La pesca del pavón exige paciencia, audacia y mucha tenacidad
Por Evarísto Marín: La belleza de este agresivo pez de exquisita carne y difícil captura desafía el espíritu de aventura de nuestros pescadores
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La descomunal fuerza batalladora que caracteriza al pavón convierte su captura en toda una emocionante faena. Hasta muy diestros y osados pescadores pueden verse frustrados en el intento de atrapar a este huidizo y bello pez de llamativas pintas, vivos colores y riquísima carne, conocido como “el pavo real” de nuestros ríos y lagunas. El pavón no es trofeo fácil.

J.W. Howland, ingeniero oriundo de Texas; Antonio Rhame, empresario con negocios en Venezuela y Panamá, y Eulalio Población, médico residente en Lechería, coinciden en destacar la belleza del pavón y la exquisitez de su carne. Ellos y otros avezados pescadores deportivos afirman que capturar un pavón siempre es un gran desafío. En el lago de Guri se han pescado ejemplares de hasta 19 libras (10 Kgs).

Rhame, propietario del Gran Hotel de El Tigre, en el sur de Anzoátegui, y desde muchacho todo un apasionado de la pesca del pavón, ha logrado buenos ejemplares en Venezuela y en el Lago Gatum, en el Canal de Panamá. Nunca le falta un bote de aluminio bien equipado para pesca de fondo y al troleo.

Jack Howland con un espectacular ejemplar de pavón capturado en Morichal Largo 

Nos explica que la pesca del pavón requiere de mucha destreza y fortaleza. A veces los ha estado bregando con su caña por más de dos horas.
“Son peces muy inteligentes y luchadores. Con ellos hay que tener mucha paciencia. El riesgo de perder anzuelos y cordeles y hasta de quedar sin caña de pescar, con sus feroces arremetidas, siempre está presente. Sus dientes son en extremo fuertes y filosos”, dejó escrito J.W. Howland, rudo petrolero tejano, al describir sus hazañas con el pavón y la caza de pato real, en sus años de trabajo para la Mene Grande Oil, en San Tomé.

Para Howland la pesca del pavón fue algo de mucha devoción. En su libro Venezuelam Vinnetes (256 páginas, editado en los años de su vejez, en Houston, Texas) están muy bien documentadas sus experiencias en ríos y lagunas de Anzoátegui y Guárico, y también en El Caura y otros ríos de Guayana y del Amazonas.


Ejemplares atrapados por Yayo Población, en ríos de Guárico

Howland pescó grandes ejemplares de pavón en Morichal Largo, en Monagas, y también en Guariquito y Unare. Entre 1947 y 1975 siempre frecuentó esos lugares con un bote sobre el techo de su camioneta y equipado con estupendas cañas y rifles de cacería. Es autor de diez formidables documentales de pesca, filmados en 16 mm. Un ejemplar de su libro nos fue obsequiado, en Estados Unidos, por su hijo Jhonny Howland, quien siente orgullo de presentarse como nativo del hospital petrolero de San Tomé y recuerda que en su niñez fue precoz pescador con su padre.

Rhame nos cuenta que lleva más de 20 años, aventurándose por ríos y lagunas de Anzoátegui y de Guayana, en faenas de pesca.


Frito, relleno o a la brasa, el pavón es uno de los peces más exquisitos de ríos y lagos del Llano, Guayana y Amazonas

Yayo Población ha ido en busca de pavones hasta muy lejanos ríos del Apure y Guárico. “Con un grupo de amigos comparto la emoción de pescar, no solo pavón sino también morocotos, bagres rayados y otras especies”. En esa pasión anda desde la época cuando hizo su pasantía rural, de médico, en Valle de La Pascua.


Jack Howland y su hijo Jhonny disfrutaron muchas faenas de pesca en Venezuela



Fotos: Libro Venezuelan Vignettes (J.W. Howland) / Antonio Rhame / Evaristo Marín.