Dayana Medina y la magia de crear experiencias con los sabores
Por Pedro Rojas: La directora de la Academia de Sommeliers de Venezuela explica cómo las sensaciones en una mesa pasan por elegir un buen vino y ello se logra educándose profesionalmente
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Bachiller a los 17 años, Dayana Medina, directora de la Academia de Sommeliers de Venezuela y vicepresidente de la Asociación Venezolana de Sommeliers, comenzó a estudiar Administración Aduanera y participó en un concurso a distancia llamado ¨Rostro Inolvidable de Revlon¨.

Allí quedó como representante del estado Bolívar y confiesa que lo hizo a escondidas de su madre. Posteriormente se sorprendió cuando un domingo salió en la primera página de varios periódicos.

Con un pie en el mundo de la belleza, participó luego en un casting y fue seleccionada para trabajar con la marca de cosméticos Clinique, teniendo un acercamiento importante con la cosmetología, el maquillaje y temas de la piel.

También estudió con perfumistas franceses y los caminos se fueron definiendo a sus 22 años. “Me llevaron a una entrevista con Leo D´Addazio en la que él y Jhonny Sans me proponían estudiar para sommelier y hacer pasantías en el restaurant Grill House”, cuenta.


La mujer tiene un protagonismo importante en la sommellerie venezolana

Explica que con 23 años de edad se consolida ese camino. “Comencé en 1994 junto con mi hermana menor; y en junio de 1995, demostrando interés y sacrificando muchas cosas, me gané mi título de sommelier”.

-¿Cómo ha sido el desarrollo de su profesión en Venezuela?
-El iniciador de esto fue Leo D´Addazio, desde 1990, y comienza en Puerto Ordaz, por su contacto desde niño con el mundo de los restaurantes a través de su padre y la crianza recibida. Estudió química y logró algo mejor para desarrollar su pasión por el vino. De allí viajó por el mundo, importó vinos con la primera enoteca del país, Leo Licorería Mundial, y se hizo sommelier. Fundó la asociación y comenzó a buscar talentos. Aquello era un mundo aparte de Venezuela, lleno de buenos restaurantes, deslumbrantes copas y una magnífica comida. El desarrollo empezó cuando nos vinimos a la capital, en el año 2005. Al principio, juzgados por los caraqueños por ser del interior, el miedo me brotaba de la piel. Me resultó increíble ser más conocida en otros países como sommelier que en el mío propio. Pero nos trazamos una meta de hacer sommeliers en el país.

Cuenta que antes de ese camino fundó la Amavi (Asociación de Mujeres amantes del Vino) y la educación era la meta. “Se le daban a las mujeres herramientas para incluirlas. En esa época todo era un misterio. En efecto, me cansé de observar a las damas que ni hablaban en la mesa para sugerir. El hombre pedía por ellas el vino y siempre era “un vinito rosado”.

En 1998 cambió su rumbo y se fue a vivir a Francia. “Al regresar –recuerda– Leo ya estaba pensando en la fórmula de venirnos a Caracas para crecer.

Explica que la profesión ha logrado que el comensal sea más exigente, que hable de buenas copas y que muestre interés por los enólogos (el químico creador del vino).

Y acota que Ben Ami Fihman fue fundamental en este crecimiento gracias al SIG (Salón Internacional del Vino y la Gastronomía), “hemos tenido 10 años gloriosos de encuentros e invitados internacionales, tanto en estos eventos como en nuestra academia”.


Uno de los objetivos es trabajar para que en cada restaurante haya un sommelier bien pagado, dice Dayana Medina


Los caminos de la vida

Hasta hoy, por la Academia de Sommeliers de Venezuela han pasado 1.000 personas de las que se han graduado 810. “Esto desde los primeros cinco que lo hicieron en 1990”, cuenta Medina.

“Hemos crecido exponencialmente, algunos solo lo hicieron por disfrutar mejor de la vida y no lo van a ejercer, pero la misma vida les cambia; otros son grandes sommeliers, emprendedores, importadores de vinos, especialistas en otros temas: chocolate, cerveza, quesos, champagne, etc”.

Medina refiere también que en 2017 iniciaron la propuesta del Diplomado en rones para los sommeliers, bartenders y amantes de esta bebida, “para profundizar más sobre este néctar venezolano que había sido mal visto por décadas”.

-¿Qué retos imponen para un sommelier las nuevas creaciones culinarias que se salen de lo convencional?
-Nuestra educación va a fomentar la cultura del sommelier contemporáneo. Esto significa adaptarnos a la tendencia mundial. Yo voy más allá: el Sommelier del Caribe, quien con una correcta metodología puede sugerir el vino o los destilados, transformándolos para bajarle el grado alcohólico, creando sensaciones, o también sugerir aguas minerales, infusiones o tés. Requiere adaptarnos al presente y al futuro, estudiar, prepararnos e innovar para que de verdad sea algo con fundamento.

-¿Cuáles son los pasos esenciales que debe dar una persona al momento de seleccionar el mejor vino para acompañar un plato?
-Si lo haces como comensal pues es tu gusto personal, y si para ti es bueno no importan los principios básicos. Ahora, como sommelier, tengo un chip en mi cerebro, aplicando en mi vida todo sobre las armonías, principio fundamental de la profesión.

Medina estima que muchos sommeliers pueden incurrir en un error que debe corregirse: “imponer su gusto personal”.

Como ejemplo de sus recomendaciones profesionales, Medina explica que “sobre nuestra cocina venezolana, con sabores tan contrastantes como la morcilla carupanera o el asado negro, la hallaca o la polvorosa de pollo, la armonía perfecta está en considerar el nivel más alto que es el dulce; luego, en menor importancia, los otros sabores.

Como recomendaciones puntuales indica que para los bollos pelones o el asado negro un vino tinto italiano apassimentto funciona perfectamente. Para la hallaca, un Amarone o un Oporto Vintage; la polvorosa de pollo recomienda disfrutarla con un espumoso método clásico demi sec. “Siempre tomando en cuenta que mientras más dulce es el producto, más dulce debe ser el vino”.

-¿Venezuela cuenta con un portafolio nacional para acompañar los platos autóctonos?
-Se van viejas etiquetas y vienen nuevas. Un sommelier debe preocuparse por lo que está en el mercado, tener la libertad de elegir un producto y trabajar sin ataduras como embajador. El mayor placer es poder comprar y seleccionar lo que quiera para los eventos, creaciones de experiencias o asesorías a restaurantes, bodegones o importadoras.

-¿Cuál es el reto que tiene la academia en el país?
-Trabajar unidos para que en cada restaurante haya un sommelier, y le paguen bien. Seguir trabajando en la educación y actualización de nuestros afiliados, llegar al corazón de cada uno de ellos para seguir creciendo y ser respetados como verdaderos conocedores de este maravilloso mundo. Somos magos y podemos crear las experiencias más inolvidables. Somos únicos y nadie puede sustituirnos.

Medina destaca que en el entorno de la sommellerie venezolana “somos 70 % mujeres y 30 % hombres” con lo cual apunta “somos la imagen de la Venezuela donde la mujer tiene un protagonismo importante”.



Fotos Marta Elena González