La Piedra de la Tortuga y su misterioso sortilegio
A tortugas y morrocoyes, quelonios muy parecidos pero con notables diferencias, siempre se les ha atribuido poder sexual y han sido motivo de inspiración para leyendas, canciones y recetas
      A-    A    A+


Por Evarísto Marín

Con sus mitos de vigor sexual y larga vida, la Piedra de la Tortuga atrae hacia el Amazonas durante todo el año a centenares de parejas que ponen mucha fe en los misteriosos sortilegios atribuidos a ese gigantesco monumento natural considerado como un lugar sagrado, desde épocas muy lejanas, por las tribus piaroas.

Cuando llegan de paseo son muchos los que incursionan hasta la gran roca, en el Alto Orinoco, distante 16 kilómetros aproximadamente desde Puerto Ayacucho. Dicen que tocar la dura superficie de ese peñasco, con impresionantes características de gigantesco quelonio, es bueno para la salud y no solo para el amor.

“Voy con mi esposa Nelly todos los años. Me da suerte”, dice René León, ingeniero agrónomo de Marigüitar, a quien le encanta Puerto Ayacucho y siempre tiene en su casa, en Cayo de Agua de Lechería, para compartir con sus amigos, una botella de ron con palo de arco (árbol muy amazónico, de cualidades tan vigorizantes como el babandí de Guayana) y gusta de sazonar sus guisos de pescado con la catara, un picante que los indígenas de Puerto Ayacucho preparan con ají rojo y culos de bachaco. “Ese picante es mejor que el andino y también supera el que elaboramos en oriente y otras regiones con el ají chirel”.

A tortugas y morrocoyes, quelonios muy parecidos pero con diferencias muy notables, especialmente en el tamaño, siempre se les ha atribuido poder sexual.

En nuestra Isla de Margarita se acostumbró por muchos años conservar en frasco, con ron blanco, el órgano viril del carey (tortuga marina tropical). “Tomar un trago de ron macerado con pipe de carey fue algo muy común antes de la aparición del viagra”, le oí decir a Nicasio Marcano, en Altagracia.

No es de extrañar, por tanto, que la matanza de la tortuga carey con fines afrodisiacos y para utilizar su carapacho en la elaboración de peines y peinetas contribuyera a la total extinción de esas especies marinas en las costas venezolanas.


Un nativo de la tribu de los piaroas 

De los morrocoyes más recordados y famosos de Porlamar fue uno grande, y de grueso y oscuro carapacho, que tuvo por años el boticario Andrés Hernández Murguey en su casa de La Cruz Grande. Hasta una canción le dedicó el quinteto Contrapunto, dirigido por Fucho Suárez (y del cual formaron parte, entre otros, Jesús Sevillano, Aída Navarro, Marina Auristela Guanche, Morela Muñoz y Dominguito Mendoza).

Este morrocoy / es de la Cruz Grande, / desde chiquitico / con Andrés Hernández

“Lo venden barato, como en baratillo, vale el morrocoy un real y cuartillo”. Ese estribillo aguinaldero del Contrapunto recuerda lo barato del país que tuvimos. Desde Gómez hasta Pérez Jiménez, con menos de un bolívar en Venezuela se podía comprar hasta un morrocoy.