Oscar Zañartu y la pintura como su expresión ante el mundo
Por Génesis Dinaraiv Pérez: Un caraqueño que vive para pintar y que posee un estilo clásico dominado a cabalidad como los grandes maestros
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Cuando hablamos de artistas plásticos venezolanos inmediatamente se nos vienen a la memoria reconocidos nombres como los de César Rengifo, Cristóbal Rojas, Armando Reverón y el mismísimo Carlos Cruz Diez. Pero en el mundo de las artes plásticas existe una amplísima cartera de expositores y uno de ellos es el pintor Oscar Enrique Zañartu, un caraqueño nacido en 1960 que dedicó su vida al dibujo y que con el transcurso de los años logró llevar muy en alto la bandera de Venezuela.

Tras una infancia un tanto difícil, Zañartu, con apenas 8 años, descubrió una manera muy inusual de comunicarse con el mundo. “Mis recuerdos de cuando era niño es que siempre dibujé, era muy aislado en la escuela, era poco comunicativo y solo lo hacía por medio de dibujos”, dice. Y por esa razón más adelante sus padres tomaron la decisión de inscribirlo en una escuela de artes donde tuvo la oportunidad de ser pupilo del pintor Pascual Navarro, una experiencia que pudo abrir puertas a lo largo de su trayectoria artística.


El caballo en sus obras es una referencia de su niñez

Más adelante el joven Oscar logró viajar a España para hacer un pequeño recorrido y fue cuando logró estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Las Palmas de Gran Canaria. Allí aprendió diferentes técnicas como el modelado en yeso y escayola con el maestro Alberto Osorio.

Aunque en Venezuela no tenía obras en yeso al momento en el que se realizaba el Festival Mundial del Teatro de Caracas, en 1992, logró trabajar como escenógrafo en una de las obras, lo que se convirtió en el momento oportuno de demostrar todo lo aprendido en tierras canarias, con armaduras de cobre moldeadas artesanalmente sobre arena y grandes esculturas de yeso que serían parte de la obra La fiesta de los dragones, misma que ganó tres premios, entre ellos el de mejor escenografía y vestuario.

Poco tiempo después recibió la invitación del grupo cultural El Gayo Vallecano, de Madrid, para volver a España. No se imaginaba que su vida daría un giro inesperado pues su destino cambió y terminó en una plaza de París donde al ver la Catedral de Notre Dame y las obras arquitectónicas más representativas de Francia, alimentaría de nuevo sus ganas de seguir creando obras que con los años obtendrían merecidos reconocimientos. “A los 20 años un joven tiene aún muchas cosas por descubrir; yo fui con un manojo de sueños a Madrid y terminé quedándome 16 años en París”, relata el autor del mural Flores negras, ubicado en la Torre La Previsora de Caracas.

La galería de arte Minotauro de Caracas le brindó la oportunidad de presentar algunas de sus piezas

Los caballos como inspiración

Para Oscar Zañartu los caballos son parte de su inspiración, es por esa razón que en la mayoría de sus obras se puede ver la imagen de uno o varios de ellos, algunos galopantes, otros serenos. Obras que transmiten diferentes sensaciones dependiendo del ojo con que se les mire. “Toda la referencia que tengo con los equinos viene de mi infancia, la televisión, los héroes de las batallas y los conquistadores. Siempre el caballo ha estado ligado al ser humano, desde los principios de civilización hasta la actualidad”, dice. Y aunque ha dibujado otros animales, el caballo sigue siendo su principal motivo.

Es gratificante para este maestro de las pinceladas ver la reacción del público cuando observan sus obras, como de igual manera lo son los comentarios que genera en sus espectadores. Como por ejemplo Roberto Guevara, quien fuera hace unos 30 años atrás director nacional de los Museos de Venezuela, expresó: “Zañartu es un artista que conjuga todos esos ímpetus que parecen tener su origen en la supervivencia de las fuentes primeras de la acción (…), lleva fuegos primordiales que iluminan los intensos garabatos de la infancia, las protestas tumultuosas de la adolescencia y que luego se aprestan con énfasis reforzado para atravesar ese bosque de símbolos que es el lenguaje de la realidad para la juventud asumida”.


El artista plástico aún tiene proyectos por cumplir

Por su parte, Luis Sutherland (padre) manifestó que “Zañartu traspasa la otra realidad donde el mundo adquiere presencia en una dimensión que no pretende imitar a la naturaleza sino que busca transmitir fluidos del inconsciente, arquetipos y simbologías presentidas más allá de nuestra compresión de lo real (…) La figura del caballo ha ejercido a través del tiempo un fascinación en maestros de la pintura como Géricault, Delacroix, Goya, entre otros, una tradición que se continua en la obra de Zañartu, como es el caso del Caballo hacia lo desconocido, que constituye uno de los cuadros más importante de esta exposición”. Una obra que logró un alucinante grado de perfección inventándose un caballo a lo desconocido, según Sutherland.


Radiografía emocional (1999)

La obra El Paisano, que se encuentra en el Banco Central de Venezuela, refiere a que “lo que hace de la figuración un estilo poco cultivado hoy es la prodigalidad y el facilismo con el que fue practicado en el pasado reciente; el hecho de que ya no se legitime con el compromiso político o las actitudes antisistema, para los cuales existen actualmente recursos más eficientes, es un expediente digno de analizarse”, según expresó el autor Juan Calzadilla.

Oscar Enrique Zañartu ha sido ganador de distinciones como el Premio Nacional Critven, 1982; la Mención de Honor José Antonio Páez, en la Embajada de Venezuela en Francia, 1990; primer premio de pintura del Salón Itinéraire 92, en Levallois Perret, Francia, y en 2019 el premio Nacional de Pintura Omar Carreño.

Más Obras de Oscar Zañartu  en https://zanartuoscar.wordpress.com/



Génesis Dinaraiv Pérez en Instagram @dinaraiv95