Cómo lograr un balance en la vida
Por Maytte Sepulveda: Es sorprendente el beneficio que produce tomarse un tiempo para despejar la mente, serenar las emociones y alimentar el espíritu
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A muchos de nosotros nos han enseñado a vivir en función del deber y la obligación, sin tomar en cuenta la necesidad que experimenta el ser humano de momentos de descanso para recuperar la energía, el ánimo y la concentración en lo que hacemos.

Y es que muchas veces se nos hace difícil mantener la calma y una buena actitud cuando tenemos una lista enorme de cosas por hacer, que se vuelve cada vez más grande, y que el tiempo del que disponemos para cumplirla se vuelve cada vez más corto.

Si queremos ser más efectivos necesitamos aprender a organizarnos. Para ello, además de establecer su prioridad, debemos tener en cuenta el tiempo y la energía que nos tomará cumplir cada uno de las tareas pendientes, sin dejar de incluir en la planificación tiempo para hacer actividades que nos diviertan, nos relajen y nos permitan recuperar y mantener nuestro bienestar.

Siempre tendremos infinidad de responsabilidades, compromisos y cosas por hacer, de manera que necesitamos querernos lo suficiente para buscar un espacio en nuestra agenda, con valor y determinación, para conseguir el balance adecuado. Si nos damos el tiempo de calidad que necesitamos para recargar nuestras baterías esenciales y lograr ese balance, podremos tener más claridad mental, serenidad y energía para afrontar la vida de una forma más asertiva.

Si ahorramos una pequeña parte del tiempo para nosotros y lo usamos para despejar la mente, serenar las emociones y alimentar el espíritu, nos sorprenderemos del beneficio que obtendremos, para nosotros y para nuestra relación con los demás.

Consejos para alcanzar ese balance

Poner el despertador media hora antes. Así podremos disponer de un tiempo extra para nosotros que se puede usar para hacer un poco de ejercicio, meditar, desayunar con calma, leer o simplemente para observar y disfrutar el amanecer. Pero haciéndolo sin sentir culpa y aprendiendo a disfrutarlo. Lo importante es que no ocupemos ese tiempo con asuntos pendientes a menos que sean urgentes.

Practicar la sonrisa. Iniciemos el día con el compromiso de sonreír y ponerle buena cara a todo lo que se nos presente. Tal vez al principio nos resulte difícil y tengamos que forzar la sonrisa, pero con la práctica y la constancia lograremos hacerlo de forma espontánea, transformando así nuestros pensamientos, sentimientos y actitud. Cuando sonreímos nos liberamos, nos relajamos y descansamos.

Tener un pasatiempo. Hacer un poco de jardinería, practicar o seguir algún deporte, leer, cocinar, tomar fotografías, interesarnos en el arte, cualquier actividad que sirva para relajarnos, motivarnos o para expandir nuestra creatividad y hacernos sentir emocionados, contentos, animados e inspirados, se convierte en una fuente de bienestar inmediato. Lo más importante es realizar una actividad que disfrutemos y que nos conecte con nuestros mejores sentimientos y pensamientos. Si la podemos compartir con otras personas, mucho mejor.

Trabajar en nuestra superación. Es muy importante mantener vivo el deseo de aprender, crecer y superarnos. De vez en cuando vale la pena bajar la velocidad para hacer pequeñas reflexiones que nos sirvan para plantearnos objetivos de superación. También buscar la inspiración y las herramientas que nos lleven a cambiar hábitos, a cambiar nuestra actitud y a mejorar nuestro estilo de vida. Siempre podemos incorporar nuevos hábitos y creencias positivas que nos conduzcan a vivir mejor.

Aprendamos a delegar. Muchos de nosotros crecimos con la idea de hacernos indispensables para los demás porque pensábamos que así nos querrían más. Pero esta creencia nos ha llevado a actuar como si fuésemos el pilar central de la familia, del grupo de amigos o de la oficina, produciéndonos desgaste, estrés, preocupación y hasta conflictos con esas mismas personas. Es tiempo de soltar y aprender a compartir con otros parte de las responsabilidades, permitir que otros se hagan cargo de sus asuntos, que participen en la construcción, en el desarrollo o en la solución del proyecto, o de las relaciones que compartimos, y que nosotros podamos seguir apoyándolos pero sin cargar con ellos. Vamos a darles espacio, aceptando y respetando las diferencias.

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