¿Qué es el amor?
Por Atenea Anca: Olvidemos por un momento los viejos conceptos para abrirnos a una idea más amplia y seguramente más beneficiosa
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Sin duda esta palabra es una de las más utilizadas mundialmente y, diría yo, que ha sido muy mal interpretada también. Pero no los engañaré, definir el amor es sumamente complicado. En todos los años que llevo trabajando directamente con este concepto he podido aproximarme al concepto del “amor” de muchos pacientes y en un ejercicio de recopilación e inspiración, he podido encontrar algunos aspectos comunes que les contaré en este artículo.

Sin embargo, quisiera dejar claro que existen muchas características que han sido confundidas con el amor y por eso generan vínculos complejos e insanos.

Por ejemplo, se cree comúnmente que el amor es posesivo, pero realmente la posesión es otra cosa que nada tiene que ver con el amor. También se ha confundido con obsesión, celos y dependencia. Lo cierto es que para comprender el amor es mejor borrar por unos minutos lo que hemos pensado que es y abrirse a leer las siguientes líneas. Luego podrán analizar si lo que ustedes pensaban se parece a esto que hoy quiero contarles.

El amor se ha definido como un sentimiento y también como una decisión, pero yo integro ambas ideas en un concepto que abarca cuatro características muy diferentes y absolutamente necesarias para mantenerse en una relación estable y satisfactoria.

Amar es (1) querer. Sí, querer, el querer que esa persona esté bien, tenerla cerca, abrazarla con ternura, procurar que sea feliz, disfrutar sus alegrías y apoyarle en sus desdichas. El querer no es algo exclusivo de una relación de pareja, de hecho, queremos a muchas personas y no por eso las amamos a todas.

Amar es (2) desear. Aquí me refiero a la pasión, entrega, conexión de pieles y las ganas de fusionarse. Es la característica más animal del concepto y probablemente muchos la cuestionen porque piensan que es exclusiva del inicio de una relación y que lo normal es que luego se deje de sentir. Ciertamente la pasión puede variar en su intensidad, pero si se ama de verdad, siempre estará.

Si la pareja sabe cuidar la pasión, reinventarse, conectarse, escucharse, acariciarse, disfrutarse y apasionarse, siempre estará. Mutarán las formas de conectarse pasionalmente a medida que avanzamos en el ciclo vital, pero la pasión siempre debería estar. La pasión es olerse y gustarse, es tocarse y vibrar, es mirarse y conectarse. El bajón pasional trae a la consulta a muchas parejas porque es utilizada comúnmente como premio o castigo por el trato emocional: si todo está bien entre nosotros, te premio y nos apasionamos; pero si me trataste mal, te castigo y suprimo la pasión.

Pero realmente es la tercera característica la que gana en el número de pacientes que solicitan terapia de pareja, pues el amor implica (3) aceptar al otro tal cual es. ¡Qué difícil suena eso! Porque no estamos hablando de “aguantarse” a la otra persona tal cual es, sino realmente aceptar sus luces y sombras. Aceptar quiere decir que no pasas todo el día deseando que algo pase en su entendimiento y cambie. Aceptar es soltar la idea de que tú tienes la razón y que “te calas” su característica porque no tienes más remedio. Aceptar se logra solo con madurez emocional. Aceptar hace que esa persona se sienta libre de ser quien es y que el vínculo sea genuino.

Finalmente, amar es (4) admirar, y por aquí suele empezar mi trabajo terapéutico con las parejas. Es importante tener presente por qué estamos juntos pues de allí se desprende la motivación para continuar. Es extremadamente común olvidar los motivos que nos unen y mantenernos todo el día pensando en aquello que justificaría una separación.

Ahora los reto a pensar qué admiran de su pareja. ¿Qué tiene el otro que no tengo yo? Porque cuando admiras quieres permanecer cerca de esa persona para nutrirte de esas cualidades, y solo así aceptas lo que no te gusta.