El día que el Neverí hizo de Barcelona una gran laguna
Por Evarísto Marín: En 1970 las aguas del río invadieron las áreas urbanas de la capital de Anzoátegui, desde Naricual hasta Maurica
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Puchito Yaselli no salía de su asombro. Casi se infarta cuando vio su taller de cerrajería invadido por las aguas. Desde las 7 de la mañana y hasta aproximadamente las 2:45 de la tarde del 22 de julio de 1970, el río Neverí, desbordado desde Naricual hasta las cercanías de Maurica, se metió en todas las casas y comercios. La zona industrial y todas las barriadas de Barcelona se convirtieron en pocas horas en una gigantesca laguna.

Aquel día el río alcanzó un nivel de 5,36 metros en la estación de medición La Escuela, en la avenida Fuerzas Armadas. De las inundaciones protagonizadas por el Neverí, cuando aún era navegable hasta el puente Bolívar, siempre se tuvo como la más catastrófica la de octubre de 1846. Esa vez el río dejó en la ruina a comerciantes que negociaban con La Habana, Curazao y Aruba. “Algunos fueron demandados por incumplir pagos”, rememora el cronista e investigador Juvenal León.

Se recordaba que el médico francés Juan Bouscat advertía, desde 1806, los riesgos de vivir en una ciudad situada casi a la misma altura de un río. En julio de 1970, la plaza San Felipe del barrio Portugal, la plaza Boyacá, la plaza Bolívar y las históricas ruinas de la Casa Fuerte, quedaron cubiertas por las aguas. En la avenida 5 de Julio, en La Chica, en la avenida Freites, muchos carros quedaron atrapados. El río rebasó el asfalto por 13 kms en la vía hacia Naricual.


Muchos amanecieron ese día con sus viviendas inundadas

Puchito, perplejo, observó a unos vecinos de La Matanza navegando en un bote a remo, cerca de la Catedral, por la calle Juncal, mientras en su negocio la máquina utilizada para fabricar llaves nadaba en un lodazal. Más de cien negocios sufrieron los rigores de la inundación. La farmacia Juncal, de Francisco Javier Rodríguez, perdió un gran lote de medicinas. Cajas y muebles eran arrastrados por la corriente.

“Gran parte de la memoria histórica de la ciudad desapareció. Las aguas del Neverí, en 1970, se llevaron los más importantes documentos que estaban en el Archivo General del Estado, arrinconados en uno de los depósitos de la dirección de Fomento y Obras Públicas Estadales”, describe Juvenal León.
La directora de la Ciudad de Los Muchachos, Cristobalina de Bravo, logró desalojar y poner a salvo a sus alumnos desde la madrugada. A su esposo, José Vicente Bravo, se le ahogaron dentro de una jaula tres gallos de pelea que acababa de traer desde Puerto Rico.


Niños y adultos escapando de las zonas inundadas con lo poco que lograron salvar

Cuatro días de fuertes lluvias en la alta cuenca del Neverí fueron suficientes para provocar aquel desastre. La magnitud de los daños fue estimada en Bs 18.480.790. El gobierno de Rafael Caldera estableció un fondo de socorro para los más necesitados y decretó un canal de alivio para desviar las aguas por playa Caicara. La obra fue acometida de manera inmediata.

En la emergencia, el Ministerio de Obras Públicas comenzó a drenar las aguas del Neverí hacia a la desembocadura. La baja marea favoreció tal alternativa. Por toda una semana el río estuvo descargando grandes volúmenes de agua hacia el mar de Lechería.



Fotos: Augusto Hernández / Archivo Evaristo Marín