Virginia Moreno deja salir su alma a través del oboe
Sus padres Julio Moreno y María Isabel Hernández, decididos a que sus hijas tuvieran una infancia plena y feliz, se propusieron asegurarles una educación integral que incluía la música, y es ahí donde encuentran su verdadera pasión
      A-    A    A+


José Miguel Rodríguez (*)

Desde temprana edad, las ingresaron al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela. Ya a los 9 años, Virginia Moreno, estaba recibiendo clases en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo, y más tarde, a los 10, empieza a tocar el Oboe, mientras su hermana Ariana hacía lo propio con el violonchelo.

Entre los 12 y 14 años, hace una pausa en el instrumento, pero el profesor Werner Arocha insiste en que incursione de nuevo.
“Jugando kikimbol me fracturé un dedo. Cuando él me ofreció regresar a la Cátedra, me contó que había un nuevo Oboe de un nivel más avanzado. Me aseguró, que si yo regresaba podría tocarlo. Eso realmente me animó. Sin embargo, tuve que esperar dos meses porque no podía tocar el instrumento debido a la lesión en el dedo. En medio de esa presión, entendí que deseaba tocar el Oboe”.

Virginia viene del estado musical de Venezuela, su Lara natal.
Hasta ahora ha tenido grandes experiencias, tanto en una orquesta, tocando la 2da Sinfonía de Mahler o la 7ma o 9na de Beethoven, como con una agrupación de cámara, cómo un cuarteto, con un ensamble de música popular ejecutando un Bossa Nova, o una tonada de Simón Díaz a dúo con guitarra.
"El oboe me ha permitido encontrar mi sonido más allá de mi voz", dice segura y sonriente. 



Penetrante y sublime

El oboe es un instrumento de la familia de los vientos madera cuya forma es de taladro cónico con doble lengüeta. Para producir sonido a partir del mismo, el ejecutante debe colocar la punta de la lengua sobre la abertura de la caña y soplar.

Ha sido empleado desde la antigüedad en la música barroca, sin embargo, evolucionó para seguir generando sonidos más actuales. 

De acuerdo a su tipo, entre los tradicionales ubicamos los oboes bombarda, dulzaina, cornamusa, duduk, gaita, hichiriki y zurna, mientras que en los modernos se encuentran el pícolo, de amor, corno inglés y barítono. Su sonido versátil le ha permitido ser protagonista en solos, música concertante y de cámara, orquesta sinfónica y banda musical.

Para Virginia el oboe es como una extensión de su cuerpo y alma, y es consciente que todos los instrumentos no requieren la misma dedicación y sacrificios. En ese sentido, señala que, en Venezuela, los oboístas son como artesanos, ya que deben hacer sus propias cañas. Esto es un verdadero desafío porque depende de como las hagan, será la calidad del sonido. Al ser un instrumento de la familia viento-madera, no se trata de sólo soplar. Es entenderlo. "Tiene dos lengüetas, tal como si fueran nuestras cuerdas vocales. Al vibrar ambas paletas se producen los sonidos que se desean emitir. 
Cuando mi Oboe suena, es como si fuera mi propia voz, hablando través de mi alma. Lo que hace particular a este instrumento es su inigualable sonido porque en la orquesta puede haber más de 200 músicos, pero al escucharlo se distingue su sonido, inclusive un oboísta es totalmente diferente a otro.”

Penetrantes, reales y directas, así dice Virginia que son las notas que salen del instrumento que ejecuta. Tanto que a su juicio llega a los sentidos de quien los escucha, y esto se debe a que sale del alma de quien lo toca. "El Oboe tiene el poder de poner colores en el mundo o hacer que se ponga gris, porque tiene muchos armónicos que permiten expresar sentimientos y emociones. Te puede perturbar o tranquilizar".

Dice que ha reflexionado, concentrado y sincronizado su vida, a través del Oboe. Su relación con él es algo íntimamente personal. A través de la ejecución del mismo se le han abierto puertas. Es como “una extensión de mi propia alma y cuerpo. Cuando aprendo del Oboe, aprendo de mí. Verdaderamente ha sido como un padre fiel".



Una vida llena de música 

Admira a muchos músicos. Quizás lo que genera en ella referencia es la forma en la que transmiten y conectan.
Sin importar el género que interpreten, le encanta el impresionismo francés de Ravel y Debussy, también la pasión de Paco De Lucía, la transparencia de Simón Díaz, la majestuosidad de Mahler, la producción de Queen y la creatividad de Jacob Collier.

Son diversas las obras musicales que le hacen florecer el alma, pero entre sus preferidas están Manfred de Tchaikovsky y Café 1930 de Piazzolla.
Y a la hora de conectar con momentos y sentimientos, no duda en mencionar la Sonata para oboe y piano de Poulenc.

Cuando se proyecta en lo que vendrá en su carrera, dice que quiere seguir aprendiendo y probando, desde lo más básico en la técnica del oboe, hasta explorar a fondo la música popular venezolana y latinoamericana. 

