Maneja tu susceptibilidad
Por Maytte Sepulveda:Trabajando en el rescate de tu salud emocional y en el fortalecimiento de tu autoestima para evitar pensar que los demás quieren herirte o hacerte sentir mal con su comportamiento
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La relación con personas susceptibles suele ser difícil debido a que para evitar roces, discusiones o conflictos necesitamos poner mucho cuidado al elegir nuestras palabras para que no se sientan ofendidas. Y es que a esas personas les cuesta trabajo contener sus reacciones por lo que hacen o dicen los demás; inclusive se mantienen a la defensiva, atentas a confirmar su tesis de que con frecuencia alguien pretende hacerlas sentir mal. Regularmente se muestran insatisfechas, inseguras, celosas, absorbentes, exigentes, heridas o víctimas, debido a la necesidad que tienen de ser reconocidas, aprobadas o tomadas en cuenta, en especial por sus seres más queridos.

Detrás de una persona susceptible generalmente se esconde una persona insegura, con una autoestima debilitada, producto en gran parte a las difíciles experiencias de la niñez. Y en la búsqueda de reafirmar su relación y confirmar su lugar en el mundo, vive pendiente de la actitud, el comportamiento y hasta de la expresión corporal que tienen otros a su alrededor.

Si eres una de ellas no te sientas mal. Simplemente necesitas trabajar un poco más en el rescate de tu salud emocional y en el fortalecimiento de tu estima, de manera que puedas ganar la autonomía emocional que te permita dejar de esperar, y potenciar tu bienestar personal y el de tus relaciones con otros. Tal como nos enseña el budismo: Al mirar la realidad la teñimos de nosotros mismos.

Claves para ganar la autonomía emocional

Evita hacerlo personal. Es importante aprender a vencer el hábito de pensar que los comentarios, las actitudes y el comportamiento de los demás llevan la intención de herirte. Cuando en lugar de fijarte en la persona pones tu atención en su comportamiento, te va a ser más sencillo aceptarla sin que te afecte profundamente, y para buscar la mejor manera de cambiarlo si fuese necesario.

Deja de esperar. Vence la necesidad que tienes de buscar aprobación, aceptación, compañía o reconocimiento de otras personas pensando que de esa manera serás feliz, porque si no recibes eso que esperas quedarás atrapado en un ciclo de expectativa, frustración, vacío, tristeza y resentimiento.

Acepta a los demás como son. Es muy importante recordar que cada uno de nosotros tiene un criterio y un comportamiento diferentes y eso no significa que no podamos relacionarnos con los demás, pero no podemos esperar que los ellos actúen como quisiéramos. En lugar de buscar y resaltar las diferencias busquemos sus características positivas, las similitudes y la afinidad que podamos tener con otros porque así la relación se volverá más armónica y enriquecedora. Practica la empatía.

Resiste el impulso de reaccionar. Cada vez que algo nos cause malestar, que el descontrol se apodere de nosotros y sintamos el impulso de descargarnos en alguien cercano –que además no tiene nada que ver con lo que en realidad nos pasa– tomemos unas cuantas respiraciones suaves y profundas mientras vencemos ese impulso de reaccionar, y preguntémonos si con esa actitud vamos a solucionar el problema o a mejorar la situación.

Quítale el poder a quienes nos afectan. Trabaja internamente para fortalecerte emocionalmente, corta el cordón umbilical que te mantiene atado a las personas que te manipulan y afectan negativamente con comentarios, comportamientos o actitudes. Evita sentirte víctima de los demás o de las circunstancias, levántate y toma la conducción de tu vida.


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