanto en las cercanías del Río Los Castillos como en las cercanías del Río Naverán existían extensas plantaciones de café pertenecientes a la Hacienda Izcaragua, cultivadas por campesinos que habitaban en los alrededores de forma permanente, constituyendo dos pequeños caseríos (Naverán y Los Castillos) habitados hasta finales de los años 70 según datos bibliográficos anexos.


Los caseríos Naverán y Los Castillos estuvieron habitados hasta finales de los años 60. Stephan Amend – Parque Nacional El Ávila 1.991.

En tiempos coloniales el café y otros rubros producidos en las zonas aledañas eran transportados hasta la costa a través del cercano Camino Real Curupao – Anare, parcialmente accesible en hoy en día. Es muy probable que existiera alguna pica, utilizada por contrabandistas y cazadores, que comunicara Izcaragua directamente con la antigua hacienda Camurí en la vertiente norte, así como también es muy posible que existiese algún sendero que comunicara las plantaciones de café de Los Castillos con el Camino Real Curupao – Anare a través de la selva nublada. Es importante mencionar que muchos caminos coloniales se trazaron a partir de picas utilizadas por las tribus indígenas locales, de hecho en el Camino Real Guatire – La Sabana se encuentran varios petroglifos precolombinos; por lo tanto probablemente existen evidencias arqueológicas de culturas prehispánicas en las cercanías del club esperando ser redescubiertas. Según el testimonio de Jesús Castillo, al oeste del río Naverán existe un lugar llamado el “Plan del Indio” por haberse encontrado allí restos de vasijas indígenas.

Gracias a la iniciativa de la junta directiva, nosotros los afortunados miembros del club, tenemos ahora el privilegio de disfrutar de éste maravilloso y exclusivo sendero sin los peligros existentes en los caminos caraqueños. Pero lo más interesante es que apenas estamos descubriendo la punta del iceberg, surgen con esta iniciativa cientos de interrogantes por responder, queda en nuestras manos seguir rescatando de las tinieblas del olvido y el desdén la historia que encierra el tesoro más grande de nuestro querido club: El Ávila.


Bosque tropófilo en el tramo inicial del camino.



Varios muros coloniales se encuentran en el sendero.



El camino ofrece espectaculares vistas del club.



Una tubería de 25” conducía el agua desde el Dique a 1.250 msnm hasta la Central Hidroeléctrica a 650 msnm en las cercanías del hoyo 17.



Selva nublada en las cercanías del dique.



Desde el Dique se distingue al oeste las montañas que rodean el valle de Caracas como Fila de Mariches y el Cerro El Volcán de Oripoto.



Integrantes de fundación Guarenas Repano en el Dique, excelentes colaboradores en la exploración de los canales.



Vista hacia el norte desde el Dique.



El sendero es un paraíso para la observación de aves y vida silvestre.



El aporte del Paramédico del Club, Jesús Castillo, ha sido fundamental para los trabajos de recuperación del sendero, gracias a su conocimiento geográfico-histórico de la zona.