Los trajes de baño en la historia
Por Yandris Saldivia: Desde los modelos de manga larga hasta los diminutos triángulos, los bañadores femeninos han recorrido un largo camino
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De acuerdo con referencias escritas que se remontan al 2000 a.C., el arte de nadar fue una costumbre practicada con fines militares en Grecia y Roma; en Japón se realizaba como parte de algunas competencias deportivas, y en el antiguo Egipto, país divido en dos por el río Nilo y con infinidad de canales, era una cuestión de supervivencia.

En Europa la costumbre cayó en desuso durante la Edad Media debido a que sumergirse en el agua se asociaba exclusivamente con fines medicinales y mantener la piel blanca denotaba cierta posición social. No fue sino hasta el siglo XVIII, en tiempos de la Revolución Industrial, que se le consideró como una actividad recreativa (y formalmente deportiva). Y es a partir de allí que el traje de baño inicia un largo recorrido para instalarse finalmente como ícono de la moda y de la cultura popular.


Los primeros pasos

En los años 1800 los bañadores masculinos eran pantalones que llegaban hasta las rodillas y camisetas de mangas cortas, mientras que las mujeres vestían camisones, medias y zapatillas.

Los trajes eran de lana o algodón grueso, con mangas largas y acompañados de medias y gorros. Los personajes de la época, además, cubrían todo su cuerpo con telas pesadas para evitar que se levantaran en el agua. También se consideraba que era mejor que la piel no fuera tocada por el sol. De hecho, en 1840, Charles Goodyear diseñó un modelo de una sola pieza que iba desde los hombros hasta los pies.

Al principio las damas tenían que bañarse en zonas distintas de las de los caballeros e iban custodiadas por doncellas que las trasportaban hasta la orilla del mar en carruajes sobre ruedas. En esos tiempos las mujeres vestían en su mayoría de negro y generalmente llevaban consigo un collar marinero, con cintas atadas o lo que se conoce popularmente como “moño”.


Primera revolución: sin mangas y sin medias

A comienzos del siglo pasado los hombres empezaron a lucir sus torsos pero las mujeres todavía se bañaban con pantalones de franela y vestidos ornamentados con lazos y puntillas.

En 1910, la nadadora profesional australiana Annete Kellerman fue la precursora del traje de baño de una sola pieza para la mujer, el cual consistía en una camisilla con short, perdiendo definitivamente las mangas y las medias y logrando un gran escándalo debido a las costumbres de la época. Sin embargo se popularizó y se comercializó la marca y los diseñadores empezaron a fabricar unos modelos de algodón que marcaban de forma sugerente la figura femenina.

A medida que el deporte acuático crecía y evolucionaba, los trajes de baño se volvieron poco a poco menos pesados y más aerodinámicos, lo cual preparó el terreno para los estilos que se impondrían en las décadas siguientes.


La evolución: una mujer en traje de baño de 1920, Annette Kellerman, Ava Gardner, Marilyn Monroe y Kim Kardashian

Con la llegada del traje de una sola pieza se revolucionó la moda. En 1920 revistas como Harper’s Bazaar y Vogue publicaron fotografías de los trajes catapultándolos como una prenda de vestir para la playa, además de promover la idea de que un traje de baño podía ser sexy y atractivo, idea que se mantendría hasta nuestros días.

Tiempos de guerra y el traje de dos piezas

Poco a poco se fueron dejando de lado las camisillas-short para agregar faldas y así ir abandonando lo que se había considerado como “la fea moda de los años 20”. También empezó a salir en las películas el deporte del nado sincronizado, lo cual impulsó que las prendas de baño empezaran a ser ceñidas al cuerpo y dejaran ver más la silueta femenina.

De esa manera los corsets, que habían perdido terreno, se impulsaron poco a poco en los trajes de baño debido a que se buscaban prendas más adaptables al cuerpo. Y así fue como se empezaron a implementar sujetadores de copa y paneles de control en la barriga, además de gorros más estéticos.

Los trajes de baño de dos piezas, sin el habitual panel de falda, comenzaron a aparecer en Estados Unidos cuando el gobierno ordenó la reducción del 10% en el tejido utilizado en los bañadores femeninos debido al racionamiento de tiempos de guerra.
Estrellas de Hollywood como Ava Gardner, Rita Hayworth y Lana Turner los popularizaron. Estos modelos aún no mostraban el ombligo, pues eran altos de cintura y solo se veía un poco el diafragma.


En 1990 la serie Baywatch popularizó su original modelo

Del escándalo del bikini hasta nuestros días

En 1946 el ingeniero Louis Reard inventó el bikini, llamado así por el atolón de Bikini, donde Estados Unidos había realizado sus ensayos nucleares previos, y como anticipación al impacto que tendría la prenda. Pero resultó tan escandalosa que ninguna modelo quiso lucirla y su creador tuvo que contratar a la stripper Michelle Bernardine quien dijo: “su bañador va ser más explosivo que la bomba de Bikini”.


Actualmente la variedad ofrece mucho para escoger

Considerado aún “moralmente indecente”, no fue sino hasta 1952, cuando la actriz francesa Brigitte Bardot, ícono de la época, lo impulsó al lucirlo fuera de las pantallas cinematográficas en las playas de Cannes y Saint-Tropez.

Sin embargo, a lo largo de los años 50 muchas mujeres todavía llevaban los trajes de baño de una pieza por lo que las grandes empresas pusieron en marcha los concursos de belleza para promocionar los nuevos modelos.

A partir de la década de los 60 y la siguiente, la moda insistió en mostrar los muslos y crear la ilusión de las piernas larguísimas. En ese particular los concursos de bikini de Hawaiian Tropic marcaron tendencia. En 1964 se inventó el topless o monokini y en 1974 apareció la tanga en Brasil, ambos con breve fama y mucho escándalo. Para 1985 los bikinis, afianzados en su sitial de honor, ya se habían multiplicado con mucho colorido y cada vez más chiquitos.

En las postrimerías del siglo XX, los bañadores se reinventaron con la aparición, en 1990, de la serie Baywatch, donde las actrices Pamela Anderson y Camen Electra promovieron un traje de baño muy particular en las pantallas televisivas.

Para el año 2000 los top triangulares y los estampados permitieron a la mujer individualizar aún más sus outfits.

Este paseo por la historia del traje de baño como ícono de la moda demuestra que es tanta la variedad que es posible elegir desde modelos vintage hasta los más sporty, y que en el mundo de la moda todo está permitido siempre y cuando nos guste y nos haga sentir cómodas.