Olimpíadas etílicas en Río de Janeiro: qué se come y se bebe en la cidade maravilhosa
Por Marsolaire Quintana
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Por Marsolaire Quintana
Especial para Estampas 

Una mezcla de sal, arena y sudor sobre la piel se apodera de todos. La sensación térmica es de 49°C. Este verano, en Río de Janeiro todos hablan sobre dos sucesos: la extensión del carnaval –ahora unos 50 días de modo oficial- y la inauguración de los Jogos de Botequim, una iniciativa que celebra disputas lúdicas en bares locales.

Esta peculiar convocatoria, respaldada por entidades públicas y privadas, tiene como propósito que, durante 5 semanas, se celebre una especie de olimpíada de juegos propios de los botecos, célebres establecimientos a donde es obligatorio visitar si se desea conocer el sabor carioca. Muchos de estos bodegones o fondas han sido declarados Patrimonio Inmaterial de la ciudad. El alma popular se refleja en la informalidad que se vive allí.

Los “atletas” podrán hacer gala de sus habilidades en distintas disciplinas previa inscripción por una suma de 60 a 165 reales (*1 real equivale a 0,24 centavos de dólar). Por ejemplo, el “frescobol de amenddoim”, que no es otra cosa que lanzar maníes a la boca del compañero de juego y acertar. O, una de mayor dificultad, pero igual de apasionante, como el “pega bolacha”, un lanzamiento de posavasos. Y, no faltaba más, el metegol o futbolito de mesa, las competencias de pulso o el meticuloso “beerbong”, que no es otra cosa que lanzar peloticas de ping pong a vasos llenos de cerveza.



Además de la cerveza helada y los vasitos de cachaza y otros aguardientes, en estos locales hay una singular variedad de platillos. La denominada “comida de boteco” es, en realidad, un despliegue de bocados que acompañan una buena conversación. Estas picadas o tapas son conocidas como “petiscos”. Cada región de Brasil tiene su propio estilo; en Río los “bolinhos” –buñuelos o croquetas- tienen el primer lugar en la predilección local junto con los “pasteis”, unas empanaditas fritas con una masa liviada y de textura crocante.



De origen lusitano, los “bolinhos” son ideales como aperitivos. Pueden venir rellenos de queso, jamón, bacalao, trigo y carne molida, yuca o masa de caraotas muy aderezadas. Son bolitas amasadas con estos ingredientes y pueden freírse u hornearse. Son las entradas perfectas para otros platos servidos en estos bodegones, tales como la feijoada, pescados o carnes a la parrilla.

Para quienes visiten Río durante el carnaval, los botecos serán, entonces, no sólo el espacio ideal para apropiarse de una buena oferta gastronómica, sino el escenario para jugar y conocer a nuevos amigos.