Igualdad de género: Un asunto impostergable
Por Mariangel Paolini: Para lograr la tan ansiada igualdad necesitamos hablar de discriminación de género y desnutrición como eventos estrechamente relacionados
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En muchos países las mujeres son las últimas en comer en la familia, lo que reduce sus probabilidades de recibir la alimentación apropiada. Asimismo, los planes de maternidad y lactancia también son deficientes, lo que dificulta la posibilidad de las mujeres de amamantar a sus hijos.

En este momento, poco más de 1.600 millones de personas en todo el mundo padecen anemia, una enfermedad estrechamente asociada con la crisis de alimentación global que afecta desproporcionadamente a las mujeres. De hecho, las mujeres no embarazas representan el mayor porcentaje (468,4 millones) y aproximadamente una de cada tres mujeres y niñas en todo el mundo la padece. 

La desnutrición -en todas sus formas- es una causa y a la vez un efecto del profundo desequilibrio de poder entre hombres y mujeres. Y dados los prejuicios sociales y económicos contra las mujeres en la mayoría de los países, estas circunstancias en los primeros años de vida colocan a las niñas en una desventaja aún más severa.

El ciclo luego se repite: estas mujeres sin poder y desnutridas dan a luz bebés desnutridos, lo que perpetúa el ciclo de la desigualdad y la pobreza.

Para lograr la igualdad necesitamos salir de ese círculo vicioso; y de una vez por todas es imperativo hablar de discriminación de género y desnutrición como eventos estrechamente relacionados.

Las niñas bien nutridas tienen mayor probabilidad de quedarse en el colegio y de aprender más. Perderán menos días de clase debido a enfermedades y serán más atentas en las aulas. Crecerán para llegar a ser más productivas económicamente y más conscientes de las varias opciones de sustento. Se convertirán en mujeres con más autoridad para tomar decisiones en todas las esferas de actividad, incluyendo la de ser madre. Y tendrán mayor control sobre sus opciones sexuales, las cuales son cruciales para controlar el tamaño de la familia y para prevenir el VIH/SIDA.

Según la investigación del Centro Hispanoamericano para la Mujer (Freya) las mujeres en Venezuela han dejado, postergado o rezagado sus necesidades alimenticias para favorecer a otros miembros de su grupo familiar, afianzando el concepto de "feminización de la pobreza”.

Pero este no es un hecho exclusivo de nuestro país. Los trabajos de Katie Martin y Ann Ferris (2007) aseguran que en situaciones de precariedad económica, la carga de trabajo alimentario que recae en las mujeres deriva no solo en una apropiación exacerbada de su tiempo, sino también en una diferenciación del tipo de comida que consumen: mientras los hombres acceden a comidas completas, las madres comen con más frecuencia entre tiempos, pruebas y sobras.

Se trata de ingestas de menor calidad nutricional que ni siquiera son reconocidas socialmente como comidas y que pueden llegar a tener efectos en su salud, expresados en malnutrición (por exceso y mayoritariamente por defecto).

Este año el tema del Día Internacional de la Mujer es “Soy de la Generación Igualdad: Por los derechos de las mujeres” por lo que quiero invitarte a salir de la “dieta” y que se reconozca que la inseguridad alimentaria y nutricional es un asunto político, económico y medioambiental pero, más importante aún, es una cuestión de justicia de género que debe ser abordada de inmediato abogando por el derecho inalienable a la alimentación.