"Me gusta mucho el polo y el joropo, muy diferentes entre ellos, pero siento que son muy fuertes en el legado cultural y han dejado huella”. 

Aunque la vida le ha sonreído profesionalmente en la música, afirma que no dudaría en incursionar en la gastronomía o cualquier otra área artística, ya que ambas facetas consolidan su espíritu.

"Para mí la música es energía, en toda la complejidad y profundidad que puede significar eso, como la vida misma, que no perdura más que en la memoria de las personas, que un segundo puede ser eterno y durante horas no significa nada. Pero logramos sentirla tan fuerte e intensa, que solo logro compararla con la energía misma".

La Fundación “Hernán Jerez Klopfer”

Virginia Moreno tiene actualmente 22 años, pero desde muy temprano ha desempeñado roles de dirección gerencial. Dicha labor comenzó en el año 2017, cuando el profesor Werner Arocha, quien era el encargado de la Cátedra de Oboe en Barquisimeto, decide probar suerte en otros horizontes y se va del país. 

El docente encarga de esta responsabilidad a aquellos estudiantes que estaban más avanzados en la materia. Entre ellos, se encontraba Virginia a quien personalmente le pide que asuma el liderazgo. 

Para enfrentar este reto, los jóvenes encabezados por Moreno se propusieron indagar sobre quién era Hernán Jerez Klopfer, el nombre que lleva el salón de la Cátedra de Oboe del Conservatorio. Este trabajo les permitió conocer a la esposa de este músico chileno, quien le describió su labor. Al descubrir la humanidad, los principios y el trabajo invaluable que desarrolló en Carora y el país, decidieron crear la Fundación “Hernán Jerez Klopfer”, registrada el 22 marzo de 2018.

“En este trabajo de investigación pude descubrir que Hernán Jerez fue un personaje clave en la Cátedra de Oboe en Venezuela. En el año 1970, llega este maravilloso chileno y toma como iniciativa la formación de oboístas en Carora. Tenía la idea de crear una orquesta infantil. Recorrió todo el país enseñando tocar el Oboe y otros instrumentos”.

Fue un hombre que más allá de enseñar a tocar el instrumento, se dedicó a formar verdaderos ciudadanos. “Tomando en cuenta estos principios y valores, más allá de rescatar la cátedra, nos propusimos, no sólo en formar oboístas, sino que haya una verdadera formación en la parte humana, tal como lo hizo Hernán Jerez, quien dedicó su vida a enseñar estas cualidades del ser”.

Ante las carencias que enfrentan los músicos venezolanos, se ha propuesto enseñar, capacitar, apoyar a aquellos niños y jóvenes que quieran trascender. 

En ese sentido aspira a que este organismo que encabeza logre ser autosustentable, es decir que se pueda financiar. Con estos recursos, pretende pagarle a docentes nacionales y extranjeros que trabajen en ella, así como cubrir la logística de los conciertos y actividades propias del organismo.

Actualmente, el trabajo es voluntario, ya que no cuentan con los recursos necesarios para lograr cancelar sueldos de manera responsable. Con el fin de iniciar sus actividades han llevado a cabo proyectos que le han permitido llevar música a distintos espacios.
“Un ejemplo de estas actividades fue nuestra presentación en el Centro Comercial “El Sambil” de Barquisimeto. Lo hicimos dos veces. Otra presentación que vale mencionar fue la que realizamos con la Alianza Francesa. También nuestra orquesta se ha presentado en Embajadas. En fin, hemos tocado en muchos lugares, llegando a todo tipo de público”.
Lo que más valora es el aprendizaje que esto le ha dejado. “Manejar toda la logística de un concierto (el sonido, las luces, la tarima, la vestimenta, el moderador, los músicos, el programa, qué se va a decir, el transporte, entre otros), todo esto ha sido posible gracias al apoyo de mis padres, quienes tienen experiencia en la organización de eventos.”
Pero, además, han tenido que aprender todo lo que conlleva el proceso de enseñanza y aprendizaje de la música.  

En la actualidad están adscritos a la fundación más de 60 integrantes. Hay muchos que están fuera del país, pero que continúan a distancia. El rol del apadrinamiento va dirigido a los proyectos, no a alguien en particular.

Entre los avances de la dependencia se cuentan el registro legal de la misma, diversas presentaciones, un sitio web y además compartir escenario con músicos reconocidos como Huáscar Barradas.

Pero a su juicio falta mucho camino por andar, por lo que insiste en conectar con personas que permitan alcanzar otros sueños y proyectos.
En ese sentido, pide a quienes deseen apadrinar a los integrantes de la Fundación, o bien quieran hacer un aporte financiero, a que se contacten con cuenta en Instagram @fundaoboehjk. O la página web https://fundaoboehjk.org/academia-hernan-jerez/

Conoce más a Virginia Moreno en
@virginiamorenoh
@VirginiaMorenoH 
@fundaoboehjk.org

(*) José Miguel Rodríguez
Instagram: @jmcanta @tardesdeshow

Fotografías de Jesús Campos