Aprendamos a soltar el pasado y pasar la página
Por Maytte Sepulveda: Cerrar ciclos, perdonarnos, vivir el duelo y crecer con la experiencia son algunas de las claves para lograrlo
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Para que podamos comenzar una nueva etapa, crear nuevas situaciones, retomar una relación o darnos otra oportunidad necesitamos desconectarnos conscientemente del recuerdo negativo de lo pasado, atrevernos a pasar la página, a vivir el duelo, a perdonar y perdonarnos y a buscar las herramientas, los recursos y la orientación necesarios para que, habiendo aprendido algo de esa experiencia, podamos corregir, aprender y seguir adelante de la mejor manera posible.

Y es que cerrar círculos, etapas o capítulos en nuestra vida es difícil porque nos conecta a la nostalgia, a la tristeza, al dolor, a la frustración, a la ira e inclusive al temor de soltarnos, de no volverlo a tener o de que nos vuelva a suceder en el futuro, llevándonos a permanecer deprimidos, desanimados o defensivos, como si de esta manera pudiéramos protegernos. Pero lo cierto es que solo siendo capaces de afrontarlo es que podemos superarlo, con decisión, valor y determinación de actuar; liberando las emociones y los pensamientos negativos que guardamos asociados a esos recuerdos y que nos impiden volver a ser felices.

Pasar la página no siempre significa dar por terminada una relación, a menos que lo negativo sea más que lo positivo entre nosotros o que el amor y el deseo de estar juntos no lo sintamos los dos. Si todo lo bueno que hemos compartido y sentido el uno por el otro está presente y tiene más valor, y queremos darnos otra oportunidad, entonces pasar la página significa dejar atrás el recuerdo de la crisis por la que pasamos, perdonarnos y buscar juntos la orientación o las herramientas que nos permitan corregir, aprender y mejorar para potenciar el bienestar de la relación.

Si lo que queremos es afrontar la pérdida de un ser querido, sanar el dolor y la tristeza que sentimos y aceptar su ausencia, necesitamos estar dispuestos a soltar. Y esto no significa olvidar, pues siempre ocuparán un lugar especial en nuestro corazón, sino aceptar un hecho irreversible que va de la mano con la vida. El mejor remedio para superar las pérdidas es el tiempo. Distraer la mente, mantenernos ocupados con nuestras responsabilidades y rutina, hacer trabajo voluntario, aceptar la compañía de otras personas queridas y adoptar una práctica espiritual, como orar o meditar, para sentir la presencia de Dios, hará que nos sintamos acompañados, fortalecidos y serenos mientras superamos la tribulación.

Claves para conseguirlo

Aceptar lo sucedido. Si todavía estamos en la etapa de la negación es muy difícil lograr pasar la página porque siempre encontraremos una razón para justificar nuestra negativa a soltarnos y a renunciar a la expectativa que conservamos de que las cosas cambiarán, mejorarán por sí solas o volverán a ser como antes. Trabajar en la aceptación nos coloca en la posición de vivir consciente y voluntariamente el proceso de soltarnos, para cerrar ese capítulo de nuestra vida y abrir uno nuevo.

Cerrar ciclos o etapas. Para cerrar un ciclo tenemos que estar dispuestos a soltar, a renunciar y a pasar la página para comenzar de nuevo. Si no lo estamos, el apego y el amarre que mantenemos con ese pasado nos alcanzará en algún momento para que de todos modos tengamos que afrontarlo, resolverlo y darlo por terminado. Los ciclos hay que cerrarlos con conciencia, voluntad y madurez para que podamos dejarlos en el pasado.

Vivir el duelo. Tenemos derecho a sentirnos heridos o afectados por lo vivido. Atrevámonos a compartir con alguna persona de confianza las emociones y los pensamientos negativos que guardamos para poder liberarnos de ellos. Escribirlos en un papel y luego quemarlo en la llama de una vela puede ser un ritual muy liberador. Retener cualquier emoción negativa por mucho tiempo dentro de nosotros puede alargar nuestro malestar y sufrimiento.

Perdonar y perdonarnos. Guardar el recuerdo de lo que nos hicieron nos mantiene presos del pasado y afectados por ese suceso. Cerrar los ojos, recordar la imagen de la persona, hablarle mentalmente sobre nuestro malestar, contarle cómo nos hubiese gustado que ocurrieran las cosas, y al final decirle que la perdonamos e imaginar que sonríe. Repetirlo cuantas veces sea necesario para sentirnos libres de ese recuerdo.

Crecer con la experiencia. Recordemos que las situaciones difíciles se convierten en maestros de vida cuando las aceptamos. Debemos estar dispuestos a aprender, a crecer y a hacer los cambios necesarios para incorporarlo y superarlo. Para no repetirlo es necesario abrirnos a buscar la enseñanza oculta detrás de la situación difícil, especialmente si esta ha sucedido con anterioridad en nuestra vida. Humildad, sinceridad, valor y responsabilidad, son sinónimos de madurez.

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